La idea del templo celestial como realidad excelsa y como modelo del de Jerusalén se encuentra en distintas fuentes. En 4Q400 1 II, 5-7 se habla del sacerdocio y la liturgia del mundo como inferior a la celestial. El templo celestial como
miqdash qodsho aparece en Mas1K II, 25//4Q403 1 I, 11 and 1 I, 42.13, donde además se habla de una multiplicidad de templos celestiales (linea 46) al modo como la literatura de Hejalot hablará de palacios. This text speaks also about a multiplicity of temples (line 46). El texto también se refiere al tabernáculo celestial,
el más alto y excelso tabernáculo, la Gloria de su Reino (4Q403 1 II, 10). También se habla del velo (
parokhet) del santuario del Rey (4Q405 15 II–16, 3, cf.
parokhet, linea 5). El tabernáculo aparece también en 4Q405 20 II–21–22, 7 junto con la mercabá, el carro-trono de Dios. En el libro de los
Jubileos, el templo de Jerusalén es un reflejo del celestial donde están presentes
los ángeles de la presencia y la adoración de Dios (Jub. 15,27; 31,14). En
1Enoc 39,3; ,
2 Enoc 21,3; y en el
Apocalipsis de Abraham 18,2 los ángels recitan, al modo de sacerdotes, en la liturgía celestial:
Santo, Santo, Santo. Figuras ángelicales prominentes son Melquizedek, Miguel, Metatron, Uriel, Paniel…y en la
Carta a los Hebreos, Jesús.
En la Carta a los Hebreos encotramos también la noción de un templo celestial como modelo al terrenal (8,2,.5). Jesus es descrito como sirviendo en el verdadero templo celestial en nombre del pueblo de Dios (9,24). Para hablar del templo terrenal Hebreos se refiere al tabernáculo del desierto más que al primer o segundo templo de Jerusalén. El tabernáculo se describe en 9,1-5, en el contexto de la necesidad de un nuevo culto (9,1-10), como compuesto de dos tiendas: la exterior con el candelabro (menorah) y la mesa con los panes de la presencia; y la interior que es el santo de los santos (qodesh ha-qodashim) separada de la primera por un velo ( 10,20) y que contiene el altar de oro y el arca de la alianza (Ex. 16,33–34), la vara florecida de Aarón (Num. 17,23), y las tablas de la ley (Ex. 25,16; Dt. 10,2). Hebreos menciona también la silla de la misericordia (kaporet), la cubierta del arca (hilasterion) que expía. El sumo sacerdote es al único al que se le permite entrar al santo de los santos una vez al año, durante el Yom Kippur, y entonces con la sangre por la expiación de sus pecados y los del pueblo (9,6–7.25; Lev.16,11–16).