Noé, nuevo Adán y sumo sacerdote en los Jubileos

De acuerdo al libro de los jubileos, y
siguiendo Gn 7,21-23, toda la raza humana desciende de Noé. De esta manera, Noé se convierte en el padre de la raza humana, o nuevo Adán. En Jubileos, Noé, es, además, el primer sumo sacerdote. Y es que lo primero que Noé hace al descender del arca es ofrecer un sacrificio
a Dios, dictando así una serie de normas rituales que se han de seguir en adelante.Los sacrificios de Noé tienen como objetivo es purificar la tierra siguiendo a Lv 18, 26-28; Nm 35,33-34 : A primeros del tercer mes, salió del arca
y construyó un altar en aquel monte. 
Mostrándose sobre la tierra, tomó un cabrito y expió con su sangre todo
el pecado de la tierra, pues había perecido cuanto en ella hubo, salvo que
estaba en el arca con Noé. Ofreció la grasa sobre el altar y, tomando un buey,
un cordero, una oveja, cabritos, sal, tórtolas 
y palominos,
ofreció un holocausto en el altar. Echó sobre ello una ofrenda de masa
harinácea con aceite, hizo una libación de vino y derramó encima de todo
incienso, haciendo elevarse un buen aroma, grato ante el Señor
(6,1-3). Adelantándose a normas que posteriormente quedarán fijadas por escritos, Noé y
sus descendientes juran nunca beber de sangre alguna, tampoco la sacrificada: Noé y sus hijos juraron no comer sangre
alguna de ningún ser carnal, e hizo pacto eterno ante el Señor Dios para
siempre en este mes
(6,10; ver también 6,7-8. 12-13; 7,29-33).  Esta prohibición es aplicable, para parte del judaísmo, a los gentiles pues con ellos también estaba prescrita esta Alianza. Algo de esto vemos en el libro de los Hechos cuando se decide admitir a los gentiles a la comunidad cristiana bajo condición que no consuman sangre entre otras. Pero más importante es notar que esta prohibición también está presente en la Alianza que hace Moisés con Dios a través de su ángel: Por eso
te ha dicho: «Harás tú también un pacto con los hijos de Israel 
este mes en
el monte, con juramento, y derramarás sobre ellos sangre por todas las palabras
de la alianza que ha concluido el Señor con ellos para siempre. Escrito
os queda este testimonio, para que lo guardéis siempre: no comáis nunca
sangre de bestia, animal o ave en todos los días de la tierra. Quien
comiere sangre de bestia, animal o ave en todos los días de la tierra será
arrancado de ella, él y su descendencia. Ordena tú a los hijos de’ Israel que
no coman sangre, para que permanezca siempre su nombre y descendencia ante el
Señor vuestro Dios
(6,11-13).
Para el autor de Jubileos, la alianza del Sinaí no es sino la confirmación de una alianza mucho más antigua, la de Noé, el nuevo Adán y
Sumo Sacerdote. Cuando Moisés esparce la sangre sobre el altar no está
sino refrendando la antigua alianza de Noé que ha de recordarse cada año en las
fiestas de las Semanas: Por eso quedó
establecido y escrito en las tablas celestiales que celebrarían la festividad
de las Semanas en este mes, una vez al año, para renovar la altanza todos los
años. Toda esta festividad se venía celebrando en los cielos desde el día de la
creación hasta los días de Noé, durante veintiséis jubileos y cinco
septenarios, y Noé y sus hijos la guardaron por siete jubileos y un septenario.
Cuando murió Noé, sus hijos la violaron, hasta los días de Abrahán, y comían
sangre. Pero Abrahán la guardó, al igual que Isaac y Jacob y sus hijos hasta
tus días, en los cuales la descuidaron los hijos de Israel hasta que se la
renové en este monte
(6,18-19). Pero además de la fiesta de las Semanas, la
relación entre ambas alianzas queda reflejada en las expresiones “todos los
días” y  “siempre” de 6,11-13 que haría
referencia a los sacrificios diarios en el templo (Tamid). Así el ángel le dice
a Moisés: Esta ley no tiene término de
días, pues es perpetua: guárdenla por todas las generaciones, para que rueguen
por sí con sangre, ante el altar, cada día; al tiempo del amanecer y del
atardecer implorarán siempre ante el Señor que la observen y no sean
desarraigados
(6,14). Por lo
tanto, para el creyente el Tamid implica el recordar el sacrificio realizado
por Noé cuando abandonó el Arca; la alianza renovada por Moisés en el Sinaí; la
fiesta de las Semanas cuando estas alianzas son ratificadas; el perdón que el
propio Tamid implora a Dios (purificación). Para más detalles:
C.T. R. Hayward, The Jewish Temple, p.
93-99. (label: Jubileos, Noe, Tamid)

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.