La «Justicia de Dios» para San Pablo

Un término importante en la teología
paulina es el de “la justicia de Dios”. En Rm 1,16-17 leemos: Porque no me avergüenzo del evangelio, pues
es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del judío
primeramente y también del griego. Porque en el evangelio la justicia de
Dios
se revela por fe y para fe; como está escrito: MAS EL JUSTO POR LA FE VIVIRÁ.

Que la “justicia de Dios” sea un tema importante se confirma en el uso de la
expresión a través del crucial argumento de Rm 3,21-26 (21.22.25.26):Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, atestiguada por la ley y los profetas;es decir, la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen; porque no hay distinción; por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios,siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por su sangre a través de la fe, a fin de demostrar su justicia, porque en su tolerancia Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente,  para demostrar en este tiempo su justicia, a fin de que Él sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús. (Rom 3:25 LBA)  . Pero, ¿de
qué se trata esta “justicia”? Partamos aclarando que el término “justicia” en
hebreo es un concepto relacional que implica una serie de obligaciones y
deberes a las que un sujeto se compromete al relacionarse con otra persona. Uno
es justo o injusto dependiendo de si cumple o no lo obligado en relación a otra
persona. La “justicia de Dios”, por lo tanto, implica el cumplimiento de las
promesas a las que se comprometió en relación  con Abraham y con Israel como el pueblo
elegido. Dios se ha comprometido con Abraham y sus descendientes  sólo a partir de su amor y generosidad. Es
una acción gratuita de Dios. La “justicia de Dios” es el cumplimiento de sus
promesas en relación a Abraham e Israel en Cristo. La «justicia de Dios» es el cumplimiento de ese misterio de salvación predestinado por Dios y que se manifiesta en Jesús.  Un paralelo iluminador lo
encontramos en las reglas de la comunidad del Qumrán (1QS 11, 11-15) donde
entender porque Pablo habla de la “Justicia de Dios” como “el poder de Dios
para la salvación”: En cuanto a mí, si yo
tropiezo, las misericordias de Dios serán mi salvación por siempre; si yo caigo
en pecado de carne, en la justicia de Dios, que permanece eternamente, estará
mi juicio; si comienza mi aflicción él librará mi alma de la fosa y hará firmes
mis pasos en el camino; me acercará por sus misericordias, y por sus gracias
introducirá mi juicio; me juzgará  en la
justicia de su verdad, y en la abundancia de su bondad expiará por siempre
todos mis pecados; en su justicia me purificará de la impureza del ser humano,
y del pecado de los hijos de hombre para que alabe a Dios por su justicia y al
Altísimo por su majestad. 

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.