La resurrección de Jesús como ascensión y transformación en las Odas de Salomón


Las Odas de Salomón es un conjunto de himnos y salmos provenientes de Siria y escritos hacia el siglo II. Si bien son de carácter cristiano, muchos de ellos pueden ser reelaboraciones de himnos judíos. La interpretación de las odas presenta tantas dificultades que se ha hablado del «enigma» de estas composiciones. Una de las preguntas más importantes tiene que ver con la identidad del personaje que exclama estos himnos. Algunas veces está claro que se trata de Jesús, otras del salmista, otras de Dios…sin embargo, en numerosas ocaciones no sabemos si es uno u otro. Este asunto no es menor porque determina la teología de la obra. Incluso dentro de una misma oda (por ejemplo, OdSl 10 y 17) no se ve claro cuándo el personaje humano deja de hablar para que sea el divino el que tome la palabra. La clave para solucionar estos aparentes cambios de personalidad en el portavoz de las OdSl la encontró R. Abramowski al notar que en las OdSl se habla de dos «hijos»: uno de ellos sería el «hijo propio», o Hijo por excelencia, que se encuentra claramente en las fórmulas trinitarias y el otro sería el «hijo adoptivo», que se identificaría con el aedo o los salvados. Lo propio de la teología de nuestro autor estaría en que las fronteras entre ambos «hijos» son fluctuantes (así, en las OdSl 10; 17; 22; 28; 42) debido a que hay una consustancialidad fundamental entre ellos (A. Peral, X. Alegre, «Odas de Salomón» en Diez Macho, A., Apocrifos del Antiguo Testamento Vol III, p. 61-67). Esto estaría en concordancia con la teológia siriaca que desarrolló la idea judía del mellizo o doble celestial. La vocación cristiana consistiría en asemejarnos a nuestro hermano o doble celestial, Jesús. Pero no nos alejemos demasiado. Me interesa hacer notar interesantes textos en las Odas de Salomón donde el autor aparece ser Jesús quien se refiere a la naturaleza de su resurrección como viaje celestial y transformación en el Santo de los santos. Es el caso del himno 36 que tiene un aire al himno de Flp 3:

Descansé en el Espíritu del Señor y El me elevó a lo alto.
2Me restableció sobre mis pies en la altura del Señor, ante su perfección y gloria, mientras que yo le alababa con la composición de sus cánticos. 3 Me engendró ante la faz del Señor y, puesto que yo era un hombre, fui llamado Luz Hijo de Dios.
4 Mientras que yo alabo con los que alaban y soy grande entre los grandes,
5 porque según la grandeza del Altísimo, así me creó y según su renovación me renovó. 6 El Altísimo me ungió con su perfección y fui uno de los que están junto a EL 7 Se abrió mi boca como una nube de rocío y exhaló mi corazón una exhalación de justicia. 8 Mi presencia fue en paz y quedé firme en el Espíritu de Providencia. Aleluya.

También leamos el himno 38,1-5:

1 Subí a la luz de la verdad como a una carroza y me condujo la verdad y me hizo venir. 2 Me hizo pasar, quebradas y abismos, y de peñas y barrancos me salvó. 3 Él fue para un puerto de salvación Y me puso sobre los pasos de la Vida inmortal. Marcho conmigo y me hizo descansar y no me dejó que errase, porque era y es la verdad. 5 No fue para mí un peligro porque estuve caminando con ella y no erré en nada, porque le obedecía.

Jesús habla sobre su misterio, su fe, su conocimiento, y sobre el vestido que vestirá junto con los creyentes en los cielos en el Himno 8, 3-13:

3 Levantaos y poneos en pie, los que una vez estabais humillados. 4 Los que estabais en silencio, hablad, porque vuestra boca ha sido abierta. 5 Los que erais despreciados, sed exaltados, porque ha sido exaltada vuestra justicia. Porque la diestra del Señor está con vosotros y El es un auxilio para vosotros. 7 Y os preparó la paz, antes de que se librara vuestra batalla. 8 Oíd la palabra de la verdad y recibid la ciencia del Altísimo. 9 Vuestra carne no podía entender lo que vaya deciros ni vuestro vestido lo que voy a mostraros. 10 Guardad mi misterio los que estáis guardados por él. Conservad mi fe los que estáis guardados por ella. 11 Conoced mi ciencia los que me conocéis en la verdad. Amadme intensamente los que amáis. 12 No aparto mi faz de los míos, porque los conozco 13 y cuando aún no existían yo los he conocido y en sus rostros he puesto un sello.

Algo similar leemos en el himno 25,1.8-9

1 Me escapé de mis cadenas y he huido hacia ti, Dios mío. 2 Porque has sido la diestra de la salvación y mi auxiliador…. 8 Quedé cubierto por el vestido de tu Espíritu y me he despojado de mis vestimentas de piel. 9 Porque tu diestra me ha levantado y ha hecho que dejase la enfermedad.

En el himno 17, 1-4 Jesús habla de la exaltación que recibió del Señor:

He sido coronado por mi Dios, y mi corona es viva. 2 He sido justificado por mi Señor, mi salvación es incorruptible. 3 He sido liberado de las vanidades y no soy un condenado. 4 Mis ligaduras han sido cortadas por sus manos, he recibido el rostro y la apariencia de una nueva persona, caminé con El y he sido salvado

En todos estos ejemplos la resurrección de Jesús se presenta como su ascensión a los cielos donde es transformado al modo de tantos otros héroes veterotestamentarios.

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.