El exilio de la Sekinah como motivo místico

La Sekinah es la presencia de Dios o su morada.  En algunos textos es también el nombre de Dios (Targúm de Onkelos Dt12,5). La expulsión de la  Sekinah de
la presencia de los hombres (especialmente después de la destrucción del
segundo templo) marca un punto de quiebre en el desarrollo de la mística
hebrea, lo que daría pie, sin embargo,  a uno de los desarrollos místicos más preciosos y profundos. La Sekinah, como alguna vez el trono de Dios en la visión de Ezequiel, ha sido exiliada y se encuentra extraviada. Desde ahora el místico judío se esforzará por ir al encuentro de la Sekinah y de colaborar en la unión entre
Dios y su Sekinah. La ausencia de la Sekinah se explica aludiendo al mito primigenio en el 3Enoc: Desde el día en que
el Santo, bendito sea, expulsó al primer hombre del jardín del Edén, la Sekinah
moraba sobre un querubín bajo el árbol de la vida, y los ángeles servidores se
agrupaban e iban bajando desde el cielo en destacamentos, desde el firmamento
en compañías, desde el cielo en batallones para cumplir su voluntad en el mundo
entero. El primer hombre y su generación se asentaron junto a la puerta del
jardín del Edén para contemplar la imagen radiante del resplandor de la
Sekinah. Pues tal resplandor recorría el mundo de uno a otro confín, siendo
365.000 veces mayor que el del globo del sol; y en quien se beneficiaba  de ese resplandor de la Sekinah no quedaba
mosca ni mosquito, ni enfermaba ni padecía, ningún espíritu maligno tenía poder
sobre él, ni podía causarle daño, y no sólo eso, sino que tampoco los ángeles
podían dominarlo. Cuando el Señor, bendito sea, salía y entraba del jardín al
Edén, del Edén al jardín, del jardín al firmamento, del firmamento al jardín,
entonces todos contemplaban el resplandor de la imagen de su Sekinah, y nadie
sentía daño alguno; hasta que aparecieron los pertenecientes a la generación de
Enós, que fue el cabecilla de todos los idolatras que en el mundo han
sido…erigieron ídolos en cada rincón del mundo con una medida de mila
parasangas. E hicieron descender al sol y a la luna, a planetas y estrellas y
los colocaron ante los ídolos…Y ¿qué poder tenían para hacerlos descender?
Ellos no habrían podido hacerlo si Uzzah, Azzah, y Azazel no les hubieran
enseñado sortilegios capaces de hacerlos bajar y los hubieran utilizados…De
inmediato el Santo, bendito sea, apartó su Sekinah de la tierra, de entre ellos
(3Enoc 5,1-13).
Una explicación parecida encontramos
en Gn R. 19,7: Al principio, la Sekinah
estaba entre los habitantes de la tierra, pero desde que el primer hombre pecó
partió la Sekinah al primer cielo; pecó Caín, y se alejó al segundo cielo; con
el pecado de la generación de Enós, al tercer cielo; con el de la generación
del diluvio, al cuarto cielo; con el de la generación de la dispersión (torre
de Babel), al quinto cielo; con el de los sodomitas, al sexto cielo, y con el
de los egipcios en época de Abrahán, al séptimo cielo
hasta que apareció
Abrahán, que la hizo descender al sexto cielo, y así los descendientes de
Abrahán hasta Amran la hicieron bajar sucesivamente de cielo en cielo hasta el
primero. Moisés consiguió hacerla descender de nuevo a la tierra y erigió el
tabernáculo. Esto, por supuesto, hasta que el hombre volvió a pecar y Dios destruyó el templo, momento desde el cual la Sekinah ha partido al exilio. 

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.