Gnosticismo Samaritano

En el primer siglo de nuestra era un hombre llamado Dositeo fundó una secta en Samaria. Se regían por el calendario lunar, en el centro dirigente de la secta habían 30 personas que representaban los 30 días del ciclo lunar, y una mujer que tomaba el nombre de la luna. Practicaban el bautismo. Dositeo decía que era el profeta como Moisés prometido en las escrituras (Dt 18, 15). Sus seguidores creían que su lider había venido a restaurar la ley de Moisés  que se encontraba corrumpida luego de la práctica por siglos de sacerdotes fraudulentos. Uno de sus discípulos, llamado Simón de Gitta o «el mago» comenzó a tener más y más preponderancia dentro del grupo. Esto llego al punto que Simón decía ser El que se Sostiene: «Yo me puedo hacer invisible para que aquellos que quieran capturarme, y yo puedo revelarme abiertamente de nuevo cuando así yo lo desee. Si yo quiero escapar, yo puedo hacer un tunel a través de las montañas y las rocas como si fuera barro. Y si me tirase cabeza abajo de una alta montaña, sería llevado a tierra, ileso, como si me llevaran en un vehículo» (Pseudo-Clementinas homilias 2.9). El era «El Gran Poder». Con estas declaraciones Simón el mago no tardó en convertirse en el lider de la secta que fue adquiriendo características gnósticas. En el centro de la nueva secta se ubicaba, evidentemente, Simón el mago y Elena, la mujer que antes representaba la luna, en la secta de Dositeo. Ambos eran espíritus que habian descendido desde las alturas a la tierra. El mensaje de Simón era simple. El decía que arriba estaba Dios el Padre, YHWH, cuyo primer pensamiento Ennoia era el nous o mente conocida como el Espíritu Santo. Su primer pensamiento, el Espíritu Santo, comprendió su voluntad, y ella saltó y descendió a los reinos inferiores donde, como Madre Dios, ella generó los ángeles y los poderes que el padre había deseado. Pero los ángeles sintieron celos y lujuria en relación al primer pensamiento de YHWH, esto es, el Espíritu Santo, que era más hermosa que ellos. Entonces la capturarón y la encerraron en un cuerpo material, de tal forma el Espíritu llego a estar sujeta a los ciclos de nacimiento y muerte, reencarnándose en cuerpos humanos desde entonces. En otras palabras, el Espíritu Santo quedó atrapada por su propia creación. Simón se declaró a sí mismo la manifestación de YHWH, el Gran Poder, el Hijo de Dios, que había venido a la tierra para liberar al Primer Pensamiento de su esclavitud de los ángeles rebeldes. En la tierra Simón aparacía como un hombre. Y así había estado buscando de lugar en lugar su Espíritu pérdido. Y cuando lo encontró contrajo matrimonio con ella, esto es con Elena. Ahora bien, hasta entonces Elena, el Espíritu, había estado atrapada en el peor de los cuerpos imaginables, el de una prostituta. Este mito, bien simple, es una metáfora para todos los hombres, que como Elena, tienen su espíritu capturado en sus cuerpos materiales. La liberación del espíritu es una cuestión de gracia divina. Esta se manifiesta a partir de la instrucción de Simón que predicaba a los hombres acerca de sí mismos. Entre otras ideas, Simón instruía que la Torá escrita estaba corrupta. Simón decía que no había necesidad de tener un cuerpo litarario. Dios el Padre no es el autor de la Torá, sino que su origen está en uno de los más bajos de los ángeles corruptos. Entre los ritos que Simón y Elena organizaron era el del bautizmo y la memorización y el pronunciar todos los nombres de los ángeles malos para poder tener poder sobre ellos. También habría existido un rito de carácter sexual que representaban la unión del Padre Dios y la Madre Dios, este rito se llamaba el «Amor Perfecto» (Hipolito, Refutación 6,19, 5; Epifanio, Panarion, 21,4, 1-2). Para más detalles: A. DeConick, The Gnostic New Age, p.98-103

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.