La Grandeza de Moisés (Apócrifo-Hejalot)

La Grandeza de Moisés (Gedulat Moshe) es una apócrifo
que es parte de la literatura Hejalot. En este texto vemos como Moisés
asciende a los cielos y es honrado por Dios. Yo pondré todos los príncipes en
tus manos. Yo te elevaré a los cielos y contemplarás mí Trono de Gloria, y te
mostraré todos los ángeles que están en los cielos
(1,7). Es interesante
constatar que Moisés tiene dificultades al ascender porque no tiene naturaleza
angelical, sino que es de carne y sangre. El Santo, Bendito Sea, le pidió a
Metatrón, el Príncipe de la Presencia, y le dijo: «Ve y tráeme a Moisés,
mi siervo, a los cielos. Toma contigo 
15.000 ángeles a su derecha y 15.000 a su izquierda, con alegría,
canciones, tambores, coros y cantad delante de Moisés, mi siervo
(2,
1-2)…Metatrón dijo delante del Santo, Bendito Sea: » Moisés no es capaz
de ascender a los ángeles, porque hay príncipes del fuego entre los ángeles y Moisés
es de carne y sangre
(2,3)…Moisés le dijo a Metatrón:»Yo soy carne y
sangre y no soy capaz de mirar a los ángeles»
. Después de esto, se estaba
en pie y su carne se convirtió en llamas de fuego y sus ojos en las ruedas del
Carro. Su fuerza como la fuerza de los ángeles y su lengua como llamas.
Entonces el levanto a Moisés a los cielos y con el habían 15.000 ángeles a su
derecha y 15.000 a su izquierda, y Metatrón y Moisés estaban en el medio (2,
10-11).
El primer cielo es como el primer día de la
semana, en el están las aguas como en hileras y todo el cielo consiste en
ventanas (Gn 7,11; Mal 3,10; 1Enoc 60,12; 72,3; 72,7; 75,7; 83,11; 101,2; 2Enco
13-16; 3enoc 8,1), ventanas de oración, de súplica, de arrepentimiento, de alegría,
de plenitud, de hambre, de riqueza, de pobreza, de guerra, de paz, de concepción,
de nacimiento. El vio ventanas sin número e incontables (3,5-6).
En el segundo cielo, que es como el segundo día
de la semana, Moisés encontró un ángel de grandes proporciones (300 parangan de
altura) (2Enoc 12, 2; 3Enoc 9,2; 18,19; 21,1; 22,3; 25,4;26,4) cuyo nombre es
Nuriel y frente al cual miríadas de ángeles de fuego y agua estaban de pie.
Estos ángeles son los que velan por los árboles, el viento y la lluvia. Además
van una y otra vez delante del Señor para alabarlo y siempre (de pie o en
movimiento) sus rostros se dirigen a lo alto hacia el Santo (4,1-8).
En el tercer cielo, que es como el tercer día
de la semana, Moisés encontró un ángel de nombre Noriel, también de grandes
proporciones. Su altura como un viaje de 500 años, con 70.000 cabezas, cada una
con 70.000 bocas y cada boca con 70.000 lenguas y cada lengua con 70.000 voces.
Con este ángel se encuentran otras 70.000 miríadas de ángeles, todos hechos de
fuego blanco y todos alabando al Señor, viniendo y volviendo desde su
presencia. Velan, además, por los árboles, las frutas y el grano (5,1-7).
En el cuarto cielo, que es como el cuarto día
de la semana, Moisés vio el templo reconstruido con sus pilares como de fuego. Allí
había ángeles que entraban y alababan al Santo, Bendito sea, como lo hacía
David. Estos ángeles velaban sobre toda la tierra, sobre el sol y la luna, y
las estrellas, y los planetas, y las 26 esferas celestiales. Todos, al unísono,
cantaban. Los ángeles más importantes era Nogah, al lado del sol, responsable
del verano, y  Maadim al lado de la luna,
responsable del invierno (6, 1-9).
En el quinto cielo, que es como el quinto día
de la semana, Moisés vio ángeles  mitad
de los cuales eran del fuego de abajo y mitad de nieve de arriba. Dios había
hecho que la paz coexistiera entre ellos. Como todos los ángeles, también estos
alaban al Santo (7,1-7)
En el sexto cielo, que es como el sexto día de
la semana, Moisés vio al ángel Uriel cuya altura es como una jornada de 500 años
y toda su forma de hielo. Miles de miríadas de ángeles conocidos como Irin y
Qaddishin que alaban al Santo (8,1-5).

El séptimo cielo es como el Sabbath, allí vio
dos ángeles, Af y Hemah, encadenados con cadenas de fuego y de rojo. Dios los había
creado durante el sexto día para hacer su Voluntad. Sus aspectos son tan
terribles que Moisés teme, y Metatron le abraza y reconforta: «Moisés, Moisés,
amado del Señor, Siervo del Señor, no temáis no desaniméis a causa de
ellos»
. De inmediato la mente de Moisés fue pacificada (9,6). También vio
a un ángel de enormes proporciones, como una jornada de 500 años, de pies a
cabeza lleno de ojos de fuego, su nombre, » Sammael, aquel que toma las
almas»
, y que estaba descendiendo para tomar el alma del justo Job
(Israel) (9,9-10). También contempló a los seis ángeles delante del Santo, cada
uno con seis alas (2Enoc11,4;16,7;19,6;21,1;ApAb 18,6-7;Ap4,8; 3Enoc 26,9), con
dos cubrían sus rostros, con dos sus pies y con dos volaban. Cubrían sus
rostros para no contemplar el rostro de la Shekinah. Alaban a Dios cantando:
Santo, Santo, Santo es el Señor de los ejércitos, toda la tierra está llena de
su gloria»
(10,1-5). Además de estos serafines, vio a las cuatro criaturas que sostenían el Trono de Gloria (3Enoc 33,3). Entonces Moisés vio un ángel,
Zagzagel, príncipe de la Tora y la sabiduría, quien enseña la Tora en 70
lenguas. Este ángel resplandecía rayos de gloria. Moisés se sentó delante de él
y aprendió los 10 secretos. Luego de esto Moisés le dijo al Santo: “Yo no descenderé de aquí hasta que tu no me
des un buen regalo”. El Santo, bendito sea, le dijo: “Yo te doy la Tora que
será llamada por tu nombre” como es dicho, Recuerda la Tora de Moisés mi siervo
(11,6). De ahí le es permitido a Moisés contemplar el Trono de Gloria de
Dios y luego el lugar donde los injustos sufren las penas por sus pecados. Es
aquí donde la naturaleza sumosacerdotal de Moisés sale a relucir. “Tal vez es tu Voluntad, Señor mi Dios, y
Dios de mis padres, que tu salves a tu pueblo, Israel, de este lugar”.
A lo
que Dios contestó: “Moisés, no hay
parcialidad delante de mí y nunca soborno. Quien sea que haga el bien estará en
el Jardín del Edén y quien sea que haga el mal estará en el Gehinnom” (
19,2).

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.