Fórmulas bautismales paulinas

Existen tres textos paulinos que nos llevan a las primeras prácticas bautismales. El primero de estos textos, Gal 3,26-28, claramente forma parte de una tradición antigua reelaborada por Pablo. En ella leemos:

a) “Por la fe en Cristo Jesús todos ustedes son hijos de Dios.

b) 3,27: Los que se han bautizado consagrándose a Cristo
c) se han revestido de Cristo.
d) 3,28: Ya no se distinguen judío y griego,
e) esclavo y libre,
f) hombre y mujer,
g) porque todos ustedes son uno con Cristo Jesús.”

Otro texto lo encontramos en 1 Cor 12; 13:

“12,13: Todos nosotros, judíos o griegos, esclavos o libres, nos hemos bautizado en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo, y hemos bebido un solo Espíritu.”

El último texto es Col 3,9-11:

“a) 3,9: No se mientan unos a otros,
b) porque ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus obras
c)3,10: para revestirse del hombre nuevo, que por el conocimiento se va renovando a imagen de su Creador.
d)3,11: Por eso ya no tiene importancia ser griego o judío,
e) circunciso o incircunciso,
f) bárbaro o escita,
g) esclavo o libre,
H) sino que Cristo lo es todo para todos.”

Varios elementos emergen. En primer lugar el bautismo implica la transformación del sujeto, lo que se señala a través de la imagen del vestido (revestirse en) tan común en la literatura apocalíptica de la época donde los protagonistas una vez alcanzado los cielos se revisten de sacerdotes o se convierten en ángeles. En el caso cristiano se revisten del hombre nuevo, se transforman en hijos de Dios, lo que implicaría de una u otra forma el poder de transparentar la gloria de Dios manifestada a través de su hijo. Esta experiencia es tan absoluta que relativizaría cualquier distinción humana de género o raza, y en ese sentido la consecuencia práctica sería el cuestionar la circuncisión como medio de pertenencia a la comunidad cristiana. Para ser franco me cuesta ver en estas prácticas bautismales atisbos de mitos proto-gnósticos relacionados con el hombre andrógino. Según algunos autores lo que estaría detrás de estas formulas bautismales es la creencia de que a través de este rito el hombre recobraría la condición previa al pecado de Adán cuando, según algunas interpretaciones de la época, no había distinción de género. Indudablemente tempranas interpretaciones bautismales en el Evangelio de Tomás, en el Evangelio de Felipe, en el Evangelio de los Egipcios (entre otros) van en esa dirección. Pero nada parase apuntar en esa dirección en el caso de Pablo. El segundo Adán para Pablo es Cristo, y el cristiano sólo está llamado a reflejar la gloria de Jesús…por otra parte, la distinción de género es una asunto que queda perfectamente atestiguado en otras partes de las cartas (1Cor 11, 2ss). Desde mi punto de vista Pablo no aboga a una comunidad donde la escatología estuviese completamente realizada.

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.