Viajes celestiales en las Hejalot Zutarti (2)

Una de las unidades que conforman el Hejalot Zutarti son los relatos sobre los viajes celestiales (&335-374). Comienza con un párrafo programático que es una interpretación de m Hagigah 2,1en la que se nos advierte que los secretos de la mercabá no pueden ser enseñados a no ser que la persona los entienda por sí misma y sea sabia. Esto implica que el contenido de las Hejalot Zutarti es muy delicado, no puede ser compartido en forma general, sino que más bien han de guardarse en el corazón del místico. El texto dice:

“Si quieres ser señalado en el mundo de tal modo que los secretos del mundo y los misterios de la sabiduría (de la mercabá) te sean revelados, repite esta mishna, y se cuidadoso respecto a ella hasta el día de tu muerte. No trates de entender qué viene después de ti, y no explores las palabras de tus labios. Tú intentarás entender las palabras que están en tu corazón y guardar silencio sobre estas para que seas capaz de la belleza de la mercabá. Se cuidadoso con el honor de tu Creador y no desciendas a éste. Como sea, si tu desciendes hasta éste, no te goces de nada. Tu final sería el ser expulsado de este mundo. El honor de Dios es un asunto secreto, de tal forma que no seas expulsado de este mundo” (&335).

Moisés se presenta como el primer místico que ascendió hacia Dios, no sólo para recibir la Tora, sino que para serle revelado los nombres que impedirán que el iniciado olvide la Tora:

En la hora cuando Moisés ascendió a Dios en lo alto, el Santo, bendito sea, le instruyo: Que cada hombre cuyo corazón se extravíe invoque estos nombres….” (&336b-c). “Este es el nombre que le fue revelado a Aquiva cuando él contemplaba el trabajo de la mercabá.
Y R. Aquiva descendió y enseñó a sus estudiantes.
Él les dijo:
Mis hijos, sed cuidadosos con este nombre,
Porque éste es un gran nombre,
Este es un nombre santo,
Este es un nombre puro,
Para todo aquel que hace uso de él,
En terror y en temor,
En pureza y en santidad, y en humildad,
La persona va a multiplicar su descendencia,
Será exitoso en todas sus tareas,
Y sus días serán muchos.
Bendito seas, Señor, que nos has santificado con sus mandamientos
Sobre la santificación del nombre
(&337).

El uso del nombre de Dios tiene implicancias mágicas por cuanto garantiza una fecunda descendencia, una exitosa vida laboral y una vida larga. En el caso de Moisés, éste utilizando el santo nombre realizó los signos y las maravillas en Egipto, y derrotó a los egipcios (&341ª). Un detalle interesante es notar que en el incidente de la zarza ardiente es “Metatron, el gran príncipe del Señor, el príncipe de los ejércitos del Señor, quien se revela a sí mismo, diciendo “Moisés, Moisés” (&341b). El poder del nombre es poderoso por muchas razones, entre estas porque a través del nombre todo el universo fue diseñado (&348c). A través del nombre el místico recibe un gran poder que lo hace capaz de:

Ascender a lo alto,
Conducir el carro-ruedas,
Descender,
Explorar el universo,
Caminar sobre el suelo seco (alusión al mar rojo)
Contemplar el esplendor de Dios
Permanecer (¿?) con su corona
Ser transformado por su gloria,
Alabar,
Combinar las letras,
Decir los nombres,
Contemplar lo que está en lo alto,
Contemplar lo que está en lo bajo,
Conocer el significado de los vivos,
Y contemplar la visión de los muertos,
Caminar sobre ríos de fuego (Dn 7,10),
Y conocer los rayos y el arcoíris (Ez 1,13.28)
(&349).

Ahora bien, ¿puede el hombre ver a Dios? Esta cuestión se analiza a través de tres versículos bíblicos. El primero es Ex 33,20 donde Dios señala que “ningún hombre me ha visto y ha vivido”; el segundo, tomado de Dt 5,21//24, y al modo de antítesis dice que “Dios ha hablado al hombre y él ha vivido”; y la síntesis, tomada de Is 6,11 donde el profeta dice que “yo he visto al Señor sentado sobre un trono” (&350). Lo que se quiere decir es que no cualquiera puede ver a Dios, sólo algunos pocos elegidos son merecedores de la visión divina sin sufrir las previsibles consecuencias. Es interesante que el texto no continua explicando la visión de Dios, sino que vuelve al tema que preocupa al autor: “¿Cuál es su nombre?” (&351ª), lo que es seguido por una lista de nombres (&351b). Y luego pasa a ver las categorías de seres que han visto a Dios: los santos (o ángeles) (&352ª); los profetas a través de sueños-visiones (&352b) ; los reyes (&352c); nuestros rabís, Akiva y Moisés son mencionados (352d). El primero describe a Dios en términos impresionantes:

Él es, de alguna manera, como nosotros,
Pero es más grande que todo,
Y esta es su gloria,
Que está oculta de nosotros.
Moisés les dijo, a estos y a estos:
No investiguéis vuestras palabras,
Mas Dios ha de ser bendecido en este lugar.
Por lo tanto es dicho: bendita sea la gloria del Señor desde este lugar (Ez 3,12)”
(&352d-f).

No es mucho lo que se nos dice de Dios. Tampoco más adelante se nos dirá más información. Lo que sigue es una descripción de los Hayyot (bestias sagradas) y de la gloria divina (&353-356). Esta última aparece nuevamente ligada al nombre por cuanto en el climax de estos himnos se nos dice que “sobre todo esto, con rayos y relámpagos, están establecidas las letras de su nombre. Su apariencia es como la del arcoíris en la nube (Ez 1,28)” (&356b). Esta sección termina, de hecho, con la bendición del nombre divino: “¡Bendito seas, bendito sea con grandeza su nombre por siempre y a través de las edades!” (&356h). Así esta bendición abre las puertas para entrar en una serie de himnos (&357-367) que versan sobre los nombres divinos. De nuevo tenemos que tener presente que el uso de los nombres divinos no están reservados para todos. Tal como decía R. Aquiva:

Aquel que extiende (su) nombre va a perder su nombre; (se entiende el nombre de Dios)
Aquel que no estudia se merece la pena de muerte.
Aquel que hace uso de la corona va a morir,
Aquel que no conoce Qintamisa, será puesto a la muerte, (se refiere al significado de este nombre en particular)
Y quien conoce Qintamisa, será deseado en el mundo venidero
” (&360b).

La exposición de nombres continua (&362-365) hasta que en &366 tenemos la siguiente mención a un viaje celestial de R. Aquiva:

Yo observé y contemplé todo el universo,
Y lo percibí tal cual es.
Yo ascendí en un carro de fuego
Y contemplé los palacios de granizo
Y encontré…(?) sentado en … (?).

Esta sección de las Hejalot Zutarti nos señala un carácter interesante del temprano misticismo judío. La magia, a través del conocimiento y del uso de los nombres divinos juega un papel muy importante. Ahora bien, creo que debemos definir exactamente qué entendemos por magia…mal que mal el uso del nombre divino es un elemento también muy importante en nuestros propios evangelios. Para más detalles: P. Schäfer, Origins, p. 282-294.

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.