El bautismo de Jesús y la Kenosis en Ambrosio de Milán y Efraín el Sirio
Hay un pasaje de San Ambrosio que considero importante para explicar cómo el bautismo de Jesús al modo de la kenosis de la divinidad. Haciendo una analogia a las aguas que sanaron de la lepra a Naaman con las aguas del Jordán, el santo señala que «las aguas no sanan si el Espíritu Santo no ha descendido a ellas y las ha consagrado. Tal como se lee: «cuando nuestro Señor Jesús instituyo el rito del bautismo, se avino a Juan y Juan le dijo: «Yo soy el que necesito ser bautizado por ti y ¿tú vienes a mí?». Cristo le contestó, «Dejad que sea así, esto es para que se cumpla toda la justicia». Ved como toda la justicia se constituye en el bautismo. ¿Por qué Cristo descendió, sino para que nuestra carne sea purificada, la carne que el habia tomado de nuestra condición? Porque no era necesario para Cristo purificarse de los pecados, él quien no había pecado, pero era necesario para nosotros que permanecemos sujetos al pecado» (Sacr. 1. 15).
San Efraín el Sirio también considera las aguas bautismales como ejemplo de sanación al modo de las que sanarón a Naaman el Sirio. «Venid juntos, vosotros los leprosos, y venid a recibir la purificación sin ningun esfuerzo, porque no existe ninguna necesidad, como fue el caso de Naaman, quien fue bautizado siete veces en el rio; tampoco existe fatiga, la que imponen los sacerdotes con todas sus esparcimiento de aguas. Siete veces Elias purificó a Naaman, simbolizando siete espíritus malos. El hisopo y la sangre sirven como un símbolo poderoso: No hay lugar que quede aparte porque el Señor de Todos sus hijos no está aparte del Señor de Todo (Epif. 1.2-3).