La Ley y el Espíritu (Rom 8,1-4)

Hemos visto varios aspectos en relación a la
Ley y el Espíritu en Pablo (y aquí). Hoy quisiera detenerme en otro texto
importante: Porque la ley del Espíritu de
vida en Cristo Jesús
(νόμος τοῦ πνεύματος τῆς ζωῆς ἐν Χριστῷ Ἰησοῦ ) te ha libertado de la ley del pecado y de
la muerte
(νόμος τῆς ἁμαρτίας καὶ τοῦ θανάτου) (2). Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la
carne, Dios lo hizo: enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado
y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne (3), para que el
requisito
(δικαίωμα) de la ley se
cumpliera
(πληρωθῇ ) en nosotros, que
no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (4).
Aquí
encontramos una contraposición entre la ley del Espíritu de vida en Cristo y la
ley del pecado y la muerte. Se trata, la primera, de la ley en el espíritu no
escrita en piedra, es el poder liberador del Espíritu,  enfrentada a la  segunda, 
la Ley mosaica (escrita), incapaz de luchar contra la fuerza envolvente
del pecado.  Fijémonos también que lo que
la ley no pudo llevar a cabo es la realización plena de la misma, lo que
precisamente llevó a cabo Jesús. Es interesante constatar que uno esperaría que
el sacrificio de Cristo realiza “todos los requisitos de la Ley”…sin embargo,
aquí se habla de “el requisito de la ley”. ¿Por qué ocupa el singular? ¿A caso
se está refiriendo al mandamiento del “no codiciar” que está a la base del
pecado del primer Adán (Rm 7,7-25) al que se contrapone Jesús, el segundo Adán?
¿No se estará refiriendo al mandamiento del amor (ver semejanzas entre Rm 8,4 y
Gal 5,13-16)? Esta segunda opción parece más adecuada (ver Rm 13,8-10). Otro
problema surge del pasivo πληρωθῇ que implica que los creyentes son sujetos
pasivos del cumplimiento o plenitud del requisito de la ley. ¿Cómo explicar
esta pasividad? Es probable que Pablo tenga en mente que el requisito de la ley
es una consecuencia del caminar en el Espíritu…no es algo que se tenga que
buscar y alcanzar de manera premeditada y con el propio esfuerzo. Esta idea se
enfatiza en Rm 13,8-10 donde se habla del amor del prójimo, como resumen de la
ley, que nace del agradecimiento creyente por la misericordia de Dios en
Cristo.

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.