Alianza: La dualidad vida y muerte, y la actitud del siervo en el rabinismo.
Cuando hemos visto la dualidad vida-muerte que se juega en la idea de la Alianza decíamos que el hombre se convierte en un ser insignificante delante del absoluto de Dios. Esta idea tan típica del pensamiento arcaico del oriente medio, también está presente en la literatura rabínica en Sifre Num Shelah 115 que equipara a Israel con un esclavo que debe obedecer las órdenes de su maestro sin cuestionarlas. «Yo soy Yavé tu Dios quien te ha traído desde la tierra de Egipto para ser tu Dios» (Nm 15,41). Otra interpretación: ¿Por qué se menciona el éxodo desde Egipto en conección con los detalles de cada mandamiento? ¿Con qué podremos comparar este asunto? A un rey que tenía un amigo cuyo hijo fue tomado en captividad. Cuando él le redimió lo hizo no como a un hombre libre sino como a un esclavo de tal forma que si el rey decretase algo y el hombre no quisiese obedecerle, el rey pudiese decir, «¡Tu eres mi esclavo!». Cuando ellos llegaron a una provincia, él le dijo: «calzadme la sandalia, lleva mis ropas y llévame a la casa del baño». El amigo del hijo comenzó a poner objeciones. El rey tomó el documento de redención y le dijo: «¡Tu eres mi esclavo!». De igual manera, cuando el Santo, bendito sea, redimió a la descendencia de Abraham su amigo no los redimió como hombres libres sino como esclavos. Si él decretase algo y ellos no lo aceptasen, él les dirá: «¡Vosotros sois mis esclavos!» . Recordemos, en estos textos el ideal humano es el siervo obediente que valoriza de sobremanera los decretos de su maestro. La ley no es sino el medio desde el cual el hombre se confía totalmente a Dios. Un comentario al Lv 20,26 nos da una pista sobre esta manera de pensar: «Tú debes ser santo para mí, porque Yo, Yavé, soy santo» (Lv 20,26), tal como Yo soy santo, tú debes ser santo; tal como yo aparte, así tu debes estar aparte. «Y yo te he separado de todos los pueblos para que seas mío» (Lv 20,26), si tu permaneces aparte de todas las naciones, entonces eres mío, sino, entonces tu perteneces a Nabudonoconosor y a su clase. R. Elazar b. Azariah dijo: ¿Cómo puedo saber que una persona no diga «yo no quiero vestir fibras mixtas, yo no quiero comer cerdo, yo no quiero cometer actos sexuales incestuosos», sino más bien, «yo quiero esas cosas, pero ¿qué puedo hacer? Porque mi Padre en los cielos ha impuesto estos mandamientos sobre mí?» Entonces la escritura dice, «y yo os he separado de los pueblos para que seáis míos». El será separado del pecado y aceptará el reino de los cielos sobre sí mismo (Sifra Qedoshim 10,21-22). La Ley es una marca conciente de identidad, incluso más si contradice los deseos humanos. Es la rendición a Dios. Y sólo de esta manera el hombre se hace miembro del pueblo de Dios. La idea que la Torá pueda contraponerse a los deseos del hombre es propia del pueblo judío, y contradice la idea griega sobre la ley natural que sigue lo divino y atrae todo lo propiamente humano. También contradice la idea paulina que entiende la oposición entre la Torá y los deseos de la carne como el fracaso de la Tora (Rm 7,14. 18. 22-24). Nada más lejos para algunos rabinos quienes pensaban que esta opisición no era sino expresión de la aspiración humana más grande y permanente de rendirse a Dios. Rendición que ha de hacerse motivada por el amor como leemos en Sifre Dt 41: «amando a Yavé vuestro Dios» (Dt 11,13). Si uno dice: Mirad yo estudio la Torá para llegar a ser rico o para ser llamado «Rabi» o para merecer una recompensa en el mundo venidero , las escrituras dicen»amando a Yavé vuestro Dios», todo lo que tu haces debe hacerse sólo por amor. Citemos también Sokho in m.Avot 1,3: No seáis como los siervos que sierven a sus amos por la recompensa, más bien sed como los siervos que no sirven a sus maestros por la recompensa, y dejad que el asombro de los Cielos estén sobre vosotros. Para más detalles: What´s divine about divine Law? p. 252-256