La relación erótica entre Israel, Dios, y su Trono.

En la literatura Hejalot se da una relación erótica de doble necesidad entre Dios y el pueblo de Israel. Ambos se necesitan y se complementan. La liturgia es el medio en donde se produce este encuentro erótico. Al estar destruido el templo esta liturgia se desarrolla a través de las oraciones y alabanzas del pueblo, y de manera privilegiada a través de las visiones de la mercabá.

Benditos seréis en el Cielo y en la Tierra, vosotros que descendéis el Carro,
Si decís y contáis Mis hijos lo que Yo hago,
Durante la oración [de las Dieciocho Bendiciones]
De la mañana, de la tarde y de la noche
Cada día, y cada instante
Cuando Israel recita ante Mí: Santo,
Enseñadles y decidles:
Levantad vuestros ojos al firmamento
Que corresponde a vuestra casa de oración,
Cuando proclamáis ante Mí: Santo.
Enseñadles que no hay gozo más grande,
En Mi mundo que he creado
Que el momento en el que vuestros ojos se levantan hacia Mis ojos
Y Mis ojos están vueltos hacia vuestros ojos
Cuando proclamáis ante mí: Santo.
Pues la voz que sale de vuestra boca,
En aquel momento lo empuja
Y él sube hacia mí como un aroma grato.
Testimoniadles
El testimonio que veis en Mí,
Aquello que Yo hago
A imagen del rostro de Jacob vuestro padre,
Esculpido sobre Mi Asiento de Gloria,
Pues cuando proclamáis ante Mí: Santo,
Yo me inclino sobre ella, la estrecho, la abrazo, la beso,
Y Mis manos están sobre sus brazos, tres veces al día,
Cuando vosotros proclamáis ante Mí:
Santo, como ha sido dicho: “Santo, santo, Santo” (Is 6,3).

Es interesante fijarnos en la relación erótica de Dios con su esplendoroso Trono en donde está esculpido el rostro de Jacob. Hay una relación que se podría definir como esponsal y que explica otros textos de Hejalot Rabati que especifican aún más la relación entre ambos:

Y tres veces diarias se postra ante ti el Trono de gloria y te dice: ¡ZHRRY´L, Dios de Israel, sea loado! ¡Rey magnificente, siéntate sobre mí, pues tu carga me resulta querida y no pesada! .


“Su trono está radiante ante Él y su palacio, lleno de esplendor. Su magnificencia es bella y su gloria, un ornamento. Sus siervos cantan ante Él y proclaman la grandeza de sus maravillas como Rey de reyes y Señor de señores, circundado por hileras de coronas, rodeado de filas de príncipes de esplendor. Con un destello de su rayo abarca el cielo y su esplendor deslumbra desde las alturas. Los abismos arrojan llamas por su boca y los firmamentos centellean a través de su cuerpo”

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.