El tercer cielo, el paraíso, y Pablo.

Personalmente
no comparto con aquellos que dicen que cuando Pablo habla que fue arrebatado al tercer cielo (2Cor 12,
2) o paraíso (2Cor 12,4) está hablando de una experiencia
mística fallida. El argumento fundamental estriba en que en el tiempo de Pablo
generalmente se entiende el cosmos como compuesto de siete cielos…llegar sólo
hasta el tercero no sería precisamente un viaje celestial muy exitoso. Yo no
estoy de acuerdo con este argumento principalmente por dos razones. Primero,
porque a pesar que Pablo insiste en que no conviene gloriarse sino en sus flaquezas, lo que precisamente busca es
ponerse por encima de los super apóstoles que tanto han impresionado a su comunidad
de Corinto. ¿Cómo explicar su superioridad a partir del fracaso? Segundo,
porque en el tiempo de Pablo (en la antigüedad en general) coexisten distintas
cosmologías…desde un cielo, a tres cielos, a ocho cielos, hasta miles de
cielos….
Ahora bien, leyendo el 2 de Enoc uno encuentra un interesante argumento
en favor de aquellos que defienden la teoría de la “experiencia mística
fallida”. Cuando Enoc habla de su viaje celestial, lo hace de siete
cielos…siendo el tercero donde se encuentra el paraíso. Una feliz coincidencia
con la descripción de Pablo. El texto dice que en el centro se encontraba el árbol de la vida, precisamente en el
mismo lugar en que suele reposar el Señor cuando sube al paraíso. Este árbol
indescriptible tanto por su calidad como por la suavidad de su aroma, es de una
hermosura  superior a todas las cosas
existentes. Por cualquier lado que se le mire tiene un aspecto como de color
rojo y gualda, parece de lejos como de fuego y cubre todo el paraíso; al mismo
tiempo participa de todos los demás árboles y de todos los frutos y tiene sus
raíces dentro del paraíso, a la salida de la tierra. El paraíso está situado
entre la corrupción y la incorrupción. Allí brotan dos fuentes: de la una mana
leche y miel, y de la otra, vino y aceite, formando cuatro caudales que
discurren alrededor plácidamente y salen del Jardín del Edén entre la
corrupción y la incorrupción…
(2Enoc 5,3-5). Más adelante Enoc volverá al
paraíso y se referirá a él en los siguientes términos:  el
paraíso del Edén donde está reservado a los justos el descanso. Este lugar está
abierto hasta el tercer cielo y se encuentra aislado de este mundo. Y hay
guardianes apostados junto a las puertas enormes por donde sale el sol, ángeles
de fuego que cantan incesantemente himnos de victoria y se alegran del
advenimiento de los justos. Y en su última venida sacará él a Adán y a todos
los antepasados y los traerá aquí para que gocen; de la misma manera que un
hombre invita a sus íntimos a comer con él y ellos acuden y charlan ante su palacio,
mientras esperan alegremente el banquete, el placer honesto, la riqueza inmensa
y el gozo y la alegría en la luz y en la vida perdurable
(2Enoc 13,32-34). 
Estos ejemplos tomados del 2Enoc identifican, como Pablo, el tercer cielo con
el paraíso, y contextualizarían la experiencia del apóstol no precisamente como
fallida…más que mal, si bien no ha alcanzado el séptimo cielo, llegar al
paraíso no es del todo mal. De ser así, este sería el único ejemplo (que por lo
menos yo conozco) de un visionario de la Mercaba que llega a medio
camino…todavía sigue siendo improbable que esta haya sido la intención del
apóstol en 2Cor 12. 

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.