El Imaginario del Templo en el Fragmento de Oxirrinco 840

El fragmento evangélico de Oxirrinco 840 fue encontrado en la región egipcia que lleva su nombre a fines del siglo XIX. A pesar de su brevedad es sumamente sugerente porque una vez más se demuestra cómo las tradiciones cristianas desde el origen estuvieron ligadas a ciertas teologías relacionadas con el templo de Jerusalén. El texto que dataría del siglo III-IV, comienza con Jesús quien se pasea por el templo e introduce a sus discípulos “al lugar de las purificaciones”. Entonces el sumo sacerdote, fariseo y de nombre Leví, se acerca y le pregunta a Jesús en estos términos: “¿Quién te ha autorizado para poner los pies en este lugar de las purificaciones y contemplar estos vasos sagrados sin haberte lavado y sin que se hayan lavado los pies tus discípulos?” El nombre Leví está acompañado de dos epítetos de carácter literario: el sumo sacerdote y el fariseo. Desde un punto de vista histórico sabemos que ningún fariseo ocupó nunca el oficio en cuestión. Este personaje se relaciona mejor con el jefe de una comunidad cristiana que sigue lo que se podía entender en esa época con los rituales perfectos de purificación para acceder a la eucaristía. De allí que luego Leví acusa al Salvador de haber pisado el templo, lugar sagrado, que nadie “que no esté lavado y haya cambiado sus vestidos puede pisar ni se atreve a contemplar los vasos sagrados”. Así como Leví representa la actitud defendida por un grupo humano respecto a las condiciones necesarias para alcanzar la pureza indicada para la celebración eucarística, Jesús representa el bando contrario, aquellos que entendían la pureza en otros términos. El Salvador (así se habla de Jesús en este escrito) no responde a la pregunta, sino que a su vez cuestiona directamente al sumo sacerdote respecto a su pureza. Entonces la reacción del sumo sacerdote es inmediata: “Sí, estoy puro, pues me he lavado en la piscina de David, y he subido por una escalera distinta de la de bajada; y me he puesto vestidos blancos y limpios. Así he venido y contemplado estos vasos sagrados”. A continuación viene el momento culminante del fragmento cuando el Salvador exclama: “¡Ay de los ciegos que no ven!” Entonces contrapone la actitud pecadora de los sacerdotes y la actitud legítima de sí mismo y sus discípulos diciendo: “Tú te has bañado en las aguas corrientes en las que se han metido perros y puercos de noche y de día. Te has lavado y te has enjugado la piel exterior, lo que también las meretrices y las flautistas (pecadores ) perfuman, lavan, enjugan, y atavían para excitar la concupiscencia de los hombres. Pero su interior está lleno de escorpiones y de toda clase de maldad”.

Ahora bien, ¿qué grupos humanos, representados por el sumo sacerdote y Jesús, estaban en conflicto ? Lo primero que llama la atención es que para ambos, y de diferente forma, ciertas teologías del templo de Jerusalén eran importantes. No conocemos nada acerca de la piscina de David con sus escaleras para bajar y subir. Es probable que esta piscina sea parte del imaginario cultual relacionado con el templo de Jerusalén, pero que en verdad se esté refiriendo al temprano baptisterio cristiano que responde mejor a la descripción. En este baptisterio el creyente también se cambia de ropajes, adoptando una túnica blanca. Respecto a los vasos que los peregrinos contemplaban, es posible que se refieran a los que estaban sobre la mesa del pan de la presencia, los que sin embargo históricamente los peregrinos no podían ver salvo en contadas ocasiones después de la celebración de ciertos festivales. Este “ver” se encuentra en un lugar estratégico del texto lo que nos hace pensar que en un contexto cristiano se estén refiriendo a los utensilios litúrgicos propios de la eucaristía. También el texto habla del “lugar de la purificación”, pero ¿a qué lugar se refiere? Se supone que estaría en el “área del templo” pero no tenemos más idea que nos ayuden a identificar qué se tiene en mente. Es probable que lo que se piense es en el lugar donde el creyente cristiano se lava los pies y las manos localizado en el medio del atrium que antecede a las iglesias. Incluso hoy en día en las iglesias católicas en la entradas hay agua bendita para que el creyente haga una ablución al entrar. De hecho toda la terminología que se relaciona con la purificación es abundante en el texto en cuestión. Todo esto nos hace pensar que el verdadero contexto del documento es la disputa entre dos grupos cristianos en relación a los ritos de purificación que se demandaban de los creyentes. El sacerdote en la narrativa demanda una correcta práctica litúrgica del bautismo y de la purificación, para acceder de manera adecuada a la eucaristía. El Salvador, en cambio, aboga por una pureza espiritual para poder contemplar las realidades divinas. Para más detalles:FRAGMENTO Oxirrincus 840, FRAGMENT OF A LOST GOSPEL, WITNESS OF AN EARLY CHRISTIAN CONTROVERSY OVER PURITY, F.Bovon, JBL 119/4 (2000), 705-728.

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.