Sobre los Naasenos (Refutaciòn 5.6.3-11.1)

Los Naasenos conformaban un grupo complejo en el intrincado mundo gnóstico de los primeros siglos de nuestra era. Creían en un Dios del cual todo se había originado era una serpiente que vivía en esencia humeda del universo primordial. Este Dios era hermafrodita y le llamaban Adamas. Como hemos dicho, a este Dios se le entendía como una serpiente en espiral en medio de las aguas antes que fuese creado cualquier cosa. Este primer Hombre, que es también el Dios Padre-Madre,  es la fuente de toda vida que emana de él como un rio con tres corrientes: la noética o mental; la psíquica o el alma; y la terrana o física. Estas corrientes emanaban de Adamas hasta el caos. Además de Adamas, estos gnósticos creían en un Hombre Primordial, Hombre Perfecto, o Hijo del Hombre, una versión al modo de microcosmos de Adamas, que contenía en sí mismo todas las corrientes que emanaban del rio: la noética, la psíquica y la física. Este Hombre Primordial o Perfecto sirvió como modelo al primer hombre, Adán, quien fue hecho de polvo de la tierra por el pasional dios solar Esaldaeus y otros dioses del caos. Este Adán permaneció inanimado en el suelo como una trampa para el Hombre Perfecto, a quien los Señores del Caos querían poseer. La naturaleza el alma que fue creada para Adán fue en exceso erótica para atraer al Hombre Perfecto, de tal manera que éste último derramó su semen sobre Adán (Hipolito, Refutación 5.6.35-36). El Hombre Perfecto experimentó de tal manera la fuerza corruptiva del erotismo que quedó entrampado en el psique y el cuerpo de Adán. El semen del Hombre Perfecto permanece en el espíritu vivificante del hombre sufriendo porque se encuentra en un ambiente que no le es natural.  Los Naasenos, por lo tanto, valoraban la castración, o simplemente se negaban a procrear absteniendose de relaciones heterosexuales. Y es que querían proteger el espíritu del Hombre Perfecto evitando que continuara trasmitiéndose a través del semen a otros niños (5.7.38-41).

Estos misterior, decían estos gnósticos, habían sido transmitidos por Jesús que había descendido de las esferas trascendentes del Hombre Primordial (5.10.1). La iniciación del creyente comenzaba con un voto de abstinencia heterosexual. La abstinencia, creían los naasenos, los convertía en hermafroditos, nuevas creaturas ajenos a los roles masculinos o femeninos. Esto a los ojos de sus contemporáneos los convertía en homosexuales (5.7. 14-15). Luego de los votos la iniciación, eran bautizados en aguas naturales, y luego continuaban a través del ascenso que realizaban por las esferas celestiales, y uniéndose a Adamas en la casa de Dios (5.8.4). Iniciaban el viaje como hermafroditas o niños. El espíritu del inciado en esta etapa llegaba a ser un niño de 7 años, cuando era vestido con los siete vestidos de Isis y de los planetas (5. 6.22-24). Estos vestidos representaban el alma resucitada y libre del cuerpo. En un segundo nivel, avanzaban a una juventud de catorce años y en esta etapa debían de beber agua convertida en vino de la copa de Anacreón, un famoso poeta griego. En esta etapa confluían himnos silencio:

Trae agua, niño, trae vino,

Embriagame, hazme somnoliento

Porque la copa con la que bebo me dice

que tipo de hombre debo convertirme

Hablando sin palabras en silencio

 

 

En esta etapa del viaje alcanzaban el rio de estrellas de la nuestra Galaxia (Milky Way) que los llevaba hasta los cielos. Este era el mismo rio que descendia desde el Hombre Primordial al Caos. Al ascenderlo, el iniciado revertía la dinámica corruptiva. Este viaje terminaba en el tercera entrada, o puerta del cielo, que se identificaba con la estrella que vio Jacob cuando soñó con la escalera que llevaba al cielo (5.7.20). Esta estrella la identificaban con Venus y allí cantaban otros himnos que se basaban en el Salmo 24, 7-9. Finalmente terminaban cuando el joven se hacia adulto (5.8.19) igual al Hombre Perfecto. Ya habían atravesado la puerta de la estrella de Venus, como novios, y se encontraban en los confines del universo con deseos de entrar a la Casa de Dios (5.8.44-45). Decían entonces la contraseña «kaulakau» (5.8.4) y entraban convirtiéndose en los novios de Adamas que han regresado a la esfera No Originada, donde son alimentados de miel y leche y se convertían en Dios Hermafrodita (5.8. 30; 5.7.24).

Quien hacia de ángel guia por este viaje celestial era Hermes, el dios del Olimpo que ayuda a los muertos a encontrar el camino al mundo del más allá. Hermes tratará de despertar y dirigir las almas de los iniciados para que lleguen a ser pretendientes de Adama, novios del Hijo del Hombre o Hombre Perfecto (5.7.30-32). Hermes también se identifica con Cristo. En este viaje celestial los iniciados deberán revelar los cellos secretos que les había enseñado Cristo para engañar a los Señores obscuros del mundo infraterreno (5.10.1; 5.8.4). Para más detalles: The Gnostic New Age, 216-221

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.