Elías, Jesús, el espíritu y el poder terapéutico

 Los milagros realizados por Jesús  tienen su fundamento bíblico en la figura de
Moisés que es descrito como un profeta que
ha realizado milagros y maravillas (Dt
34,10-12).  Esta tradición continua en el A.T.  de
manera especial con Saúl quien es tomado
por el espíritu de Yavé
(1Sam 10,6) para profetizar (1Sam 10,10).  La
era dorada del profetismo carismático y su consecuente expresión en milagros y
maravillas se encuentra en las figuras de Elías y Eliseo. Recordemos que Elías
derrota a los profetas de Baal enviando fuego desde el cielo sobre su ofrenda
ofrecida a Yavé como signo de su aprobación (1Re 18; 1Cron 21,26; Lc 9,54).
Eliseo, por su parte, hace huir al ejército Sirio que se disponía a hacer la
guerra a Israel (2Re 7,6).  La relación
discípulo-maestro (Elías-Eliseo) es también fundamental para entender la
primera reflexión cristiana sobre el seguimiento a Jesús:
Partió, pues de allí Elías y se encontró
a Eliseo, hijo de Safat, el cual estaba arando doce yugadas a su cargo, y él
estaba en la duodécima. Elía pasó junto a él y le echó su manto encima. El dejó
los bueyes, y corriendo tras Elías, dijo: “Permíteme vaya a besar a mi padre y
mi madre, y luego te seguiré”. Respondióle: “Ve, vuelve…Entonces volvió Eliseo
detrás de sí…Después se levantó, marchó tras Elías y se puso a su servicio
(1Re
19,19-21).
Jesús actúa al modo de Elías, como un nuevo profeta dotado del espíritu. Pero más notables son los milagros que Elías y Elíseo realizan empoderados por
el espíritu de Yavé. Sanan (2Rey 5,1-19), resucitan a los muertos (1Re
17,17-24; 2Re 4,11-37), hacen llover (1Re 18,41-46), alimentan a la multitud
(1Re 17,8-16; 2Re 4,1-7). Jesús sigue el mismo modelo. Tomemos 1Re 17,17-24
donde el hijo de la mujer que hospeda a Elía muere. Ella lo recrimina en los
siguientes términos: Entonces ella dijo a Elías: «¿Por qué te has
metido en mi vida, hombre de Dios? ¿Has venido a mi casa para poner delante de
Dios todas mis faltas y para hacer morir a mi hijo?»
Entonces
Elías invoca a Dios y después de esto, “se tendió tres veces sobre el niño e invocó a Yavé: «Yavé,
Dios mío, devuélvele a este niño el soplo de vida». 
Yavé oyó la súplica de Elías y le volvió al niño la
respiración: ¡estaba vivo! 
Elías tomó al niño, lo bajó del cuarto alto a
la casa y se lo devolvió a su madre. Elías le dijo: «Mira, tu hijo está vivo». 
Entonces la mujer dijo a Elías: «¡Ahora sé que tú eres un
hombre de Dios y cuando tú dices la palabra de Dios, es verdad!».
Otro ejemplo lo encontramos en 2Re 4, 42-44: “Llegó un hombre que venía de Baal-Salisa; en su
saco traía al hombre de Dios veinte panes de cebada y de trigo que habían hecho
con harina recién cosechada. Eliseo le dijo: «Dáselos a esos hombres para que
coman».
Pero
el sirviente le dijo: «No me alcanza para repartírselo a cien personas».
Replicó: «Dáselos y que coman, porque esto dice Yavé: Comerán y sobrará». 
Les sirvieron, comieron y les sobró, tal como lo había dicho
Yavé.
 ”
Los milagros de Jesús son expresión viva de su bautismo en el
espíritu santo (poder sobre los espíritus inmundos) que hace presente el
reinado de Dios. En estrecha relación con este poder del espíritu encontramos
su capacidad de enseñar con autoridad. El
uno no se puede entender sin el otro. Todo esto convierte a Jesús en un
verdadero profeta…o el profeta definitivo (Elías) que antecede el advenimiento
del Reinado de Dios. Ahora bien, una cosa es ser el profeta…otra el mesías. El mesías es un concepto no fácil de definir en este período…puede tener cualidades reales, sumo sacerdotales, angelicales…pero lo que prácticamente no aparece son sus cualidades terapéuticas. ¿Se
creía que el mesías podría realizar milagros?

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.