Jesús como el Rey Davídico

En Mc 1,1 leemos: «Αρχὴ τοῦ εὐαγγελίου Ἰησοῦ Χριστοῦ [υἱοῦ θεοῦ]».  Χριστοῦ no es un nombre propio sino un título: «el ungido». Este es el título de el Mesías (Mc 8,29; 12,35; 13,21; 14,61; 15,32). En Mc 15,32 vemos hasta que punto estos títulos están conectados: «ὁ χριστὸς ὁ βασιλεὺς Ἰσραὴλ καταβάτω νῦν ἀπὸ τοῦ σταυροῦ, ἵνα ἴδωμεν καὶ πιστεύσωμεν». El uso de χριστὸς en un contexto davidico lo encontramos en el Sal 18,50 (17,51 LXX): «Grandes victorias da Él a su rey (τοῦ βασιλέως αὐτου), y muestra su amor a su ungido (τῷ χριστῷ αὐτοῦ), a David (τῷ Δαυιδ) y a su descendencia para siempre. (Psa 18:50 LBA). Las promesas de la restauración eterna del reino davídico se desprenden de la profesía de Natan al Rey David: «Cuando tus días se cumplan y reposes con tus padres, levantaré a tu descendiente después de ti, el cual saldrá de tus entrañas, y estableceré su reino. Él edificará casa a mi nombre, y yo estableceré el trono de su reino para siempre. Yo seré padre para él y él será hijo para mí» (2Sam 7,12-14a). Una promesa similar aparece en 4QFlor 1, 10-13. «»Y YHWH te anuncia que te construirá una casa. Yo haré alzarse tu semilla detrás de ti y estableceré el trono de su reino por siempre. Yo será para él un padre y él será para mi un hijo». Esto se refiere al «retoño de David» que se alzará con el Intérprete de la lye que surgirá en Sión en los últimos días como está escrito: «Haré alzarse la cabaña de David que está caída», que se alzará para salvar a Israel». Por lo tanto, ya desde Mc 1,1 se identifica a Jesus con una figura real, y en el bautismo vemos ecos de su entronización: «Pero yo he consagrado a mi Rey (βασιλεὺς) sobre Sion, mi santo monte. Ciertamente anunciaré el decreto del SEÑOR que me dijo: «Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy. Pídeme, y te daré las naciones como herencia tuya, y como posesión tuya los confines de la tierra». Este es, entonces el eco que escuchamos en Mc 1,11 en el bautismo de Jesús: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido». Ahora bien, este reinado tiene particularidades propias, que vienen dado del marco de Isaías que define la historia de Mc. Así en Is 42, 1: «He aquí mi Siervo, a quien yo sostengo, mi escogido, en quien mi alma se complace. He puesto mi Espíritu sobre Él; Él traerá justicia a las naciones». Jesús el rey se identifica con el siervo justo de Dios que sufre por su pueblo. Como sea la naturaleza real de Jesús se vuelve a repetir en la transfiguración (Mc 9,7): «Éste es mi Hijo amado, a Él oíd», y en general en los anuncios de Jesús sobre la inminencia del reinado de Dios (Mc 1,15); Jesús apela a una comparación con David para justificar la conducta de sus discípulos cuando estos desgranaban el trigo en Mc 2,23-38; en Mc 6, 30-44 Jesús tiene compación del pueblo «Él vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor(ὡς πρόβατα μὴ ἔχοντα ποιμένα)». Esta última cita nos lleva a la oración de Moisé en Nm 27,17 cuando le pide a Dios que le de un sucesor para que su pueblo: «no sea como ovejas que no tienen pastor (πρόβατα οἷς οὐκ ἔστιν ποιμήν) (LXX)». Y por supuesto esta imagen nos lleva a Ez 34, 2b-6:« ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No son las ovejas lo que tienen que apacentar los pastores? Se alimentan con su leche, se visten con su lana; matan a las más gordas, pero no apacientan el rebaño. No fortalecen a las débiles, ni sanan a las enfermas, ni vendan a las heridas; no recogen las descarriadas, ni buscan las perdidas y maltratan brutalmente a las fuertes.  Al no tener pastor, se dispersaron y fueron pasto de las fieras salvajes. Mis ovejas se dispersaron y vagaron sin rumbo por montes y altos cerros; mis ovejas se dispersaron por toda la tierra, sin que nadie las buscase siguiendo su rastro» y Ez 34, 23-24«Les daré un pastor único que las pastoree: mi siervo David: él las apacentará, él será su pastor.
Yo, el Señor, seré su Dios, y mi siervo David, príncipe en medio de ellos. Yo, el Señor, lo he dicho». Todo esto indica que la multiplicación de los panes no sólo evoca el paso del pueblo sobre el desierto cuando Dios los alimentó con el maná, sino que también es una prefiguración del reino davídico que inaugura Jesús. 

Un aspecto altamente irónico de Jesús como rey en Mc es que es precisamente reconocido como tal por un ciego, el de Bartimeo (Mc 10, 46-52): « υἱὲ Δαυὶδ Ἰησοῦ, ἐλέησόν με». Bartimeo no sólo recobra la vista, sino que inmediatamente sigue a Jesús, convirtiéndose en el parádigma del discípulado. Ejemplos de este tipo también lo encontramos en 1, 40-44 con el leproso; 5, 25-34 con la mujer que sufre de hemorragias; 7,24-30 con la mujer sirofinicia; 9, 14-29 con el padre del hijo poseído por un espíritu impuro; 10, 13-16 cuando Jesús bendice a los niños. Sin embargo, el segundo ejemplo más paradigmático es el del centurión a la pie de la cruz en Mc 15,39: «ἀληθῶς οὗτος ὁ ἄνθρωπος υἱὸς θεοῦ ἦν». 

La entrada de Jesús en Jerusalén (Mc 11,1-11) también nos recuerda su naturaleza real y nos lleva a Zac 9,9: « Regocíjate sobremanera, hija de Sion. Da voces de júbilo, hija de Jerusalén. He aquí, tu rey viene a ti, justo y dotado de salvación, humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de asna». Luego tenemos otro texto relacionado con el carácter real de Jesús, Mc 12, 35-37: «Cuando enseñaba en el templo, Jesús tomó la palabra y dijo:
—¿Por qué dicen los letrados que el Mesías es Hijo de David? Si el mismo David, inspirado por el Espíritu Santo, dijo:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi derecha,
hasta que ponga a tus enemigos
debajo de tus pies.

David mismo lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo? (πόθεν αὐτοῦ ἐστιν υἱός;)
La gente escuchaba a Jesús con gusto».


Jesús está citando el Sal 110, 1: «Dice el SEÑOR a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies». La consecuente pregunta de Jesús tiene que ver con cómo hacemos sentido al Sal 110,1: ¿Dóne veis en este texto la idea que el Mesías es el hijo de David? ¿No dice el texto que el Mesías es el Señor de David? Hay que repensar las categorías y reconocer que el Mesías es mucho más que el Hijo de David. El título «Hijo de David» era asociado regularmente con ideas nacionalistas en orden de restaurar la soberania de Israel como lo señala los SalSalomon 17,21-24. 26.32: «Mira, Señor, y levanta para ellos a su rey, el hijo de David, para gobernar a tu siervo Israel, en el tiempo que tú conoces, oh Dios. Sujétalo con la fuerza para destruir a los gobernantes injustos, para purgar a Jerusalén de los gentiles que la pisotean a la destrucción … en sabiduría y rectitud para expulsar a los pecadores de la herencia; aplastar la arrogancia de los pecadores como un tarro de alfarero; para romper toda su sustancia con una barra de hierro; para destruir a las naciones ilegítimas con la palabra de su boca … Reunirá a un pueblo santo a quien guiará en justicia; y él juzgará a las tribus del pueblo que han sido santificadas por el Señor su Dios … Y él será un rey justo sobre ellos, enseñado por Dios. No habrá injusticia entre ellos en sus días, porque todos serán santos, y su rey será el Señor Mesías».  La rectificación de Jesús va en contra de la violencia (Mc 8,31; 9,30-32; 10, 32-34) insistiendo en que aquellos que le siguen no son señores sobre otras personas, sino que por el contrario son esclavos o servidores siguiendo su propio ejemplo (10, 42-45). Hay, por lo tanto, un giro muy importante en la forma que se entiende el mesianismo real en Mc. Y es que David mismo, inspirado por el Espíritu, habría contemplado a un tipo de mesías distinto (Mc 12,36). Jesús es el Hijo de David, como Bartimeo lo ha reconocido, pero ha de ser entronizado en los cielos donde David lo reconocerá como su Señor. Hasta entonces sigue el camino de la kenosis, lo que explica la gran cantidad de alusiones reales que se encuentran en la pasión. Allí Jesús es declarado el Rey de los judíos (Mc 15,16-20). Pero, de nuevo, el significado es totalmente distinto. La muerte de Jesús redefine la realeza de Jesús, pero no renuncia a ella. 

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.