La trascendencia de Dios en Orígenes

Para Orígenes Dios el Padre es incorporeo (De Princ. 1.1.5), no generado (De Princ 1.2.6), trascendente, verdaramente Uno (De Princ 1.1.6), verdaderamente Dios (Comm.in Joh 2.2-3). Cristo, a su vez, es la imagen perfecta del Padre (De Princ. 1.2.6, 13) del cual se puede discernir los diferentes aspectos de su actividad redentora (Comm in Joh 1.28.200; 1.31.223) tanto en su naturaleza eterna como encarnada (De Princ. 1.2.1). Cristo es también Dios (Comm in Joh 2.1.10), incorporeo y eterno como el Padre, sin embargo su divinidad es al modo de una segunda divinidad unido al Padre como ninguno otra razón o logos (Cont. Cels. 5.39), de las cuales es la fuente (Comm in Joh 2.3.20). El Logos es llamado Luz, Pan, etc, todas nominaciones que se adaptan para aproximarse a los diferentes sentidos del alma (Comm. in Cant 2.9). El Hijo es verdadero Dios y verdadero Hombre, pero en cuanto a su divinidad él es theos y no o theos, exaltado sobre todos otros dioses (Comm in John 2.2.13-18) y siervo del Padre (De Princ. pref.4). «Aquel que ha contemplado al Hijo que es el brillo de la gloria y la exacta representación de la hipostasis (Heb 1,3) de Dios, ha contemplado a Dios mismo en Él que es la imagen de Dios» (Cont. Cels 8.12).  La unión entre Dios y el Hijo se describe de distintas maneras: como una unidad de voluntades (Comm in Joh 13.36.228); la unión marital en una carne (De Princ. 2.6.3); la unidad de espíritu entre Cristo y el hombre justo (Dial.Herac.3). En todas estas imágenes es muy importante señalar la subordinación que existe entre Cristo y Dios. Así las oraciones han de ofrecerse al Padre (De orat 15.1; 16.1). Este subordicionismo implica una jerarquía muy parecida a la de los neo-platónicos. En ese sentido, ascender al Padre ha de realizarse a través de etapas progresivas (Hom. in Num 27.2) para realizar una comunión o unión cada vez mayor. Así, desde el punto de vista bíblico, Abraham representa la obediencia práctica; Isaac, la filosofía natural; y Jacob la contemplación de las cosas espirituales (Comm. in Cant. prol 3). Para Orígenes el «hombre interior» o la naturaleza racional gime por regresar desde su estado caído a la imagen y semejanza de Dios (De Princ. 4.4.9). La unión con Dios, sin embargo, es breve, y sólo a veces se repite (Hom.in Cant. 1.7). La gran diferencia con el neo-platonismo, sin embargo, es que Dios desea y está envuelto activamente en aproximarse a los hombres (Com in Cant. 1.1). Para más detalles: A. Rich, Discernment in the Desert Fathers: Diakrisis in the life and Thought, pos. 784-962

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.