Alianza: vida y muerte como un ciclo mítico

Hemos visto en otra entrada que la Alianza significa para Israel elegir entre la vida y la muerte. Esta dicotomía vida-muerte es parte esencial del pensamiento mítico judío y del cercano oriente. Tiene que ver con el ciclo de la siembra y la cosecha, y con el movimiento, vida-desobediencia-muerte (exilio)- arrepentimiento-vida. En todo caso este movimiento vida-muerte ya estaba presente en los mitos del oriente medio. Pongamo el ejemplo de Baal, quien es un dios fuerte, guerrero, señor de la tormenta y de la fertilidad. Desde la ventana de su nueva casa, y cubierto de nubes, grita y crea los truenos y rayos. Es un ruido ensordecedor que hace temblar la tierra y a sus montañas de miedo. Sus enemigos suben a los árboles para poder protegerse. Este Baal tan poderoso y ambicioso quiere gobernar sólo y sobre todo, lo que lo lleva a pelear con el dios Mot, el dios de la muerte, quien le recuerda que incluso el dios de la vida debe descender por la garganta de la muerte. Baal reconoce esta verdad, y le dice humilde  que es el siervo de Mot. Esto no lo libra de la muerte a la que empieza a descender no sin antes procrear a un hijo con una vaca. El dios El, al enterarse de la muerte de Baal, desciende de su trono, se sienta en el polvo del suelo y se lamenta cubriendo su cabeza del polvo, y los vestidos de sus lágrimas (Job 1,20; 2,8).  A su vez, la diosa Anat, hermana de Baal, se lamenta gritando Baal está muerto! y le exige a Mot que devuelva a Baal desde el lugar de los muertos. Mot se niega. Y es que ha tragado a Baal como si de un cordero se tratase. El texto se pierde en algunas líneas, para después ver que Anat ha dicho una profecía que se ha cumplido: Baal se encuentra en el vientre de la tierra y El tendrá un sueño donde los cielos lloverán aceite y los ríos correrán con miel (Ex 3,8; Ez 32,14; Jl 4,23). El tiene el sueño y como resultado Baal resulta vivo, sale de la tierra, ataca a Mot y vuelve a su trono desde donde gobernará la tierra. El conflicto con Mot durará todavía siete años, luego de los cuales ambos reconocen su fuerza (Gn 32, 24-29) (J.B. Pritchard, Ancient Near Eastern Texts Related to the Old Testament, Princeton, Princeton University Press, 1968, p. 129-142). Esta dinámica se repite en varios textos bíblicos: el desierto como signo de muerte en contraposición con la tierra prometida donde fluye la leche y la miel, la vida y la muerte, el paso de un estadio a otro. En todas estas historias la fertilidad juega un rol preponderante en esta dicotomía vida-muerte. Israel es el Jardín de Yavé, su mujer, su amante. Yave evoca, a su vez, a Baal el dios vivo. Y no sólo la Biblia, también en el relato de Gilgamesh se encuentra elementos de este mito donde la figura central se hace divino en un proceso que tiene que ver con la vida y la muerte. Gilgamesh desciende durante tres día al lugar de la muerte antes de levantarse a una nueva vida. Arrepentimiento, llanto, humildad, son elementos de este proceso transformativo de fertilidad a lo largo de las estaciones. La salvación tiene que ver con los alimentos abundantes, con la ausencia de hambre y con la lluvia de primavera. Este nuevo mundo que emerge tiene su centro en la casa de Dios, el lugar donde Éste habita, su templo (Ex 15, 17). El templo como la montaña de Dios es un espacio trascendente. Dios lo ha construido con sus manos. No es como el templo de Salomón que fue destruido por Nabudonocodosor (2Re 25). El templo hecho por Dios es el Sión trascendente (Is 31, 4), el jardín del amado en el Cantar de los cantares (6,2), el Jardín del Edén  (Gn 2,8), allí uno encuentra el camino de regreso al árbol de la vida (Gn 3,24; Ez 47, 12; Ap 22,14). En este proceso de paso de la muerte a la vida, el concepto del resto de Israel es importante. Los justos (Salm 1, 2-3) son contrastados con los malvados que perecen rápidamente. Y es que estos son idolatras.  Amar la Torá (Jos 1, 8-9) es como ser una rama hermosa cuyos frutos son los sobrevivientes de Israel. El resto de Israel será llamado santo, dedicado a la vida (Is 4,1-3).  Y así, a iniciativa de Dios, Éste llevará al resto de regreso a la tierra. Es el retorno del exilio. Un nuevo comienzo (Ex 3,14). Israel poseerá un nuevo corazón y un nuevo espíritu (Job 32, 18-19). Sus corazones de piedra llegarán a ser corazones de carne. Este nuevo espíritu los llevará a caminar finalmente de acuerdo a la Ley de Dios. La tierra vacía llegará a ser el Jardín del Edén (Ez 37, 4-10. 11-14). Para más detalles: The Messiah Myth: The Near Eastern Roots of Jesus and David, p. 4347-4615.

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.