Vestidos del Sumo Sacerdote en la Carta a Aristeas
En dos entradas hemos descritos los vestidos
del sumo sacerdote en el templo de Jerusalén (ver: los vestidos del sumo; dos, ). Ahora comenzaremos a profundizar en el significado
teológico de estos y en las consecuencias que tienen en el estudio de la
primera cristología.
del sumo sacerdote en el templo de Jerusalén (ver: los vestidos del sumo; dos, ). Ahora comenzaremos a profundizar en el significado
teológico de estos y en las consecuencias que tienen en el estudio de la
primera cristología.
El primer documento a estudiar es la Carta de Aristeas, escrita en circunstancias de la embajada del Rey Tolomeo II Fidafelfo (285-246 a.c.) al sumo
sacerdote Eleazar en Jerusalén. En esta
carta, después de describir los vestidos del sumo sacerdote, se comenta que la
aparición de este portento impone respeto
y desconcierta tanto que pensarías que has pasado a otro mundo distinto de
este. Y estoy seguro que todo aquel que se acerque al espectáculo que hemos
descrito experimentará una maravillosa e inexplicable consternación conmovido
en los más profundo de su ser (99). Un poco antes el autor había descrito
con más cuidado los vestidos del sumo sacerdote Eleazar: Se
apoderó de nosotros una gran consternación cuando contemplamos a Eleazar en
el servicio litúrgico, su vestidura y el resplandor que despide al ponerse la túnica que viste y por las piedras preciosas que la circundan. Pues tiene campanillas
de oro que cuelgan de su túnica hasta los pies, emitiendo un tintineo peculiar,
y granadas de variopintos bordados de preciosos colores junto a cada una de
ellas (96). Iba ceñido con un
magnífico y extraordinario tejido con los más bellos colores. Sobre el pecho
llevaba el llamado «oráculo», en el que estaban engastadas doce piedras
preciosas de diferentes tipos incrustadas en oro: los nombres de las doce
tribus, según el orden original,
desprendiendo cada una de ellas el indescriptible color que la
caracteriza (97). Sobre
su cabeza llevaba el llamado «turbante», y sobre éste la mitra inigualable, la
diadema santificada
con el nombre de Dios en relieve y con los caracteres santos sobre una lámina
de oro, en medio de sus cejas, todo resplandor. Pues se le ha creído digno de
este atuendo en las funciones litúrgicas
(98).
sacerdote Eleazar en Jerusalén. En esta
carta, después de describir los vestidos del sumo sacerdote, se comenta que la
aparición de este portento impone respeto
y desconcierta tanto que pensarías que has pasado a otro mundo distinto de
este. Y estoy seguro que todo aquel que se acerque al espectáculo que hemos
descrito experimentará una maravillosa e inexplicable consternación conmovido
en los más profundo de su ser (99). Un poco antes el autor había descrito
con más cuidado los vestidos del sumo sacerdote Eleazar: Se
apoderó de nosotros una gran consternación cuando contemplamos a Eleazar en
el servicio litúrgico, su vestidura y el resplandor que despide al ponerse la túnica que viste y por las piedras preciosas que la circundan. Pues tiene campanillas
de oro que cuelgan de su túnica hasta los pies, emitiendo un tintineo peculiar,
y granadas de variopintos bordados de preciosos colores junto a cada una de
ellas (96). Iba ceñido con un
magnífico y extraordinario tejido con los más bellos colores. Sobre el pecho
llevaba el llamado «oráculo», en el que estaban engastadas doce piedras
preciosas de diferentes tipos incrustadas en oro: los nombres de las doce
tribus, según el orden original,
desprendiendo cada una de ellas el indescriptible color que la
caracteriza (97). Sobre
su cabeza llevaba el llamado «turbante», y sobre éste la mitra inigualable, la
diadema santificada
con el nombre de Dios en relieve y con los caracteres santos sobre una lámina
de oro, en medio de sus cejas, todo resplandor. Pues se le ha creído digno de
este atuendo en las funciones litúrgicas
(98).
¿Por qué los vestidos del sumo sacerdote producen tal reacción en los
fieles que se ha congregado en el templo? Al igual que otros autores antiguos
como ben Sira, Filón o Josefo, los vestidos del sumo sacerdote para el autor de
Aristeas constituyen la gloria del
Sumo Sacerdote. Cuando Aristeas habla del turbante
como mitra le está reconociendo
un carácter real a la gloria del sumo
sacerdote. El sumo sacerdote tendría atributos reales…un aspecto importante
para entender a Jesús resucitado: rey y sacerdote. El reconocimiento real del
sumo sacerdote no es exclusivo de Aristeas, también ben Sira hace lo mismo en
relación al sumo sacerdote Simón el Zadokita (50,5-15). Esta doble naturaleza,
real y sacerdotal, explica la reacción de la gente cuando ve aparecer al sumo
sacerdote. Maravilla, consternación, y desconcierto. Es como si se tratase de
un personaje venido de otro mundo….como si fuese un ángel. Precisamente esta
naturaleza cuasi divina del sumo sacerdote, manifestada a través de sus
vestidos, es la que explica uno de los motivos teológicos más importantes de la
carta: el silencio . Y es que el autor de la carta considera el servicio
litúrgico del templo por sobre cualquier realidad terrena. Sería algo así como
una revelación en la tierra de lo que sucede en el mundo celestial. Por eso el
énfasis siempre esta en lo que es visto,
frente lo cual la respuesta evidente es el silencio.
Lo único que se escucharía en la liturgia son las campanitas que suenan
desde los vestidos del sumo sacerdote…expresión de la gloria real y sacerdotal
del mismo Dios.
fieles que se ha congregado en el templo? Al igual que otros autores antiguos
como ben Sira, Filón o Josefo, los vestidos del sumo sacerdote para el autor de
Aristeas constituyen la gloria del
Sumo Sacerdote. Cuando Aristeas habla del turbante
como mitra le está reconociendo
un carácter real a la gloria del sumo
sacerdote. El sumo sacerdote tendría atributos reales…un aspecto importante
para entender a Jesús resucitado: rey y sacerdote. El reconocimiento real del
sumo sacerdote no es exclusivo de Aristeas, también ben Sira hace lo mismo en
relación al sumo sacerdote Simón el Zadokita (50,5-15). Esta doble naturaleza,
real y sacerdotal, explica la reacción de la gente cuando ve aparecer al sumo
sacerdote. Maravilla, consternación, y desconcierto. Es como si se tratase de
un personaje venido de otro mundo….como si fuese un ángel. Precisamente esta
naturaleza cuasi divina del sumo sacerdote, manifestada a través de sus
vestidos, es la que explica uno de los motivos teológicos más importantes de la
carta: el silencio . Y es que el autor de la carta considera el servicio
litúrgico del templo por sobre cualquier realidad terrena. Sería algo así como
una revelación en la tierra de lo que sucede en el mundo celestial. Por eso el
énfasis siempre esta en lo que es visto,
frente lo cual la respuesta evidente es el silencio.
Lo único que se escucharía en la liturgia son las campanitas que suenan
desde los vestidos del sumo sacerdote…expresión de la gloria real y sacerdotal
del mismo Dios.