Dos poderes en el cielo: la trascendencia de Dios y el mediador

La «herejía» de los dos poderes en el cielo, si bien tiene raíces en el judaísmo del segundo templo donde era una opinión más (y posiblemente bien mayoritaria), pasó a constituirse en una corriente a combatir en el rabinismo,  especialmente porque se identificaba con el crecimiento amenazante del cristianismo. Esta situación nos puede dar una perspectiva diferente para ver cómo los padres de la Iglesia interpretaban algunos textos bíblicos. Así, por ejemplo, y hablando de la visión de Ez 1, Irinio de Lyon tratará de explicar la trascendencia  e incomprensibilidad total de Dios y la existencia de un mediador (Cristo) que sirve de mediador con los hombres. Y es que para Irineo, si bien el hombre puede acceder al amor de Dios a través de su Logos (Cristo), no puede comprender la grandeza de Dios (Haer IV.20.1). Esta idea es muy importante porque explica por qué los profetas afirmaban que el hombre podía ver a Dios, o por qué en el sermón del monte Jesús había dicho que los puros de corazón podrían contemplar a Dios (Mt 5, 8). Irineo dirá que efectivamente el hombre puede acceder a Dios, pero en cuanto a su amor, bondad, y omnipotencia como dones dados a quienes lo aman. La gloria y la grandeza de Dios siguen estando más allá de toda percepción humana porque Dios es inescrutable y «nadie ha visto a Dios y ha vivido» (Ex 33,20) (Haer IV.20. 2-5). Como hemos dicho esta trascendencia de Dios sólo es superada a través del conocimiento de su Hijo tal como lo afirma el mismo Evangelio de Juan (1,18). Más aún, la presencia del Hijo se puede discernir en las distintas teofanías del A.T. El Hijo hace presente la presencia y la trascendencia de Dios a través de las teofanías del A.T. (Haer. IV. 20.7). Pongamos el ejemplo de la teofanía de Moisés en el Sinaí (Ex 33, 20-22) sobre la cual Irineo dice: « Este pasaje [Éxodo 33.20-22] muestra dos cosas: Primero, que es imposible para la humanidad ver a Dios; y segundo, que, a través de la sabiduría de Dios, la humanidad lo verá en estos últimos tiempos en el pico de una roca, es decir, en su venida como hombre» (Haer IV.20.9). O tomemos la visión de Ez 1, 26-27: «Por encima de la bóveda que estaba sobre sus cabezas, había como una piedra de zafiro en forma de trono, y sobre esta forma de trono, por encima, en lo más alto, una figura de apariencia humana. Vi luego como el destello de un relámpago, como un fuego que la envolvía alrededor, desde lo que parecía ser sus caderas para arriba; y desde lo que parecía ser sus caderas para abajo, vi como un fuego resplandeciente que la envolvía».  Para Irineo esta visión de Dios no es directa, sino mediada por el Logos (Haer IV.20. 11). Por eso el autor habla de una visión como de la gloria de Dios. 

Además de Irineo, pongamos el ejemplo de Eusebio de Cesarea para quien Dios es igualmente inaccesible por su trascendencia. Hablando de la visión de Is 6 este autor se pregunta: ¿quién fue visto sentado en su trono? ¿quién es el «Señor Sabaoth»? «¿Pero quién puede ser este otro más que  el Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre (Jn 1,18), quien cuando descendió de su majestad y se humilló a sí mismo, se hizo visible y comprensible a los hombres?» (Is §41). Hablando de la visión de Ez 1, 26-27 identificara a esta figura de apariencia humana con Cristo: «Pero el profeta presente testifica que también vio la gloria del [Logos]. Por lo tanto, vio la gloria de nuestro salvador Jesucristo a través de las cosas que se le presentaron. Así que el Logos no apareció de la misma manera a Moisés y a Ezequiel. Y el profeta vio la gloria de nuestro salvador no con los ojos de la carne, sino con los ojos del entendimiento iluminado por el Espíritu Santo. Porque como los ojos del cuerpo, al mirar las cosas perceptibles, es asistido por el haz de la luz que viene de fuera de ellos, de la misma manera, los ojos del alma purificada que está iluminada por luz espiritual puede ver cosas divinas El salvador también enseñó esto cuando dijo: Bienaventurados los de corazón puro, porque ellos verán a Dios » (Is § 41). Para más detalles: A. Russell Christman What did Ezekiel See? (Brill, Leiden, 2005) 65-72.

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.