Vestidos del sumo sacerdote II

La figura del sumo sacerdote del templo de Jerusalén es
fundamental para entender el desarrollo de cristológico en las primeras
comunidades cristianas. El sumo sacerdote no sólo mediaba entre el pueblo y Dios, sino que de alguna manera encarnaba la creación, la condición adámica y la sabiduría divina. Es muy importante en este contexto notar el alto
contenido simbólico de los vestidos utilizados por la autoridad religiosa. Textos
bíblicos que tocan el tema en términos generales  son: Ex 28,1-4.36.42 y Ez 44,19. Ya he visto
en otras entradas como se veían estos vestidos (ver: https://tomasgarciahuidobro.com/?p=579).  
La primera prenda era
una túnica de lino blanca que era común para todo sacerdote. Sobre ella notaremos
un manto llamado robe, todo de azul, sin mangas, y adornado en su parte
inferior con granados de azul, púrpura, carmesí y lino torcido que alternaba
con campanillas de oro puro (Ex 28,31-36). Sobre este robe encontramos  una de las
prendas más importantes del sumo sacerdote, el efod,  conjunto de dos piezas
unidas a la altura de los hombros mediante dos piedras de ónice sobre dos
hombreras, ricamente bordada con hilos de colores y ceñida a la cintura con un
cinto llamado sash (Ex 39,29)
y tejido con los mismos materiales. Vamos por parte. Las hombreras
que unían las dos piezas que constituían el efod estaban coronadas por
dos piedras de ónice puestas en dos bases de oro y con los nombres de las
tribus de Israel grabadas en ellas (Ex 28, 9-10). Estas dos piedras son
llamadas piedras de la memoria tal como se señala en Ex 28,12: Aplicarás
las dos piedras a las hombreras del efod: piedras recordatorio de los
israelitas. Aarón llevará sus nombres sobre las hombreras, como recordatorio
para el Señor.
De la base de oro donde estaban puestas las piedras de ónice
salían dos cadenas que llegaban hasta la cintura y que sostenían otro de las
vestimentas sumosacerdotales más importantes, el choshen mishpat coraza del juicio o coraza de la
desición.
Esta coraza hecha de oro y lana azul, purpura y escarlata, estaba
cocida con lino y sostenía cuatro líneas de 
piedras horizontales por tres verticales (sumando 12 piedras). Cada
una de estas piedras representaba una tribu de Israel la que tenía grabada
sobre ella (Ex 28, 17-21). Al igual que las piedras de ónice que se llevaban
sobre los hombres, estas 12 piedras también tenían un carácter memorial delante
del Señor (Ex 28,29). Pero esta coraza tenía además la facultad de ser un
instrumento adivinatorio : Pondrás en el pectoral del juicio de Dios los
urim y los tumim, para que estén sobre el corazón de Aarón cuando entre a
presentarse al Señor. Aarón llevará constantemente sobre el corazón, en
presencia del Señor, el dictamen de Dios para los israelitas
(Ex 28,30).
Ahora bien, ¿a qué se refiere los urim y los tumim? Las opiniones
son divididas. Algunos piensan que se refiere a los nombres místicos de Dios
que Moisés tomó y puso en la coraza (Lv 8,7-8). Pero, ¿cómo es que este
pectoral podía tener poderes divinatorios? La cuestión era así, cuando una
pregunta delicada se planteaba, el rey o el alto dignatario acudía al sumo
sacerdote por ayuda quien a su vez se dirigía al arca de la alianza para quedar
delante de ella. Mientras la persona que había planteado la cuestión permanecía
detrás del sumo sacerdote. Entonces el sumo sacerdote oraba sabiendo que el
Espíritu  de Dios yacía en los urim y los
tumin, y recibía respuesta divina a través de una visión profética.
Por último encontramos el miter o turbante con el nombre de Dios
grabado en la frente. Éste estaba escrito en la frase “Santidad al Señor” en una especie de corona hecho de una sola pieza
de oro solido que iba de oreja a oreja (Ex 28,38). El turbante estaba puesto de
tal manera que dejaba espacio entre éste y la corona. En este espacio se ponían
las filacterias llamadas tefillin (Dt
28,37; Ex 39,27). En cuanto al turbante en sí, estaba hecho de lino blanco y
medía aproximadamente 7 metros, envolviendo una y otra vez la parte superior de
la cabeza del sumo sacerdote. En la parte superior del turbante, y de punta a
punta, se llevaba además una tela de lana de color azul con tres líneas de oro
horizontales con decoraciones florales. Para más detalles. Chaim Richman, The HolyTemple of Jerusalem, p. 33-45. 

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.