Dualismo en el Ap. de Abrahám

Algunas corrientes del judaísmo del tiempo
de Jesús se caracterizaban por ser de corte dualista, tanto en su cosmología
como en su ética. Así tenemos en el Apocalipsis
de Abraham
que el ángel Yahoel le advierte al héroe sobre una de las
cualidades de su oponente Azazel: Dios le ha provisto con densidad o gravedad en
contra de quienes le contesten. ¿De qué se trata esta densidad (тягота)? Para algunos autores se trataría de una traducción
eslava al original hebreo para gloria (כבוד). Si esto es así, entonces Azazel se
configuraría en una fuerza demoniaca provista de una gloria maligna, en contrapartida de la gloria divina. Y esto no sería del todo descabellado cuando vemos
cómo en los capítulos 20,22, y 29 se habla de un poder sobre el mundo
compartido entre Dios y el ángel caído. Y es que Dios mismo le ha dado autoridad sobre los malvados,
conformando, así, una humanidad dividida entre los de la derecha y los de la
izquierda,
entre los de la lote de
Dios y
los de la lote de Azazel, entre
los que son de la herencia de Dios y
los de la herencia de Azazel.  Esta visión dualista se plantea,
entonces, bajo la influencia de dos espíritus (o ángeles), uno bueno (Yahoel) y
otro malo (Azazel), que se enfrentan en una batalla por ganar los corazones de
los hombres. Es inevitable que establezcamos, de inmediato, la relación con la
cosmología y ética propia de la comunidad del Qumrán: 1QS 3,13-4,26; 11, 7-8;
CD 13,11-12.  Tenemos, así, que Azazel,
para estos judíos, no es meramente un ángel caído, sino una creatura de elevada
estatura, digna de veneración y adoración, una copia (derruida, por cierto) de
la divinidad. No es casualidad que en este texto se hable de verdaderas epifanías de Azazel entre las llamas (ApAb 14,5; 31,5), lo mismo que las divinas (ApAb 15,3; 17,1; 18,1-3).  Fijémonos también que a Abraham se le invita
a contemplar la creación bajo el yugo
de Azazel situada bajo sus pies desde
algo semejante a los cielos
(подобие неба) (ApAb 21,2-4) lo que nos lleva
al evidente paralelo de los dominios de Dios. Por último, es notable que en una
de las visiones Abraham  ve a Adán y Eva
tentados por Azazel quien se sitúa en
medio de la pareja
y bajo el árbol. Este
es un detalle no menor puesto que coloca a Azazel, al modo de una epifanía, en
el lugar de Dios, en el trono de Dios en el paraíso. Y es que no debemos pasar
por alto la compleja simbología que implica el árbol de la vida: representa la presencia de Dios y su trono en
medio del Jardín del Edén (Vida de Adán y Eva 22,3-4; 2Enoc 8,3-4; 3Enoc 5,1).

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.