Himnos de alabanza en las Hejalot Rabbati (la relación litúrgica-erótica)

En los Hejalot Rabbati encontramos una serie de himnos llamados Qedushah y de Alabanza (&152-197). Lo que caracteriza a estos himnos es el ser reflejo de las alabanzas y protocolos de la liturgia celestial. Al igual que los himnos Qudushah vistos anteriormente (&94-106), también estos himnos terminan con la cita de Is 6,3; y encontramos al trono de Dios personificado. Surya, el Príncipe de la Presencia, le dice a R. Ismael:

“Amigo, yo debo decirte la alabanza del Rey y su Trono”. Por lo tanto decid:
Tú has exaltado el Trono de Tú gloria sobre los querubines del cielo,
Y los ofanim de grandeza lo sostienen,
Y las creaturas del frio, creaturas de la bruma, y creaturas de llamas,
Coronado con suavidad y esplendor.
Y los ojos de Shaddai son elevados sobre ellos,
Y ellos son extendidos delante de él,
Como carneros delante del arado.
Y fue erigido sobre sus cabezas,
Con fuerza, facultad y poder,
Como está dicho: Santo, Santo, Santo es el Señor de los ejércitos
” (&152).

La belleza y esplendor de Dios habitan en el santo de los santos que nuevamente se describe como las habitaciones más intimas en un tono que nos recuerda la cámara nupcial de algunos tratados gnósticos. También cabe destacar en el siguiente himno las cualidades de R. Ismael:

Oh vestido con esplendor, coronado con coronas,
Cantantes supernal en la canción de júbilo
Te exaltan, Señor de llamas,
Porque en la más intima Shekhinah, en la más intima habitación
De la habitación de Sus habitaciones tú habitas.
El ha distinguido tu nombre del nombre de Sus siervos,
Él te ha separado de los siervos de la mercabá.
Él ha nombrado el nombre de uno entre los tuyos,
Llamas de fuego, llamas en círculos,
Hoguera que rodea, carbón de esplendor que son llevadas
Como es dicho, Santo, Santo, Santo es el Señor de los ejércitos
(&156).

La belleza de Dios, dibujada también en su rostro, es en tan extremo aterradora que los ángeles del cielo no la pueden sostener:

Un rostro encantador, un rostro majestuoso,
Un rostro de belleza, un rostro de llamas,
Es el rostro de [….] el Señor Dios de Israel
Cuando se sienta sobre el trono de Su gloria
Y su dignidad es establecida en el lugar de Su majestad.
Su belleza es más encantadora que la belleza de los poderes,
Su majestad sobrepasa la majestad de los novios
Y las novias en sus cámaras nupciales.
Él que Lo ha contemplado al momento se quiebra en pedazos,
El que ha visto su belleza al momento se quiebra como un vaso
(&159).

A los ángeles comunes no le es permitido contemplar el rostro de Dios, y más aún, para unirse a la liturgia de las bestias y los ángeles ministrantes han de purificarse. En la oración de la mañana las creaturas santas (hayyot) juegan un juego más o menos erótico con Dios, mientras ellas se cubren el rostro, Dios descubre el suyo (&183). En la oración de la tarde ocurre el movimiento inverso: las creaturas santas (hayyot) descubren sus rostros y Dios cubre el suyo (&189). Este es un juego análogo a la corte realizada por el novio a la novia. El climax se esperaría cuando Dios descubriese su rostro junto con las bestias…pero no sucede. Los deseos no se encuentran o no se realizan. Es un cortejo que no ha terminado de realizarse. Veamos el himno &189:

Cada día cuando la oración de la Minha se acerca,
El rey adornado se sienta y las Creaturas (hayyot) lo exaltan.
Incluso antes de que el habla se complete en su boca,
Las santas Creaturas vienen desde delante del trono de gloria,
Desde sus bocas la plenitud del júbilo,
Con sus alas la plenitud de la exaltación;
Sus manos tocando instrumentos
Y sus pies danzando.
Ellos van alrededor y rodean a su rey,
Uno desde su derecha y otro desde su izquierda,
Uno desde el frente y otro desde atrás.
Ellos le abrazan y le bezan
Y descubren sus rostros,
Ellos lo descubren, pero el rey de la gloria se cubre su rostro.
Y el arevot raquia (el más alto de los cielos) explota de repente
Por el glorioso rey,
Por el esplendor,
Por la belleza,
Por la forma,
Por el deseo,
Por la compasión,
Por el largo de la tiara brillante,
En la cual su rostro aparece
Como es dicho: Santo, Santo, Santo (Is 6,3).

Con todo esto, la liturgia celestial es tan esplendorosa que de ellas emanan ríos de alabanzas. Esta es una bella reelaboración del antiguo material apocalíptico de los ríos de fuego que emanan del trono de Dios. También cabe notar que la alabanza de los ángeles sólo adquiere plenitud y sentido cuando se coordina con la alabanza de Israel.

Ríos de júbilo, ríos de alegría,
Ríos de exaltación, ríos de contento,
Ríos de amor, ríos de amistad,
Emanan desde delante del trono de gloria,
Fortaleciéndose a sí mismos y pasando por las puertas del séptimo cielo.
Desde el sonido de las arpas de Sus bestias,
Desde el sonido de exultación de los tambores de Sus ofanim,
Desde el sonido de la música de los címbalos de Sus querubines,
El sonido se fortalece a sí mismo y va en un gran tumulto
Cuando Israel dice enfrente de Él:
Santo, Santo, Santo
(&161).

La idea de la complementariedad de la alabanza de Israel y la liturgia celestial no es simétrica. De hecho la liturgia de Israel es más querida por Dios que la angelical.

Benditos sobre el cielo y la tierra son quienes descienden a la mercabá,
Cuando tú le dices y haces conocido a mis hijos
Lo que Yo hago durante las oraciones de la mañana, durante la Minah y la oración
De la tarde,
Cada día y cada hora,
Cuando Israel dice delante de mí, “Santo”.
Enseñadles y decidles:
Levantad vuestros ojos al cielo en contraposición a vuestra casa de oración
A la hora cuando tú dices delante de mí “Santo”.
Porque Yo no tengo gozo en toda mi casa eterna, la que Yo he creado,
Excepto a esa hora,
En la que vuestros ojos se elevan hacia mis ojos,
Justamente a la hora en la que vosotros decís delante de mí, “Santo”
Porque el aire que va desde vuestras bocas en ese tiempo
Se mueve y eleva hasta delante de mí como un sabor placentero
(&163).
Guardad testimonio para ellos del testimonio que vos veis en mí,
En lo concerniente a lo que Yo hago al rostro de Jacob, vuestro padre,
El que está grabado sobre el trono de mi gloria.
Porque a la hora cuando vosotros decís delante de mí “Santo”,
Yo me inclino hacia él,
Le acaricio, bezo y abrazo,
Y mis manos descansan sobre sus brazos,
Tres veces, cuando vosotros decís delante de mí “Santo”,
Como es dicho: Santo, Santo, Santo (Is 6,3)
(&164).

Es interesante constatar que de nuevo constatamos el juego erótico del cortejo, pero esta vez (a diferencia de lo que sucede con los Hayyot) Dios sí responde hasta el final: besando, acariciando, y abrazando a Israel. El amor de Dios por Israel es claramente preferencial. Una misma idea encontramos en el himno & 173:

Cada día cuando el alba se acerca,
El rey todo adornado se sienta y bendice a las santas creaturas (hayyot):
Para vosotras, creaturas, Yo hablo,
Delante de vosotras, creaturas, y me hago oír,
Creaturas, creaturas,
Que cargáis el trono de mi gloria,
Con todo vuestro corazón y alegría.
Bendita es la hora en la cual Yo os cree;
Exaltada es la constelación bajo la cual Yo os formé.
La luz de aquel día iluminará,
El día aquel en que vosotros vinisteis a mi mente en mi corazón,
Porque vosotros sois un vaso precioso
Que yo preparé y completé aquel preciso día.
Voces de las creaturas que he creado, haced silencio por mí,
De tal manera que pueda escuchar y prestar oídos a la oración de mis hijos.

La misma idea se repite en &174:

“Haced silencio por mí, voces de las criaturas que Yo he creado, a saber, cada ángel, cada serafín, cada criatura santa, cada ofan que Yo he creado, hasta que pueda escuchar y prestar oídos al comienzo de todos los himnos y alabanzas y oraciones y las agradables cantos de las canciones de Israel”.

También en &179-180:

Cuando viene el tiempo para los ángeles de cantar canciones y hacer música delante del Santo, sea bendito el Señor, el ángel Shamiel, el grande, el temible y honorable príncipe que está delante de las ventanas del firmamento más bajo para escuchar y atender el sonido de las canciones y la música y las alabanzas que hacienden desde la tierra, desde las sinagogas y desde las escuelas, para que sean escuchadas delante de los siete cielos.

¿Por qué el está de pie delante de las ventanas del firmamento? Porque los ángeles que sirven no tienen permiso para cantar una canción en el cielo hasta que Israel no habrá sus labios en una canción en la tierra, como es dicho: “Te alabamos Señor nuestro Dios”. Y todos los ángeles que sirven y todos los ángeles de cada cielo, cuando escuchan la voz de las canciones y alabanzas que Israel dirige desde la tierra, entonces comienzan en los cielos con Santo, Santo, Santo”.

Esta preferencia de Dios por Israel irónicamente no provoca los celos de los ángeles en los cielos, como otras fuentes apócrifas y rabínicas lo señalan. Al contrario, los ángeles interceden por Israel:

Ellos arrojan sus coronas
Y pierden sus lomos
Y golpean sus cabezas
Y caen rostros en tierra diciendo:
Aflojad, aflojad, primicias de la creación,
Perdonad, perdonad, el noble Jacob,
Perdonad, perdonad, santo de Israel
Porque Tú eres el rey poderoso…
¿Por qué sientes hostilidad contra la descendencia de Abraham?
¿Por qué sientes celos en contra de la descendencia de Isaac?
¿Por qué sientes rivalidad en contra de la descendencia de Jacob?
(A lo que Dios contesta)
Benditos seáis vosotros que intercedéis por mis hijos,
Seáis alabados, vosotros que exaltáis a los padres
(&190).

El nombre de Dios juega un papel muy importante en el culmen de la liturgia. Por ejemplo, es ente momento de la liturgia cuando los principales servidores “hacen mención de aquel esplendido nombre, El nombre que entra por los oídos y sale por la boca, Y el que está prohibido para el corazón que no está preparado” (&165). Del nombre también se dice que es “un maravilloso, extraño y gran secreto, el nombre a través del cual el cielo y la tierra fueron creados y por el cual todas las categorías de la creación fueron tragadas y reunidas y suspendidas y selladas. Como es dicho, Santo, Santo, Santo” (&166).

De acuerdo a los himnos llamados Qedushah y de Alabanza en los Hejalot Rabbati, el místico tiene la obligación de compartir con su comunidad lo que ha visto y oído en la liturgia celestial. De no hacerlo sería seriamente castigado.

Un decreto celestial (un castigo se seguirá en su lugar)
Tú que has descendido a la mercabá,
Si no reportas y dices lo que has escuchado,
Y si no das testimonio de lo que has contemplado del rostro,
Rostro elevado y de poder,
De orgullo y eminencia,
Que se exalta a sí mismo,
Que se eleva a sí mismo,
Que ruge y se muestra a sí mismo grande.
El rostro se muestra poderoso y grande,
Tres veces al día en las alturas,
Y que ningún ser humano conoce ni reconoce,
Como está dicho,
Santo, Santo, Santo
(Is 6,3) (&169).

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.