La unción de Jesús en Lc 7,47

En el tiempo de Jesús era común el ungir con
perfume la cabeza de un invitado en tu casa. En Lc 7,46 vemos como Jesús
contrasta la unción que le hace una mujer y la falta de cortesía del dueño de
casa: Tú no me ungiste la cabeza con
perfume; ella me ha ungido los pies con mirra.
Esta falta de cortesía de
parte del dueño de casa se explica en este evangelio por una actitud moral
errónea de su parte en el sentido de sentirse justo ante Dios, un motivo
típicamente lucano. Sin embargo, esta falta del rabino se puede explicar por el
hecho que algunos rabinos estaban en contra de esta práctica. Esto es lo que se
trasluce de un texto que se puede retrotraer a antes del año 70: La escuela de Shammai dice: Él  sostiene la copa de vine en su mano derecha y
el aceite perfumando en la izquierda. Él bendice el vino y luego bendice el
aceite. Pero la escuela de Hillel dice: Él sostiene el aceite perfumando en su
mano derecha y la copa de vino en la izquierda. Él bendice el aceite y lo
derrama sobre la cabeza del huésped. Si el huésped era un discípulo de los
Sabios, entonces lo limpiará restregándolo contra la pared porque no es
adecuado para un discípulo de los Sabios ir por allí perfumado (t.Ber. 5.29). 

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.