San Pablo sobre la impureza de los alimentos

Una original interpretación de Rm 14,14.20 ofrece David Rudolph (Paul and the Food Laws). Recordemos que Pablo escribe: Yo sé, y estoy convencido en el Señor Jesús, de que nada es impuro en sí mismo (δι᾽ ἑαυτοῦ ); pero para el que estima que algo es inmundo, para él lo es (Rm 14,14).  No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. En realidad, todas las cosas son limpias, pero son malas para el hombre que escandaliza a otro al comer (Rm 14,20).  La interpretación más corriente que se fundamenta en argumentos textuales (koinos y Katharos) y contextuales (la ley Judía) dice que Pablo a abolido, al modo de Jesús en Mc 7, las leyes judías relacionadas a la pureza o impureza de los alimentos. Lo que hace David es contextualizar estos versículos en un nuevo contexto. Primero se pregunta ¿a quiénes se aplica estas recomendaciones paulinas? Y contesta que esas consideraciones fueron escritas teniendo en vista a los gentiles. Todo es puro sería un eslogan entre los gentiles, y es reforzado por Pablo en varios textos (1Cor 6,12a; 12,b; 1Cor 10, 23a.23b). Lo que Pablo estaría haciendo es reforzar la idea entre los gentiles que no están obligados a observar Lv 11. Pero hay más. Para Pablo lo que es impuro lo es tanto cuanto la persona piensa que es un alimento impuro. Algo similar sucede en 1Cor 6,12 y 10, 23-27. Existiría un principio de relatividad respecto a la pureza de los alimentos que es propio de algunas fuentes rabínicas contemporáneas. En el t.Hag 3,2  se dice que cuando un hombre se sumerge para levantarse desde la impureza a la pureza, esa persona es pura para todos los propósitos. Quien se sumerge, si tiene la intención de llegar a ser puro, llegará a ser puro, y si no, entonces permanecerá siendo impuro.  Este texto parece subrayar que es  la intención la que hace a una persona pura y no tanto el alimento entendido de una manera objetivo (tal o cual alimento). De hecho, Hillel consideraba que la impureza dependía de una clasificación humana. Por supuesto que hay realidades, diría el rábino, que de por sí hacen a la persona caer en un estado de impureza: emanaciones corporales, fluidos, sangramientos, enfermedades de la piel. Pero, y tal como lo defendería más tarde Pablo, para Hillel la intención personal es fundamental cuando hablamos de la pureza de una persona. Y es que nada es impuro en sí mismo (Rm 14,14a).  En otras palabras, un alimento nunca es impuro en sí mismo, de manera ontológica, lo que hace impuro a un alimento es la designación divina que lo declara como tal. La impureza es imputada, no es inherente.  Es Dios quien imputa a un alimento como impuro y esa imputación obliga a las personas que han entrado en una relación de alianza con él. Como diría Johanan ben Zakkai, en tu vida, no es un cadáver el que te contamina…y no es el agua la que te limpia…es el mandamiento del Rey de reyes. La impureza de los animales lo es por la alianza que une a Dios con su pueblo tal como lo dice Lv 11, es impuro para tí, (11,4.5.6.7).  No se les puede exigir a los gentiles guardar las leyes sobre la pureza porque estas leyes son pertinentes solo para los judíos.  Para Pablo los débiles eran aquellos que veían que la impureza ritual se basaba en las realidades ontológicas. Los fuertes, en cambio, consideraban un perspectiva no ontológica de la impureza de los alimentos. Ellos sabían que nada era impuro en sí mismo. Como hemos dicho, esta era la perspectiva de Hillel.  Por consiguiente, ya no nos juzguemos los unos a los otros, sino más bien decidid esto: no poner obstáculo o piedra de tropiezo ( σκάνδαλον )al hermano (Rm 14,13).  Este es un comentario de Lv 19,14: No maldecirás al sordo, ni pondrás tropiezo delante del ciego, sino que tendrás temor de tu Dios; yo soy el SEÑOR (Lv 19,14). Lo mismo comenta R. Natan cuando dice, ¿Cómo sabemos que un hombre no debe tender una copa de vino a un Nazarenos o el miembro de un animal vivo a los hijos de Noé? Porque está dicho, ni pondrás tropiezo delante del ciego (Lv 19,14). O consideremos como el Shulchan Aruch (código de la ley Judía) y el Tur contestan a la pregunta ¿qué harías si una pequeña porción de puerco pasa inadvertidamente en contacto con tu comida? (m. Hul. 7; b.Hu. 96-100; Shulchan Aruch/Tur, Yoreh De´ah 109; 99,5). Si desde un punto de vista ontológico los restos de puerco arruinarían toda la comida, desde una perspectiva más abierta como la de Hillel, diría que el puerco en sí mismo no es impuro, que es a través de la Alianza que ha adquirido ese estatus, y que por lo tanto esos restos de impureza no anularían el Kosher. Aquí correrían dos principios: el bitul b´rov, de acuerdo al cual si un pedazo de cerdo cae accidentalmente al kosher y es una minoritario, entonces no arruina la comida. Y el bitu b´rov de acuerdo al cual si una porción de cerdo cae accidentalmente al kosher y este queda con gusto a cerdo, entonces sí es prohibido comerlo. Como sea, el punto es que Pablo les recuerda a los gentiles que tienen una opción en relación a comer alimentos impuros, que estas leyes son para los judíos y que tampoco son absolutas. 

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.