El objetivo de Pablo: la predicación de un misterio

La teología protestante ha influido en que para mucha gente el quid de la predicación paulina se encuentre en la idea de la justificación por la fe. No creo que esto sea así. La misión de Pablo se puede describir como la
trasmisión, especialmente a los gentiles, de un misterio (secreto de origen divino) que le fue revelado directamente por
Dios y que tiene que ver con la justicia de Éste. Pablo termina su carta a los Romanos (16,25-26) alabando a Dios en los siguientes términos: Y a aquel que
es poderoso para afirmaros conforme a mi evangelio y a la predicación de
Jesucristo, según la revelación del misterio que ha sido mantenido en secreto
durante siglos sin fin
(25), pero que ahora ha sido manifestado (26)… al único y sabio Dios, por medio de
Jesucristo, sea la gloria para siempre. Amén(27).
Entonces, la predicación de Pablo a los gentiles versa
sobre el misterio de Dios que le ha
sido revelado en estos últimos tiempos,
misterio
que tiene que ver con la transformación del creyente o, lo que es
lo mismo, su glorificación. Pablo escribe: Hablamos de la sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta que, desde antes de los
siglos, Dios predestinó para nuestra gloria (7); la sabiduría que ninguno de los
gobernantes de este siglo ha entendido, porque si la hubieran entendido no
habrían crucificado al Señor de gloria (1Cor 2,7-8 ).
El quid de
la predicación de Pablo no es sobre la justificación por la fe, sino la
glorificación del creyente. La justificación es importante, no cabe duda de
ello, de hecho los primeros 7 capítulos de Romanos versa sobre la justificación
por la fe en (de) Jesucristo tanto para judíos como para los paganos,
justificación que te habilita a estar delante de Dios y salvarte de su ira, sin
embargo, esta justificación es sólo el medio o preámbulo de lo que realmente
importa, y que Pablo trata en el capítulo 8: la glorificación del creyente (o la divinización dirán los ortodoxos). Y
es que la fidelidad de Jesús y su muerte,
eran parte del plan secreto de Dios en cumplimiento de sus promesas, en el
marco de la teología de la Alianza (justicia de Dios), para exaltarlo y
convertirlo en el primogénito de la
nueva familia de Dios. En Rm 8,17-18 Pablo escribe que los creyentes son 
herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con
Él a fin de que también seamos glorificados con Él
(17). Pues considero que los sufrimientos de este
tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser
revelada
(18). 

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.