Heracleon comenta el cuarto evangelio
En el comentario a Jn 2,12-22 (la purificación del templo), Heracleón le da el mismo significado a los tres acontecimientos que ocurren: la entrada de Jesús y la purificación del templo (2,12-17);
el dicho sobre destrucción y reconstrucción del templo (2,19-20); y la interpretación de este dicho en relación a su cuerpo, muerte y resurrección (2,21-22). Todo referiría a la acción salvadora de Jesús en este mundo: luego que Jesús desciende a Cafarnaún, sube a Jerusalén representando la subida del mundo material al mundo físico. En Jerusalén Jesús se dirigirá al Templo, que representaria el lugar donde habitan los espirituales, es decir, aquellos gnósticos que pertenecen a la comunidad cristiana. Lo que está diciendo Heracleón aquí es que Jesús no sólo vino a salvar a los físicos sino que también a los espirituales que habitan en el Templo (este es un punto que divide a los valentinianos: ¿necesitan salvación los espirituales o sólo los físicos?). Los espirituales necesitan de la salvación porque se encuentran afectados por pasiones representadas por los mercadistas del templo. La salvación, por lo tanto, depende de dos elementos: el salvador asume la carne, y el salvador no se deja llevar por las pasiones. Ambos aspectos se representan en el látigo con el que castiga Jesús a cambistas. Este látigo representa el Espíritu que es el mismo Jesús y al mismo tiempo su instrumento de castigo a la materia. Es a través de esta acción y la pasión (representada en la madera) que el salvador transforma el Templo en su Iglesia. De hecho la interpretación de Jn 2,19-22 respecto a la resurrección la
referirá a la resurrección de la iglesia y pasa llanamente por alto la alusión que hace el evangelista al cuerpo de Jesús.
Una de las características de Heracleón es la ausencia del cuerpo espiritual-iglesia de Jesús común en otros escritos valentinianos. La ausencia de una iglesia espiritual pre-existente y fruto de la sabiduría (no la madre) que sirva de cuerpo espiritual a Jesús cuando desciende es característico de Heracleón. La interpretación de Jn 4,37 simplifica el mito valentiniano que decía: 1) El Salvador y sus ángeles se muestran a Sofia, 2) entonces ella emita su fruto espiritual, la iglesia en la imagen del Salvador y sus ángeles, 3) parte de esa semilla es sembrada en los primeros hombres, 4) el Salvador desciende a la tierra vistiendo el cuerpo espiritual que es la Iglesia, 5) los miembros de la Iglesia están sufriendo en el mundo, 6) en el ritual de la
redención ellos son unificados con los ángeles. La versión de Heracleón es más simple: 1) el Hijo del Hombre siembra las semillas espirituales en los bebes, 2) esta semilla crece y madura en el mundo, 3) el Salvador cosecha el fruto maduro descendiendo al mundo con los ángeles y uniéndose con los espirituales. Como sea, Heracleón es parte del gnosticismo que sí le da un valor redentor a la encarnación y pasión, una soteriología de una mutua participación. La salvación es para los espirituales, mientras que los físicos se salvan participando de la salvación de los primeros (Jn 4,28).