Pecado de Adán y la enemistad con el mundo animal

Las
consecuencias de la desobediencia de los primeros padres era discutida en la antigüedad,
para unos era la causa de la corrupción moral (Vita Adae et Evae [VAE] 44); un
cambio en la dieta  (VAE 1–4); dolor (VAE
47; Apoc. Mos. 39); perdida del dominio (Apoc. Mos. 11.1–2) y la gloria (Apoc.
Mos. 21.6); pérdida de la alegría espiritual (VAE 10.4); dolor y enfermedad (VAE
34.1–3; Apoc. Mos. 8.2; 2 Bar. 56.6); muerte (VAE 26.2; Apoc. Mos. 14.2–3); y
finalmente el consecuente juicio de Dios por el agua y el fuego (VAE 49.3).
Nos ocuparemos
de una de las consecuencias, la pérdida de la armonía con la naturaleza. Esta
se expresa de diversas maneras, entre ellas, la enemistad entre los hombres y
los animales; la pérdida de la habilidad de los animales de hablar (Jub. 3.28);
y una disrupción en el mundo natural ( 2 Bar. 56.6). Comencemos ejemplificando
la enemistad entre los hombres y los animales en un episodio tomado de la Vida
de Adán y Eva
(versión griega), cuando la primera mujer, acompañada de su hijo
Set, se dirige a la región del paraíso en busca del aceite medicinal (1,9) para poder curar a Adán que se encontraba en trance de
muerte. En el camino Set se entabla en un combate con una fiera salvaje que lo
quiere devorar. Entonces la mujer exclama, tú,
fiera perversa, ¿no temes atacar a la imagen de Dios? ¿Cómo se ha abierto tu
boca? ¿Cómo se han atrevido tus dientes? ¿Cómo no te acordaste de tu sumisión,
de que antes estabas sometida a la imagen de Dios? 11 y la fiera gritó:-Tu
arrogancia y tu llanto no van contra nosotros, sino contra ti misma, puesto que
de ti surgió el comportamiento salvaje. ¿Cómo se abrió tu boca para comer del
árbol que Dios te había prohibido comer? Por eso se transformó también nuestra
naturaleza. Así que ahora, si me pongo a refutarte, no podrás soportarlo.
En
el mismo texto leemos cómo Dios amonesta a Adán después que éste pecara
haciendo referencia a la relación con los animales: Y las fieras a las que domines se te rebelarán una  y otra vez porque no guardaste mi mandato
(24). Es interesante constatar que la fiera tiene la capacidad de hablar, la
que según otras fuentes, se perdió cuando la primera pareja pecó. Así por
ejemplo, Jubileos 3,28: En aquel día
quedaron mudas las bocas de todas las bestias, animales, pájaros, sabandijas y
reptiles, pues hablaban todos, unos con otros, en un mismo lenguaje e idioma.
La
capacidad de hablar una misma lengua con los animales está atestiguada también
en Josefo:  Pero mientras todos los demás animales hablaban el mismo idioma en
aquellos tiempos, la serpiente, que vivía con Adán y su mujer, les envidiaba
que fueran felices viviendo en obediencia de los mandamientos de Dios
(I,
1, 4). La disrupción con el mundo
animal, en un contexto más general,  como
consecuencia del primer pecado también se refleja en otras obras. Así por
ejemplo en  Apocalipsis Siríaco de Baruc
56, 6 leemos: apareció la muerte-que no
existía en su tiempo-, se dio nombre al luto, se preparó la tristeza, se creó
el dolor, se cumplió la fatiga en el trabajo, el orgullo comenzó a
establecerse, el Seol deseó renovarse con la sangre de los hombres y tomó a sus
hijos, se creó el ardor de los padres, la majestad de la humanidad fue
humillada y la bondad se marchitó.
En el mismo texto y hablando de los
últimos tiempos se dice que los animales
saldrán del bosque y servirán a los hombres; serpientes y dragones saldrán de
sus guaridas  como para someterse a un
niño. Entonces las mujeres ya no tendrán dolor al dar a luz, ni serán
atormentadas cuando den los frutos de su vientre. Y en aquellos días no se
fatigarán los cosechadores, ni se cansaran los dedicados a la construcción
porque sus trabajos progresaran velozmente por sí solos, al tiempo que ellos
trabajan con total tranquilidad. Porque ese tiempo significará el final de lo
que es corruptible y el principio de lo incorruptible
(73, 6-74,2). Por
último constatemos que el desequilibrio cósmico también se manifiesta en
la  Vida
de Adán y Eva
(versión griega) cuando la tierra se rehúsa recibir el cuerpo
de Abel que su hermano Caín intenta enterrar. A pesar de que el perverso Caín se preocupó mucho por ocultarlo (el
cuerpo de Abel), no lo consiguió, ya que
la tierra no lo recibía, pues decía: «No aceptaré un cuerpo compañero hasta que
venga a mí el barro que se me quitó y fue modelado sobre mí»
(40).

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.