Los Padres del Desierto y el Conocimiento

En el desierto se hacía una clara distinción entre el conocimiento que se podría adquirir a través de la educación que proporciona «el mundo» y la que se adquiría a través del trabajo arduo propio de los monjes. [Evagrius] le decía al bendito Arsenio: «¿Cómo es que nosotros, con toda nuestra educación y sabiduría no tenemos nada, mientras que estos incultos egipcios adquieren tantas virtudes?» Abba Arsenio le decía: «De hecho nosotros no recibimos nada de nuestra educación mundana, pero estos egipcios incultos han adquirido las virtudes por su propio trabajo duro» [Arsenius 5; PG 65, 88D-89A]. De hecho esta historia no sólo relaciona el verdadero conocimiento con la adquisición de virtudes, también nos habla de los tremendos esfuerzos que los extranjeros como Evagrius tenía que hacer en tierra extraña como Egipto. Así, por ejemplo, un día alguien le dijo: «Abba, nosotros sabemos que si tu estuvieras viviendo en tu propio país, probablemente serías un obispo o un gran lider, pero en el presente te sientas aquí como un extraño»[Evagrius 7, PG 65, 178A]]. Entrar en el desierto era un mundo nuevo, en el cual había que aprender todo desde cero. El más sabio no era más que un aprendiz en medio de los habitantes del desierto. Y es que ciencias como las matemáticas, las ciencias técnicas, la dialéctica, todas eran consideradas superfluas, no contribuían nada en el vivir correctamente. En el desierto el conocimiento está relacionado con la práctica de la virtud. Sus instrucciones, su modestia en el vestir, su ausencia de vanidad, sanaban las enfermedades morales que el sujeto podría padecer. A diferencia de los sabios filósofos que se adiestraban a través del conocimiento de los clásicos paganos, los monjes lo hacían con la biblia. Para más detalles.D. Burton-Christie, The Word in the Desert,  57-61

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.