Dios y la Sabiduría como Padre y Madre de los hombres en Filón de Alejandría

El estudio del concepto de la sabiduría es fundamental para poder entender la temprana idea de la divinización de Jesús (al que se le adjudican características sapienciales), la herejía de los dos poderes en el cielo que los rabinos combatieron, los sistemas gnósticos (con una doble sabiduría, una en lo alto, la otra caída en desgracia), y la mística judía de la Cabala (con esa relación amorosa entre Dios y la Presencia). En otra entrada hemos apuntado un par de textos donde Filón de Alejandría señala una relación esponsal entre Dios y la Sabiduría  (ver: https://tomasgarciahuidobro.com/?p=329). Hoy quiero mostrar otros textos del filósofo de Alejandría que muestra a Dios y la Sabiduría, como padres, creando el mundo; pero es el rol
exclusivo de la segunda el bajar al encuentro de los hombres y regalarles con
los dones de la bondad, la virtud, y el conocimiento.  “El
término «roca» alude a la sólida e indestructible sabiduría de Dios,
el alimento, la amamantadora, la nodriza de los que persiguen un sistema de
vida imperecedero. 116. Esta Divina sabiduría, en efecto, convertida como en
una madre de las cosas del mundo, provee sin tardanza de su propia sustancia a
los hijos por ella engendrados; aunque no todos éstos han sido juzgados
merecedores del Divino sustento sino sólo aquellos que han sido hallados dignos
de sus padres; ya que muchos de ellos perecieron por hambre de virtud, que es más
dura que el hambre de alimento y bebida. 117. La fuente de Divina sabiduría
fluye unas veces con corriente más plácida y más suave; otras, con velocidad
más acelerada y mayor ímpetu e impulso. Cuando mana plácidamente, endulza a la
manera de la miel; cuando corre rápidamente, resulta una compacta materia que
alumbra al alma como el aceite (de la lámpara)
(Quod Deterius Potiori
Insidiari Soet 115-117).
Dios es el Padre. La Sabiduría es la madre que alimenta a los hombres. Para recibir los dones de la Sabiduría
y ser alimentada por ella, el alma-mente del hombre ha de renunciar a los
sentidos. Así interpreta el filósofo Gn 2, 24: «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer
y serán los dos una sola carne.» (Gen. II, 24.) A causa de la sensibilidad
la inteligencia, cuando se convierte en esclava de aquélla, abandona a Dios,
Padre del universo, y a la virtud y sabiduría de Dios, Madre de todas las
cosas; y. se mezcla y hace una sola cosa con la sensibilidad, y se diluye
dentro de ella, de modo que los dos se tornen una sola «carne» y una
sola experiencia. 50. Observa que no es la mujer la que se une al hombre, sino,
al revés, el hombre quien se une a le. mujer, es decir, la inteligencia a la
sensibilidad. En efecto, cuando lo superior, vale decir, la inteligencia se ha
unido a lo inferior, o sea, la sensibilidad, se diluye en el orden de la
«carne», que es inferior; en la causa de las pasiones, es decir, la
sensibilidad. Cuando, por el contrario, es lo inferior, la sensibilidad, la que
se allega a lo superior, la inteligencia, ya no será carne sino ambos serán
inteligencia. Tal es este17 hombre, el que prefiere el amor de las pasiones al
amor de Dios
(Legum Allegoriae II, 49ss).

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.