El Aquedah en el Segundo Templo Judaísmo (el sacrificio de Isaac)

En una entrada anterior había comenzado a ver la importancia del Aquedah en la descripción de Abraham como modelo del creyente en el Judaísmo del segundo templo. Como sabemos esto será determinante al momento del desarrollo de la teología Paulina, especialmente en Gal. Hablando ahora del sacrificio de Isaac, vemos cómo Jub relaciona las fechas de la Pascua con el Aqedah: ambos son ocasiones de un sacrificio de un animal, el ofrecimiento de un primogénito,  y la presencia del ángel y Príncipe Mastema (17,16; 19,9; 48,2.9.12.15). La discución celestial con Mastema se desarrolla en el día 12 del Nisán, con el sacrificio de Isaac ya a tres días de distancia (Gn 22,4), el mismo día de la Pascua. Es probable que Isaac sea igualado con el sacrificio Pascual, aunque nunca es explícito al respecto. El pseudo-Filón en LAB se refiere al Aqedah en tres pasajes. El primero (L.A.B. 18,4-6) se refiere a la historia de Balaam en Nm, en ésta Dios le recuerda a Balaam sobre la promesa a Abraham en una visión sobre su descendencia que sería como las estrellas del cielo (Gn 15,1.5; 22,17). En L.A.B. Dios exige a Isaac como una ofrenda quemada «y él [Abraham] lo trajo al lugar del altar, pero Yo se lo dí de vuelta a su padre y, porque él no se negó, su sacrificio fue aceptable delante mío, y por cuenta de su sangre, Yo los elegí a ello [los israelitas]» (L.A.B. 18,5). Esta interpretación es interesante porque implica que la elección de Israel depende de la sangre de Isaac, esto es, de sus méritos. Y es que en L.A.B.  18,5 Isaac quiere ofrecerse como un holocausto quemado y este ofrecimiento es aceptable a los ojos de Dios. El autor de L.A.B. cuando narra la canción de Debora (Jue 5) alude al Aquedah, y así, cuando Abraham le informa a Isaac sobre el sacrificio, éste responde largamente (L.A.B. 32,3), para luego preguntar al darse cuenta que él sería el animal del sacrificio: « ¿Cómo, entonces, me dices ahora: «ven y hereda la vida sin límite y sin tiempo?». Lo que está haciendo Isaac es darle corage a Abraham para que realice el sacrificio: «A través de mí las naciones van a entender que el Señor ha hecho el alma del hombre capaz de ser un sacrificio…¿No he nacido en el mundo para ser ofrecido como sacrificio a Él que me ha creado?». Esta actitud de Abraham e Isaac mueve a Dios a decir que sus nombres se recordarán de una generación a otra, y que la memoria de Abraham estará delante del Altísimo siempre (32, 4). Más aún, la eventual muerte de Isaac se compara con el sacrificio de animales, otorgándole a la primera un carácter expiatorio: «Si un cordero del rebaño es aceptado como sacrificio al Señor con el suave olor y por las malvadas acciones de los hombres, los animales son sacrificados, pero el hombre está designado a heredar el mundo…» En otras palabras, ¿cuánto mas puede la muerte  de Isaac expiar que la de los animales? L.A.B vuelve al Aqedah al final cuando llega el momento del sacrificio de la hija de Jepthat. Aquí se produce una comparación entre ambos sacrificios en los cuales coincide la voluntad de ir a éste, el remarcar sus identidades como hijos de sus padres (39, 11; 32, 2-4) y el ser hijos únicos (39,11; 40, 1). Seila, la hija de Jepthat señala: «Cuando a un padre le complace ofrecer a su hijo como holocausto, y él lo hace y no se niega, más aún consiente con alegría, y está dispuesto y alegre…y si no me ofreciese voluntariamente temería que mi muerte no sería aceptable o que perdería mi vida en vano» (40,2.3). Más aún, Seila ve cómo su muerte liberará a su pueblo (40,2). Su muerte es preciosa para Dios (40,4).

El paralelo entre Seila e Isaac no es la única instancia que exalta el sacrificio de Isaac. En 4Mac el autor interpreta la muerte de los mártires en vista del Aqueda, un sacrificio que verdaderamente se realiza (18,11). Como los mártires macabeos, Isaac es caracterizado como razonable (7,14) y que valientemente enfrenta su muerte (13,12; 16,20). El autor concluye que tal obediencia en la muerte provee una satisfacción, una sacrificio expiatorio que es intercambio por los pecados del pueblo (6, 27-29; 7,11-14; 17,20-22). Josefo, por su parte, plantea que Isaac para el Aqedah tenía 25 años, los suficientes para concentir en el sacrificio (Ant 1, 13,2#227). Isaac es caracterizado por ser un hijo obediente y virtuoso, un celoso de la adoración a Dios (1, 13, 1 #222). Isaac va al sacrificio con prisa y con entusiasmo para ser sacrificado (1, 13, 4 #232), aunque Josefo no habla del valor expiatorio de este sacrificio. Filón de Alejandría, a pesar de la sorpresa inicial de Abraham ante el mandato de Dios (Abr 32#169), no lo cuestiona aunque la victima representaba la perfección. Y es que Isaac era el trabajo del Dios Único: «Dios, se puede decir sin faltar a la verdad, era el Padre de Isaac» (Det 33#124; Somn 1.28#173). A pesar que el sacrificio es finalmente detenido por Dios, Filón lo considera como cumplido (Abr 33#177). Dios recompensará al fiel Abraham devolviéndole a su hijo. Por último, mencionemos a 4Q225 que narra el Aqedah poniendo su atención en la disposición de Isaac. El hijo alienta a su padre: «¡ata mis manos!».

¿Qué pasa entonces con Pablo? Las referencias paulina sobre la fe de Abraham nada tienen que ver con el Aqedah, sino más bien la fidelidad a Dios creyendo en sus promesas. Pablo evita cualquier referencia al sacrificio de Isaac. Lo que enfatiza Pablo es que el descendiente de Abrahan es Jesús y que sus descendientes son los creyentes, paganos o judíos. Pablo quiere que sus comunidades guarden su atención sólo en el sacrificio del Hijo único de Dios, Jesucristo (Rom 8,31) Para más detalles. Paul and the Stories of Israel, 108-123

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.