Adán, la idolatría y un nous dañado en Pablo

Hemos dicho que el hombre para Sn Pablo es como un lugar o arena donde fuerzas contrapuestas, el Pecado y el Espíritu, se disputan el vous, el kardia y el swma del mismo. El Pecado es una fuerza tal que determina en gran medida quien es el hombre en el eón presente. El hombre está indefenso frente al destructivo poder del pecado que domina este eón. Esto es tan así que llega a dominar corporalmente al hombre y así el apóstol describe eticamente el sarx (Gl 5,19; Rm 8,7; 9,8). El pecado particular de Adán fue el responsable de la actualización del pecado cosmico que se manifiesta en la idolatria (Rm 5, 12-21). El correlato a este Pecado se manifiesta en el nous, la parte antropológica responsable de procesar los estímulos externos. Por otra parte, es importante también señalar que el cosmos también está implicado en el dominio del Pecado (Rm 8,20-21). Amartia es el poder maligno destructivo , el Pecado cosmológico (Rm 5,12-8,13; 1Cor 15,56; Gl 2,17; 3,22), también se entiende como una desviación de los estándares humanos o divinos de rectitud (Rm 5,13; 2Cor 11,17). Paravasis es un acto de desviarse de un límite o norma establecida (Rm 2,23; 4,15; 5,14; Gl 3,19). Paraptwma sería una ofensa ordinaria contra Dios (Rm 4,25; 5,15-20; 11,11-12; 2Cor 5,19; Gl 6,1; Ef 1,7; 2,1.5; Col 2,13). Adán fue el catalizador del Pecado cósmico. Leemo en Rm 5, 12-21: Así como por un hombre penetró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte, así también la muerte se extendió a toda la humanidad, ya que todos pecaron.  Antes de llegar la ley, el pecado ya estaba en el mundo; pero, como no había ley, el pecado no se tenía en cuenta.   Con todo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, también sobre los que no habían pecado imitando la desobediencia de Adán —que es figura del que había de venir—.   Pero el don no es como el delito. Porque si por el delito de uno murieron todos, mucho más abundantes se ofrecerán a todos el favor y el don de Dios, por el favor de un solo hombre, Jesucristo.   El don no es equivalente al pecado de uno. Ya que por un solo pecado vino la condena, pero por el don de Dios los hombres son declarados libres de sus muchos pecados.   En efecto, si por el delito de uno solo reinó la muerte, con mayor razón, por medio de uno, Jesucristo, reinarán y vivirán los que reciben abundantemente la gracia y el don de la justicia.   Así pues, como por el delito de uno se extiende la condena a toda la humanidad, así por el acto de justicia de uno solo se extiende a todos los hombres la sentencia que concede la vida.  Como por la desobediencia de uno todos resultaron pecadores, así por la obediencia de uno todos resultarán justos. La ley entró para que se multiplicara el delito; pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Así como el pecado reinó produciendo la muerte, así la gracia reinará por medio de la justicia para la vida eterna por medio de Jesucristo Señor nuestro. El poder del Pecado se expresa somáticamente en conductas reprensibles desde el punto de vista cognitivo y conductual ocupando eticamente la expresión sarx o kata sarka (Rm 8,4.5). El hombre ha sucumbido a la muerte a través del pecado de Adán y a través de sus propios pecados. El pecado de Adán también se identifica como el pecado del nous que implica el proceso de supresión e intercambio del conocimiento de Dios (Rm 1,21). El pecado de Adán y sus descendientes emergen desde el pecado de Adán que se actualiza a través del Pecado cosmológico y de la herencia de un nous debilitado por Adán a consecuencia de sus trasgreción, idolatria, y que llega hasta los gentiles. Si a través de Adán todos los hombre han pecado, a través de la obediencia de Cristo, todos los creyentes se hacen obedientes a través de la acción del Espíritu Santo. La naturaleza del pecado de Adán fue la idolatría, que implica un nous que se debilitó y que hizo que los hombres cambiaron la gloria del Dios incorruptible por imágenes de hombres corruptibles, de aves, cuadrúpedos y reptiles (Rm 1,23). La idolatria es un pecado fundamental para Pablo: 1Tes 1,9-10: Ellos mismos, cuentan cómo ustedes me han recibido y cómo, dejando los ídolos, se convirtieron a Dios para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar la venida desde el cielo de su Hijo, al que resucitó de la muerte: Jesús, que nos libra de la condena futura. O 1Cor 12,2: Ustedes saben que, cuando todavía eran paganos, se dejaban arrastrar ciegamente hacia ídolos mudos. OGl 4,8: Antes, cuando no conocían a Dios, veneraban a los que realmente no son dioses .La primacia de la idolatria debilita el nous bajo el Pecado, Rm 1, 18-28. Hay dos maneras de conocer, una caracteriza el viejo eón (ginwskein o eidenai kata sarka) y otra que es propia de la nueva creación. No se acomoden a este mundo, por el contrario transfórmense interiormente con una mentalidad nueva, para discernir la voluntad de Dios, lo que es bueno y aceptable y perfecto (Rm 12,2). Para revestirse del hombre nuevo, que por el conocimiento se va renovando a imagen de su Creador (Col 3,10). Bajo el Pecado el nous atrae valores negativos (Rm 1,28; Ef 4,17; 2Tm 3,8; Tito 1,15), mientras que bajo el Espíritu el nous atrae valores positivos (Rm 12,2; Ef 4,23). Además de la función cognitiva (Rm 1,21; 14,5; Gl 5,10; Flp 4,7; Ef 4,17) el nous implica una dimensión volitiva/afectiva. Bajo el Pecado el nous es depravado (adokimon) (Rm 1,28), embotado (epwrwthh) (2Cor 3,14), ciego (etiflwsen) (2Cor 4,4) y hóstil (exthrou) (Col 1,21). Todas estas características aluden a la dimensión volitiva o moral del nous. En Rm 1, 18-28 Pablo describe el progreso que hace el Pecado cuando domina al nous, a la kardia, y al swma. El texto describe el momento cuando el conocimiento de Dios es revelado a los hombres (vv. 19.20), luego es suprimido (vv. 18.21. 28) y finalmente intercambiado (v. 23.25). Este es el proceso hacia la idolatria: Desde el cielo se revela la ira de Dios contra toda clase de hombres impíos e injustos que por su injusticia esconden la verdad. Porque lo que se puede conocer de Dios lo tienen a la vista, ya que él mismo se lo ha dado a conocer.  Lo invisible de Dios, su poder eterno y su divinidad, se hacen reconocibles a la razón, desde la creación del mundo por medio de sus obras. Por tanto no tienen excusa; ya que, aunque conocieron a Dios, no le dieron gloria ni gracias, sino que se extraviaron con sus razonamientos, y su mente ignorante quedó a oscuras.  Alardeaban de sabios, resultaron necios, cambiaron la gloria del Dios incorruptible por imágenes de hombres corruptibles, de aves, cuadrúpedos y reptiles. Por eso Dios dejó que fueran dominados por sus malos deseos, que degradaban sus propios cuerpos.  Como cambiaron la verdad de Dios por la mentira, veneraron y adoraron la criatura en vez del Creador —bendito por siempre, amén—, por eso los entregó Dios a pasiones vergonzosas. Sus mujeres sustituyeron las relaciones naturales con otras antinaturales. Lo mismo los hombres: dejando la relación natural con la mujer, se encendieron en deseo mutuo, cometiendo infamias hombres con hombres y recibiendo en su persona la paga merecida por su extravío.  Y como no se preocuparon por reconocer a Dios, él los entregó a una mente depravada, para que hicieran lo que no es debido. La fuente del conocimiento divino es la creación, la cual exhibe las cualidades invisibles de Dios, su poder eterno y su naturaleza divina (ApocAb 8,1-6; Jub 12, 16-24; SibOr 3, 8-16). El conocimiento acarrea la verdad (alhtheia tou theou) que tiene un claro contenido ético (Rm 2,18; Flp 1, 9-10; Col 1,9). Cuando el conocimiento de Dios no deriva en el reconicimiento que le debemos, entonces se engendra la idolatría (Rm 1,18), esto es, el intercambiar la verdad de Dios por una mentira (tw feudei) (Rm 1,25). Cuando el nous se convierte en fútil (Rm 1,21) los pensamientos llegan a ser vanos: En nombre del Señor les digo y recomiendo que no procedan como los paganos: con sus inútiles pensamientos (Ef 4,17). El nous opera como un velo que previene de la doxa de Dios de la iluminación del corazón: La noche está avanzada, el día se acerca: abandonemos las acciones tenebrosas y vistámonos con la armadura de la luz. Por otra parte, mientras prevalezca la obscuridad, es difícil identificar los secretos del corazon (1Cor 14, 25; Rm 8,12.27, 1Cor 4,5). Entonces, el primer pecado de Adán que despertó al Pecado como poder cósmico fue la idolatría, y esta idolatría se extendió entre judíos y gentiles, y este pecado implicó la debilidad del nous. Los descendientes de Adán no sólo nos encontramos bajo el poder del Pecado, sino que poseemos un nous débil que tiene una predilección por un conocimiento y una conducta reprehensibles, esto es, que no está originada por el Espíritu.

En cuanto a la kardia, los gentiles se negaron de glorificar y dar gracias a Dios. En cambio, aunque conocieron a Dios, no le dieron gloria ni gracias, sino que se extraviaron con sus razonamientos, y su corazón ignorante quedó a oscuras (Rm 1,21) y por eso Dios dejó que fueran dominados por sus malos deseos, que degradaban sus propios cuerpos (Rm 1,24). El simil hebreo para corazón (leb) denota la personalidad (Ex 9,14; 1Sam 16,7; Gn 20,5); emociones (1Sam  25,36; Jue 18,20; Gn 42, 28)  conocimiento (Ex 7, 23; Dt 7, 17; 1Re 3,9) y voluntad (1Sam 2,35). Para Pablo kardias al igual que nous implica una dimensión cognitiva y volitiva (Rom 10,9), puede decidir (2Cor 9,7) y ser iluminada (fwtizw) (Ef 1,18). Lo que distingue al nous de la kardia es la función de esta última de recibir lo divino (Rm 1,21) como explícita 2Cor 4,6: El mismo Dios que mandó a la luz brillar en las tinieblas, es el que hizo brillar su luz en nuestros corazones para que en nosotros se irradie la gloria de Dios, como brilla en el rostro de Cristo.

Cuando el nous y la kardia estan deteriorados, entonces esto se manifiesta corporalmente: Por eso Dios dejó que fueran dominados por sus malos deseos, que degradaban sus propios cuerpos (Rm 1,24). El hombre es corporal y a través del swma se manifiesta el Pecado y el Espíritu. Swma puede ser fixikon o neumatikon dependiendo de qué fuerza es la domina en el hombre. El Swma objetiva el poder dominante que opera sobre el sujeto y es la experiencia como sujeto de ese poder. De ahí que el objeto, desde el punto de vista corporal como expresión del mundo interno del sujeto es: porque los que son de Cristo [Jesús] han crucificado la carne (sarka) con sus pasiones y deseos (Gl 5,24). Como sea el swma es la expresión ética de lo que el sujeto está viviendo: Rm 1,21; 1Cor 6,13; 1Cor 6,20; Flp 1,20. Para más detalles: Paul´s Eschatological Anthropology: The Dynamics of Human Transformation p. 99-178.

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.