Isaac el Sirio y la amistad con los animales

Cuando Isaac de Nínive habla de la humildad lo hace diciendo que viene del temor de Dios  o de su amor. En ambos casos las consecuencias de esta humildad, que es sino reconocer el Absoluto de Dios que se autoniega para darnos vida (y que no por ello niega nuestra mortalidad), las consecuencias son adámicas. El humilde se acerca a las bestias feroces y, tan pronto como ellas posan sobre él su mirada, se aplaca su brutalidad; y se acercan  y se juntan con él  como con su Señor y [le] hacen fiesta con su cola y lamen sus manos y sus pies. Pues ellas sienten que de él [emana] aquel olor que manaba de Adán  antes de la trasgresión  del mandamiento, cuando los animales se habían reunido ante él y él les había impuesto sus nombre en el paraíso (Gn 2,20); este es el [olor] que nosotros hemos pérdido y que Cristo, con su venida, nos ha restituido de un modo nuevo; él, que ha convertido en perfume el olor de la raza de los hombres. Si el humilde se acerca a reptiles mortíferos, tan pronto como el roce de su mano alcanza sus cuerpos, aplaca la violencia feroz de sus mortales venenos y les acaricia con sus manos como si fuesen saltamontes (Isaac de Nínive, El Don de la Humildad, 5).

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.