El fenómeno místico entendido como la transformación de la persona.

Hace no mucho he leído un libro traducido al Castellano  de Moshe Idel (Cábala y Eros, Siruela, Madrid, 2005) donde he encontrado una aproximación maravillosa acerca del fenómeno místico que creo que coincide mucho con lo que intento escribir en este blog. Para este autor uno de los objetivos primarios de la praxis mística es la transformación de la naturaleza humana. Es nuestra búsqueda existencial de una identidad diferente, mejor, perfecta, espiritual, inmortal, presente, omnisciente, omnipotente. Esta transformación supone una naturaleza divina perfecta-a temporal (Dios, el Otro, o como queramos llamarla)  que permanece  en contraposición a nuestra imperfección-temporalidad, pero que sin embargo nos llama a compartir, acercarnos, e identificarnos con su perfección. Este dualismo entre lo perfecto y lo imperfecto ha adquirido distintos tonos en las historias de las religiones. A veces se ha acentuado de manera dramática como en el caso del gnosticismo y de ciertas formas de platonismo. Como sea, el afán de la praxis mística es precisamente reducir esa distancia o disonancia para acercarnos a la identidad deseada o transformarse en ella. Es el caso de los personajes emblemáticos de la mística de la mercabá: Enoc-Metatrón, Abraham, Jacob, Moisés, Melquisedec…o de los mismos héroes de la literatura de Hejalot, Rabí Aquiba y Rabí Ismael. Pero es también el caso de la resurrección de Jesús entendida como su entronización y unción sacerdotal (transformación) en los cielos, o el mismo Pablo que se identifica con la gloria divina reflejada en el Cristo transformado en los cielos. Y es que la “inmortalidad, la omnipotencia, la omnisciencia no son conceptos útiles sólo para representar lo divino, sino también para imaginar la naturaleza perfecta del hombre que algunos se esfuerzan por alcanzar” (p. 182). La intuición que está detrás dice relación a que nuestra “verdadera” naturaleza humana está como oscurecida por un velo, está como tergiversada, y en nosotros se encuentra el deseo de trascender esta imperfección a través de un descubrimiento cognitivo-emotivo que nos abre a la realidad perfecta. Todos, de alguna u otra forma, lo intuimos…todos estamos en búsqueda…a tientas, regresando al lugar donde pertenecemos (p. 181-182).  

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.