Lucas historiador…no doctor

La historia del cristianismo primitivo más antigua que tenemos es el libro de los Hechos. Este texto es en efecto la segunda parte de una obra más extensa que comienza con el Evangelio de Lucas. Desde un punto literario el libro de los Hechos sigue un propósito muy claro: presentar una visión idealizada de la Iglesia en sus primeros años. Para ello manipula los fuentes históricas, privilegia algunos datos sobre otros, y distorciona la información. El ejemplo clásico es comparar la información proporcionada por Pablo (Gal 2,1-14) y los Hechos (Hch 15,1-35) sobre el llamado «concilio de Jerusalén». En la primera versión se ve a una iglesia en disputa, sin saber qué hacer con la conversión de los géntiles, y a un Pablo enfrentado con los lideres de ésta, especialmente con un errático Pedro. En la segunda versión se ve una iglesia que crece en armonía, con Pedro a la cabeza y con Pablo sometido a la autoridad de éste. Es injusto juzgar al autor de Luchas-Hechos como historiador de acuerdo a los cánones actuales de la historiografía. De hecho la historia, como discíplina, se hace plenamente conciente de ella misma a partir de la ilustración. Al autor de Lucas-Hechos hay que juzgarlo con los parámetros dados por aquellos que escribían historia en su tiempo. Y la verdad es que dadas así las cosas éste queda bien parado.

Para los autores clásicos escribir historia es describir una secuencia de eventos como causas y efectos. Siguiendo a Polybius y Cicerón, Dionisio de Halicarnassus define en qué consiste escribir historia: «buscar las causas de lo que ha pasado, las formas que la acción ha adoptado, las intenciones de los actores, y lo que pasó por la fuerza del destino» (Antigüedades romanas, 5.56.1). El mismo autor en su Carta para Pompeyo escribe diez reglas que debe seguir un buen historiador: la materia sobre la que se escribe ha de ser noble; ha de ser también útil para la audiencia; independencia e imparcialidad del autor; una narrativa bien construida desde el principio hasta el fin; buenas fuentes como material preparatorio; selección y variedad en cómo se presenta la información; correcta disposición y orden de la información presentada; viveza en la narrativa; moderación en la descripción topográfica; y una adaptación adecuada a los oradores y a las situaciones retóricas de los discursos. Por su parte, Lucio un retórico que escribió un panfleto llamado Cómo escribir historia entre el año 166 y el 168 señala que «la historia tiene una finalidad, escribir sobre lo que es útil y sobre aquello que ha venido sólo desde la verdad» (9), por lo tanto «cuando uno va a escribir historia todo lo demás ha de ser ignorado» (39-40).

En general el autor de Lucas-Hechos es un buen historiador, quizás no cumple con todos los requisitos demandados en su tiempo, pero en general queda bien parado. Donde más débil se presenta es en la imparcialidad e independencia demandada. Pero a decir verdad comparando la obra lucana con muchas de las de sus contemporáneos, como las de Josefo, no es más imparcial. La historiografía ha cambiado mucho, por eso nos cuesta reconocer sus cualidades, pero reconozcamoslo…Lucas era un buen historiador para los parámetros de su tiempo.

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.