La muerte como consecuencia del pecado y la salvación en 2Baruc

Para el 2Baruc la muerte o corrupción es fruto
del pecado de Adán. En 48, 42-43 leemos: Adán,
¿qué les has hecho a los que han nacido de ti? ¿Qué se le dirá a Eva, que fue
la primera en obedecer a la serpiente? Pues toda esta multitud se encamina a la
corrupción y es incontable el número de los que el fuego devora.
Más
adelante se indica, si Adán fue el
primero que pecó, trayendo la muerte a todos, no sólo a los de su época sino
también a los que habrían de nacer de él, cada uno de ellos ha de prepararse
para el tormento futuro y también cada cual ha de elegir para sí la gloria
futura
(54, 15). También en 2Baruc 56,6 se menciona que al
pecar Adán apareció la muerte – que no
existía en tu tiempo- se dio nombre al luto, se preparó la tristeza, se creó el
dolor, se cumplió la fatiga en el trabajo, el orgullo comenzó a establecerse,
el Seol deseó renovarse con la sangre de los hombres.


La salvación implica el revertir la suerte del
primer Adán, de la muerte pasar a la resurrección, entendida como la
trasformación definitiva del creyente al modo de la gloria que una vez gozo el
primer padre. Después de que transcurra
ese día establecido, sucederá que se cambiará la forma de los que hayan sido
condenados y la gloria de los que hayan sido justificados (51,1)…Lo mismo
ocurrirá también con la gloria de los que ahora han sido justificados por medio
de mi Ley, los que durante su vida tuvieron inteligencia y plantaron la raíz de
la sabiduría en su corazón: entonces se glorificará su esplendor por medio de
trasformaciones, y el aspecto de sus rostros se convertirá en hermosa luz, para
que puedan tomar y recibir el mundo imperecedero que se les prometió (51,3)…se
transforman: unos con el esplendor de los ángeles y ellos en visiones
espeluznantes con aspecto de figuras horribles (51,5b)…Habitaran en lo más alto
de ese mundo, se asemejarán a los ángeles, serán comparables a las estrellas y
se transformarán en cualquier imagen que ellos deseen, de la belleza a la
hermosura y de la luz al esplendor de la gloria. Ante ellos se extenderá la
amplitud del paraíso y se les mostrará la belleza que tiene la grandeza de los
vivientes que están bajo el Trono y todas los ejércitos angélicos que ahora
están retenidos por mi palabra para no mostrarse y que, por un mandato mío, se
contienen permaneciendo en sus lugares hasta que llegue su advenimiento.
Entonces habrá más excelencia en los justos que en los ángeles (51,10-12).

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.