El martirio (III) ,el Evangelio de Judas, y el Testimonio de la Verdad

Las persecuciones contra los cristianos fueron esporádicas. Cuando se produjeron muchos cristianos apostataron ofreciendo sacrificios a los emperadores. Al final de cuentas consideraron que sus vidas y sus familias erán lo más valioso que Dios les había dado. Por último, no todos los grupos cristianos exaltaban a los mártires. Incluso algunos grupos cristianos condenaban el martirio considerándolo un sacrificio a un dios malo, injusto y celoso. Porque después de todo, ¿qué Dios, siendo verdaderamente bueno y trascendente, podría aceptar como sacrificio expiatorio la vida humana? Si existía un dios que se gloriaba de sus mártires, entonces ese debía ser un dios malo, celoso, ansioso de poder. El verdadero Dios jamás aceptaría sacrificios humanos. Un ejemplo de estos grupos lo encontramos en los cristianos que están detrás del Evangelio de Judás. La primera parte de este escrito es una polémica contra la gran Iglesia que se desarrolla a través de varios días en el ministerio público de Jesús. En el tercer día los discípulos tienen una visión de una gran casa (el templo) con un gran altar; en ella había doce hombres, aparentemente sacerdotes; y un nombre. Había una multitud esperando cerca del altar para ofrecer el servicio a Dios. Cuando Jesús pregunta cómo eran los sacerdotes, la respuesta de los discípulos se transforma en una crítica a la gran Iglesia: » Algunos sacrificaban a sus propios niños, otros a sus esposas como si fuese una bendición y se humillaban unos a otros. Otros asesinaban. Y más aún, otros cometían una gran cantidad de pecados y trasgreciones. Pero los hombres que estaban junto al altar invocaban tu nombre como si estuviesen comprometidos con todas las actividades propias de su sacrificio, con las que repletaban el altar» (38-39). Como vemos la visión de los sacerdotes y los sacrificios que pedían, también el de la propia vida y la de los que más queremos, se vislumbra como injusto, no deseado por el Dios verdadero.
En el Testimonio de la Verdad (NHC IX 29,6-74) también encontramos las mismas razones para oponerse al martirio: Si el Padre deseara un sacrificio humano sería amante de la vanagloria (32,20-25). De los martires dice que cuando están colmados por la pasión, éste es el pensamiento que tienen en su interior: Si nos entregamos a la muerte por causa del Nombre seremos salvados. La razón de este pensamiento es que son engañados por los arcontes malos: por medio de la acción de los astros errantes dicen que han completado su fútil carrera (34,1-10). El punto es el mismo, el Dios trascendente y verdadero no querría ni necesitaría de la muerte de los hombres. El martirio es producto del engaño de dioses menores y falsos.

El martirio es otro aspecto que nos ilustra la diversidad de corrientes en el cristianismo primitivo en el camino hacia la construcción de la ortodoxia. Lejos de encontrar una iglesia unida en contra la persecución, encontramos, igual que hoy, diversas posiciones cuando esas persecuciones tienen que ver con lo único que verdaderamente tenemos, la vida.

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.