Cristo como Hijo del Hombre en el Primer Cristianismo

Generalmente damos mucha importancia a la Cristología de la exaltación presente en Pablo. No hay que olvidar la Cristología de la encarnación o pre-existencia. Es el caso de Flp 2, 6-11 donde se habla de aquel que siendo en la forma de Dios llegó a ser un hombre (en la tierra) desde la preexistencia  (en los cielos). Esta idea que aparecerá de manera tan clara en el cuarto evangelio, es muy temprana, y no hay indicios en nuestros textos de corrientes que impugnaran su validez. Aquel que había preexistido y que había llegado a ser un hombre antes de resucitar a una nueva vida tenía su propia identidad distinta a Dios, el Padre. En Flp 2, 9-11, en medio de su exaltación, se le llamará Jesucristo, el Señor, quien posee el nombre sobre todo nombres. La adoración de este Señor se basa en su identidad preexistente, en su encarnación, y en su obediencia hasta la cruz. Y este Cristo preexistente existía en la forma de Dios y en igualdad con Dios. En su encarnación, Cristo eligió una vida de humildad y servicio, tomando la forma de siervo, vaciándose a sí mismo, no reteniendo su condición de igualdad con Dios. Y no es sólo Flp 2, 6-11, también lo es Col 1, 15-20; 1Tim 3,16; Jn 1, 1-18; Heb 1-2. En ese sentido es interesante constatar que en Jn 1, 1-18 no hay interes en la muerte, resurrección y exaltación del Logos. El mayor tema es la encarnación. 

Este tema también está presente en los sinópticos aunque no llame tanto la atención de los especialistas. Jesús ha venido (¿desde dónde?) en los sinópticos (Mc 1,24; Lc 4,34; Mt 8,29; Mc 2,17; Mt 9,13; Lc 5,32; Mt 5,17; Lc 12, 49; Mt 10, 34; Lc 12,51; Mt 10,35; Mc 10, 45; Mt 20,28; Lc 19,10). También se identifica a Jesús con la Sabiduría (Lc 10,21-24; Mt 11, 25-27). En 2Cor 5, 19.21 tenemos elementos de la encarnación:  Dios estaba, por medio de Cristo, reconciliando el mundo consigo…A aquel que no conoció el pecado, Dios lo trató por nosotros como un pecador. Este era el Jesús-divino y humano- único y quien llevó a cabo la salvación. El no conocer el pecado también está presente en 1Pe 2,22: No había pecado ni hubo engaño en su boca. Y en Heb 4, 14-15: El sumo sacerdote que tenemos no es insensible a nuestra debilidad, ya que, como nosotros, ha sido probado en todo excepto el pecado. El trabajo de salvación implica un ser divino preexitente que se encarna (o viene en vocabulario sinóptico) y que vive sin pecado hasta la muerte en obediencia de cruz. Aquí las referencias adámicas son muy claras. Ahora bien, el ser celestial preexistente que se identifica con Jesús no es solo Adán, es el Hijo del hombre, algo mucho más que un título, el hijo del hombre es una figura celestial que fusiona en sí la dimensión preexistente y terrena de jesús en los sinópticos y el 4Evangelio. El Hijo del hombre en Dn 7,13 viene de Dios, el Anciano de Días,  sobre las nubes. Referencias a este Hijo del hombre y las nubes están presentes en Mc 13, 26; 14, 62 y par. Textos apócrifos donde aparece el Hijo del hombre son las Similitudes de Enoc, 1En 37-71, y 4Ezra 13, donde se le describe como una figura celestial, preexistente y con prerrogativas divinas. Este Hijo del hombre en los sinópticos a venido desde el cielo a la tierra (Mc 13,26; Mt 16, 28; 24, 39; Lc 18,8) con la gloria del Padre (Mc 8,38; 13,26; Mt 25,31).  Como Hijo del hombre se sienta en el trono celestial (Mt 19,28; 25, 31), con poder, y aparece en compañía de sus ángeles (Mc 8,38; 13, 26-27; Mt 13,41; 25, 31) con autoridad para ejercer el juicio (Mt 16,27; 25,31-46; Jn 5,27; Mc 8,38; Lc 12, 8-9; 18,8; 21,36). Su aparición sería universal y cósmica (Lc 17, 24.30; Mt 24,30). Todas estas cualidades celestiales del Hijo del hombre quedan en jaque cuando éste se encarna o viene a la tierra: Nadie ha subido al cielo si no es el que bajó del cielo: el Hijo del Hombre (Jn 3, 13). Algo parecido a lo que leemos en Mc 10, 45: Porque el Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos. O recordemos Lc 19,10: Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo perdido.  O Lc 7,34: Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: miren qué comilón y bebedor, amigo de recaudadores de impuestos y pecadores. El Hijo del hombre se ha encarnado y camina con los suyos a pesar que no se le reconoce como tal: Les aseguro que a quien me reconozca abiertamente ante los hombres, el Hijo del Hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios. Pero a quien me niegue ante los hombres, lo negará ante los ángeles de Dios (Lc 12,8-9). Incluso en la narrativa previa a la transfiguración, donde Jesús trasluce su naturaleza divina, se menciona al Hijo del Hombre (Mc 8,31.38; 9,9.12.). Este es el contexto que explica que el Hijo del hombre tenga la facultad de perdonar los pecados en Mc 2,10 quien alude al Juicio de Dn 7,13-14 y al Reino de Dios que él viene a inaugurar.  Para más detalles: Jesus Monotheism 1:  p.78-105

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.