La espada y la cerca: Efrén el Sirio
La desobediencia de Adán y Eva provocó la imposición de una frontera inviolable para que no subieran a la montaña. Allí se encontraba el querubín con la espada que giraba (Gn 3,24).
«El Justo vio como Adán había llegado a ser muy audaz
porque Él había sido muy indulgente…
Adán había pisoteado aquella suave y agradable frontera,
de tal modo que Dios hizo para Adán
una frontera defendida por la fuerza.
Las meras palabras del mandamiento
habían sido la frontera para el árbol,
pero ahora el querubín y la aguda espada
proveyeron la frontera al Paraíso» (Himno al Paraíso IV.1).
En un punto más abajo de la montaña se encontraban las higueras con cuyas hojas la primera pareja se había vestido después de la desobediencia (Himno al Paraíso II.7). Ahora bien, toda esta estructura defensiva fue desmantelada por Cristo cuando su propio costado fue herido por la lanza en la cruz: «la espada que traspasó a Cristo removió la espada que defendía al Paraíso (Himnos sobre la crucificción IX.2). A su vez escribe en los Himnos sobre la Natividad (VIII.4):
«Bendito el Misericordioso
que vio la espada junto al Paraíso,
cerrando el camino al árbol de la Vida;
Él vino y tomó para Sí mismo un cuerpo
que fue herido de tal forma que,
abriendo Su costado,
él pudo abrir el camino al Paraíso».
La lanza y el costado de Cristo, el segundo Adán, apuntan a la narrativa del Gn, a la espada del Querubín, y al costado de Adán que milagrosamente dio nacimiento a Eva. Del costado de Cristo fluye el agua, la sangre, y anuncia los sacramentos del Bautismoy la Eucaristía, al mismo tiempo que anuncia el nacimiento milagroso de la Iglesia. «»De allí vino sangre y agua», esto es, Su Iglesia que es construida desde su costado. Tal como en el caso de Adán, su esposa fue tomada de su costado. La esposa de Adán es su «costilla», de tal modo que la sangre de nuestro Señor es Su Iglesia. Desde la costilla de Adán emanó la muerte, desde la costilla de nuestro Señor, la vida» (Comentario al Diatessaron XXI, 11).