Eucaristía y pureza en el cristianismo primitivo

Es indudable que la liturgia de las Iglesias Ortodoxas bebe de tradiciones relacionadas más directamente con el templo de Jerusalén que la Católica. De hecho los ortodoxos reconocen que su liturgia es la que deriva de Santiago en Jerusalén. De ser así (aunque sea una verdad parcial), ¿existen indicios en el NT de la eucaristía celebrada (o entendida) al modo de las liturgias en el templo de Jerusalén? Me da la impresión que varios elementos, aunque no sistematizados, apuntan a ese sentido. Uno de ellos es lo concerniente al tema de la pureza requerida al momento de celebrar la eucaristía. Este era uno de los temas fundamentales de la primera liturgia cristiana cuyo origen estaba en Jerusalén. Lo vemos en la polémica, altamente atestiguada, sobre el compartir la mesa con gentiles. Si bien había diversidad de opiniones, hacia el siglo I la mayoría de los judíos consideraban a los gentiles como impuros. La impureza de éstos derivaba de su idolatría y de la supuesta vida inmoral que llevaban. Esta impureza se ilustra en la prohibición que tenían de traspasar la corte de los gentiles en el templo de Jerusalén, y, en el caso cristiano, de sentarse a la mesa con los judíos.Ahora bien, ¿hasta qué punto la relación con los gentiles era causa de impureza para los judíos? No hay una respuesta univoca. Depende del lugar y de la escuela de pensamiento del judío en cuestión. Los judíos de la diáspora estaban mucho más expuestos al trato con los gentiles y estaban mucho más lejos del templo de Jerusalén por lo que se puede suponer que eran más relajados al momento de tratar con los paganos. Los judíos en Israel, por el contrario, debieron haber sido más estrictos en el evitar el trato cotidiano con los gentiles. Como sea, tampoco la impureza derivada del contacto con los gentiles era una cuestión muy seria. Era un tipo de impureza que no se podía evitar, como el tener contacto con un cadáver (querrían o no, los judíos tenían que asistir a funerales), o la eyaculación de esperma (todos los judíos tenían relaciones sexuales o eyacularían por la noche). Es verdad, el contacto con gentiles producía impureza pero este era el estado común en el que vivían los judíos, quienes con los ritos necesarios se podían recobrar la pureza perdida, y así poder celebrar los ritos que los identificaban.

Otra cosa, más seria, era el compartir la mesa con los gentiles. Aquí no sólo estamos hablando de relacionarse con ellos, sino de la observancia a las leyes concernientes a la dieta judía. Había grupos, como el de los esenios, que interpretaban preceptos de la Torá como una prohibición explícita a compartir la mesa con gentiles sin importar si se seguían las dietas judías. También algunos grupos de fariseos interpretarían la Ley en ese sentido. Otros fariseos eran más abiertos en el sentido que si bien podían compartir mesa con los gentiles, tenían que ser especialmente cuidadosos al momento de traer su propio alimento. El compartir la mesa implica un tema fundamentalmente de pureza: qué alimentos se comen y con quienes uno se puede sentar. Y aquí entramos a una de las polémicas cristianas más antiguas de las que tenemos conocimiento y que dice relación con la eucaristía. El quid del problema estaba en que los cristianos de Antioquia, de origen judío, compartían la mesa con los cristianos de origen gentil, sin atender a los problemas relacionados con la pureza, especialmente el tema de la impureza derivada del contacto con gentiles. Pedro, pasando por Antioquia, no tuvo problemas en unírseles. Sin embargo, cuando desde Jerusalén, Santiago, el hermano de Jesús y líder de la Iglesia, envió a los suyos a enmendar esta situación, Pedro dejó de compartir la mesa con los cristianos de origen gentil. Otros cristianos de origen judío imitaron la actitud de Pedro. Entre ellos nada menos que Barnabas. P. A. Bernheim recrea la actitud de Santiago en estos términos: “Hemos recibido en Jerusalén noticias que dicen que vosotros os sentáis a la mesa regularmente con gentiles. Estas noticias han provocado escándalo entre nuestros hermanos más conservadores. Pero hay más. Estas noticias, al expandirse, han llegado a conocimiento de otros judíos que se encuentran fuera de la iglesia, lo que hace mucho más difícil nuestra tarea evangelizadora entre ellos”. Por lo tanto, la preocupación de Santiago era una cuestión de principios. No bastaba con que los paganos renunciasen a la idolatría, creyendo en el único Dios de Israel, y reconociendo a Jesús como su Señor. La pureza requerida a los gentiles para sentarse a la mesa con los judeo-cristianos era mucho más alta. Más alta incluso que lo que pudieron convenir en el Concilio de Jerusalén. Implicaba ser miembro formal del pueblo de Israel, implicaba la circuncisión. Este incidente provocó la ira de otro líder cristiano con ideas mucho más radicales, Pablo de Tarso. Pero esto ya es otro asunto…lo que interesa es subrayar cómo desde el inicio la pureza estuvo en el corazón del debate de la celebración eucarística, elemento que nos lleva invariablemente a la pureza exigieda en algunas liturgias del templo de Jerusalén. Para más detalles: Bernheim, Pierre- Antoine, “James, Brother of Jesus”, SCM Press, 1996, P.156-180.

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.