Los rostros luminosos que reflejan la gloria de Dios

En la temprana mística judía y cristiana el tema del rostro luminoso del visionario, como resultado de la experiencia de Dios, es muy importante. En otra entrada estudiamos el fenómeno en relación a los rostros luminosos de Enoc y Moisés. En muchos otros enlaces hemos visto cómo Adán también reflejaba la Gloria Divina antes del pecado. De hecho, en la cábala, por ejemplo, este rostro luminoso implica el recobrar la imagen perdida tras el pecado de Adán y tener, así, la visión total que va desde un confín al otro del mundo tanto desde el punto de vista espacial como temporal.  El paradigma del rostro luminoso no es sólo Adán, sino, y como sabemos, especialmente, Moisés cuando descendió del Sinaí luego de haber estado con Dios (Ex. 34,29).  R. Abraham Ibn Ezra dice en su comentario a Ex 34,29: “Moisés no era conciente que la piel de su rostro era radiante y la razón-desde que él había hablado con Él- era que la gloria había aparecido en su rostro y de allí que éste era radiante como el cielo”. Además de Moisés no podemos dejar de pensar en Enoc quien de acuerdo al 2Enoc también tiene un rostro resplandeciente luego del encuentro con Dios. El Zohar le atribuye a este héroe la cualidad de haber tenido la luz divina dentro de él de tal forma que se desarrolló hasta convertirlo en Metratrón. 
También son importantes algunos textos de Isaías como 58,8: “Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se dejará ver presto”; 58,10: “Y si derramares tu alma al hambriento, y saciares el alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el medio día”; Is 60. En estos versos, al igual que en el Ev. Tomás, la estructura de fondo es la presencia de una luz, presente y escondida en el hombre, que no es capaz de expresarse debido a la injusticia y maldad del mundo. Esta luz es reminiscencia de la luz esencial presente desde el primer día de la creación de acuerdo al relato del Gn. La idea, por lo tanto, es rectificar el mundo humano para así traer la iluminación divina a la humanidad. De nuevo, las coincidencias con el Ev. de Tomás son muy llamativas.  Otro texto que se interpretará a la luz de estas ideas en la cábala del Zohar es Dn 12,3: “Y los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan á justicia la multitud, como las estrellas á perpetua eternidad”. Esta idea sobre el justo brillando en el mundo venidero se encuentra también en el Midrash Tehillim: “Florecerá en sus día justicia, Y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna” (Salm 72,7). ¿Hasta cuándo? Hasta el tiempo en que la luna deje de existir. Tal como el sol y la luna brillan en este mundo, entonces los justos están destinados a brillar en el mundo venidero como está dicho: “Y andarán las gentes á tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento” (Is 60,3). 
La relación entre esta luz y el estudio de la Torá está presente, por ejemplo, en el Mehkarim be-sifrut ha Kabbalah donde R. Joseph Gikatilla señala: ¿Cuántas habitaciones tiene la Torá? Habitación tras habitación…hasta que se alcanza el lugar llamado misterio, el cual es el secreto del Keter…Y este secreto es el que “los misterios revelan la luz” (Job 28,11); cuando una persona alcanza el conocimiento de este misterio, sus ojos brillan con las cosas escondidas en él. En la literatura rabínica encontramos el ejemplo de R. Eli´ezer que “estando sentado y exponiendo problemas más grandes que los revelados a Moisés en el Sinaí, su rostro comenzó a brillar como la luz del sol, y su esplendor alcanzaba una gran distancia como el de Moisés, a tal punto que nadie sabía si era de noche o era de día (Shekel ha-kodesh p. 16). En este sentido encontramos en la Zohar 3,303ª  la relación entre el estudio nocturno de la Torá y el adquirir el esplendor de la luz divina. Esta es la alabanza de los antiguos hasidim cuando se levantaban a medianoche y se podían alabar y estudiar la Torá…cuando el Santo, bendito sea, entra a medianoche….se deleita en ellos y en sus palabras. Luego, todos son presentados, lo masculino y lo femenino, y el Santo, bendito sea,- luego de inhalar sus aromas y gozarse en ellos y en todas sus palabras, sus secretos de sabiduría- se les revela, y ellos contemplan el gozo de YHVH…entonces todos se gozan con gran gozo hasta que el resplandor y la luz brillan con fuerza. Y desde esta emanación del esplendor y de la luz de su gozo, frutos son producidos para este mundo. 

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.