La transformación del virtuoso en los Oráculos Caldeos y el Corpus Hermeticum

En los Oráculos Caldeos el alma del hombre virtuoso se convierte en un ángel después de su muerte. Esto no impide a que después de un tiempo estas almas desciendan de nuevo a la tierra para reencarnarse en individuos y realizar dos cometidos fundamentales. El primero es servir como maestros y ayudar a las personas a perfeccionar sus almas. Segundo, reasumiendo la realidad material, cooperan con la acción creadora del Demiurgo en su afan por reordenar el mundo sensible. Además de estos ángeles que se reencarnan para ayudar a las personas, también las almas de la gente ordinaria se reencarnan porque no ha alcanzado todavía la perfección a través de la virtud. Estas ideas encuentran algunos paralelos interesantes encontramos en el Corpus Hermeticum . En el Corpus Hermeticum I 26 el alma del bendito se eleva por las esferas celestiales hacia el Altísimo donde recibe nuevos poderes, puede cantar himnos a Dios, y es capaz de escuchar los himnos que cantan cada uno de los poderes (incluso aquellos que se ubican sobre el Altísimo). Esta transformación del virtuoso, que lo ubica entre los seres humanos ordinarios y los poderes superiores, además de su obligación de alabar a Dios, es indicativo de su nuevo estatus angelical. En el Corpus Hermeticum se promete, además, que estos ángeles van a recibir un premio aún mayor en el futuro como recompensa por su gnosis. Ellos se elevarán aún más alto para unirse a los poderes que acostumbraban a escuchar y eventualmente unirse a Dios. De igual forma en el KoreKosmou (CH XXIII 37-39), Dios le promete a las almas que han actuado virtuosamente durante esta vida que “su hogar celestial les saludará”, esto es que se elevarán a un eón que se ubica entre la tierra y los cielos. En CHXXIV 4 se complementa esta información diciéndonos que el alma que ha actuado bien durante su encarnación puede incluso ser transformada en un dios luego de su reencarnación final como un rey terrenal. La literatura judía y cristiana de la época también abordó el tema de los viajes celestiales y de la transformación del creyente en los cielos. Hombre como Zefanias, Leví, e Isaías fueron elevados a los cielos donde se convirtieron en ángeles. A pesar que la mayoría de estos héroes permanecieron en los cielos sólo temporalmente para luego retornar a la tierra y reasumir sus tareas ordinarias, algunos sí obtuvieron un estatus angelical permanente, como Enoc-Metatrón o Moisés (de acuerdo a algunas tradiciones). Para más detalles: Heavenly Realms and Earthly Realities, pP.88-91

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.