Sobre la Trascendencia de Dios en Plotino
La influencia neoplatónica en los padres de la Iglesia es bien conocida. La figura de Plotino es importante al momento de comparar su idea de la divinidad con la de los primeros filósofos cristianos. Desde lo exterior, Plotino comparte una ascetismo corporal riguroso con los monjes cristianos: no se preocupaba de su confort físico, apenas si se bañaba, ayunaba, era vegetariano, dormía poco, comía día por medio. Su finalidad era verse unido con el Uno, el Ser por excelencia. Y es que Plotino creía que existía una última e inmaterial forma de realidad más allá de lo que podemos conocer a través de los sentidos. El filósofo creía en tres hipostasis: el Uno o el Bien; el Nous (o la mente o intelecto); y el Pshique o la realidad de los sentidos. El Uno o el Bien no contiene nada y evita todo salvo él sí mismo. Es la realidad última. Completa en sí misma, más allá del tiempo o lugar alguno, más allá del ser. El Uno emana su bien en seres inferiores sin perder nada de sí mismo. La primera manifestación de este descenso es el Nous. Si en el Uno no hay dualidad alguno, en el Nous distinguimos a quien contempla y lo que es contemplado, además de las Formas que constituyen la última realidad. Desde el Nous emana la tercera realidad, la hipostasis más baja, el Psiche. Todas las criaturas poseen Psiche, sin embargo éste no está localizado en el cuerpo, sino más bien es el cuerpo que está contenido en el Psiche. De allí, emerge una última realidad, la corporal. De este modo el Uno llega a ser muchos, de lo Simple deviene la multliple. A pesar de esta emanación las hipostasis comparten un mismo centro, de forma que se puede representar ya sea como una escalera de tipo jerárquica o como tres círculos concéntricos. Sea cual sea el modelo de realidad, cada hipostasis tiende a retornar al Uno, la verdadera «casa» (al modo del Jardín del Edén o de la imagen adámica pérdida). Este viaje de retorno al Uno se vislumbra no sólo como un ascenso sino que también como un viaje personal que lleva al hombre a su interioridad. En esta dinámica de regreso el hombre ha de recordar su origen, aquello que comparte con el Uno. El olvido se ha originado a partir de la preocupación con el mundo que nos rodea. En ese sentido es fundamental que el hombre inicie un proceso de purificación, que se desafecte de todo lo que mancilla la Psiche y educar a la Psiche para que se reoriente a la verdadera vida y pueda restaurar la belleza que deriva del Uno. Las prácticas ascéticas de purificación y de la libertad delas preocupaciones propias del mundo de los sentidos y del cuerpo. Concentrarse en el Uno y esperar. Y la unión se realizará de manera inesperada, como recordándonos que no depende de nosotros, llevándonos a una visión de la Luz. Como se ve las similitudes entre Plotino y el pensamiento cristiano primitivo son muy ilustrativas. Para más detalles: A. Rich, Discernment in the Desert Fathers: Diakrisis in the life and Though, pos. 627-784