El Reinado de Dios como proceso transformativo en Pablo

El Reino de Dios es un concepto muy importante
en los sinópticos. Los estudiosos están de acuerdo en que éste configuró el
tema más importante de la predicación de Jesús. En lo que no hay un consenso
generalizado es en el significado del Reino. Y es que para Marcos (seguido por
Mateo y Lucas) significa algo distinto a lo que puede significar en Juan y en
Pablo. En este último se refiere a la transformación o glorificación de los hijos de Dios, una realidad incorruptible que la carne y la sangre no pueden heredar (1Cor
15,50). Esta realidad que ya comenzó a andar, y cuya plenitud está ad portas,
hace que todo lo que emprendamos en la tierra lo relativicemos. El criterio es
dejar las cosas como están, no hacer grandes cambios en nuestra vida, porque el
final es realmente inminente. No te cases, no hagas grandes negocios, minimiza
el contacto con la sociedad: el tiempo ha
sido acortado; de modo que de ahora en adelante los que tienen mujer sean como
si no la tuvieran (29); y los que lloran, como si no lloraran; y los que se
regocijan, como si no se regocijaran; y los que compran, como si no tuvieran
nada (30); y los que aprovechan el mundo, como si no lo aprovecharan
plenamente; porque la apariencia de este mundo es pasajera (31)
(1Cor
7,29-31).
El desarrollo del Reino de Dios para Pablo
ocurre de la siguiente manera. En la primera etapa se dirige al grupo de
escogidos que el apóstol se ha encargado de reunir y que son comparados con los primeros frutos de la cosecha (siendo
Jesús el primero). En ellos se
revelará la identidad de los hijos de
Dios
(Rm 8,19) y aparecerán delante de Jesús en el juicio.  Por
tanto, no juzguéis antes de tiempo, sino esperad hasta que el Señor venga, el
cual sacará a la luz las cosas ocultas en las tinieblas y también pondrá de
manifiesto los designios de los corazones; y entonces cada uno recibirá su
alabanza de parte de Dios (1Cor 4, 5).
Otro texto que va en la misma
dirección es 2Cor 5,10: Porque todos
nosotros debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno sea
recompensado por sus hechos estando en el cuerpo, de acuerdo con lo que hizo,
sea bueno o sea malo
(2Cor 5, 10).
La segunda etapa en el desarrollo del Reino de
Dios sucede en un período prolongado en el tiempo después que se le ha dado a
Jesús toda la autoridad y poder hasta poner
a todos sus enemigos bajo sus pies.
En este período será asistido por la
nueva familia de Dios y por los ángeles. ¿O
no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo es juzgado por
vosotros, ¿no sois competentes para juzgar los casos más triviales? ¿No sabéis
que hemos de juzgar a los ángeles? ¡Cuánto más asuntos de esta vida!

(1Cor 6, 2-3). El último enemigo a vencer será la muerte lo que implicaría la resurrección universal, también de
aquellos que ya habían muerto antes de la parusía.
Finalmente, la última etapa en el desarrollo
del Reino ocurre  cuando todo haya sido sometido a Él, entonces
también el Hijo mismo se sujetará a aquel que sujetó a Él todas las cosas, para
que Dios sea todo en todos
(1Cor 15, 28). El autor de la carta a los
Efesios describe este estadio de una manera similar: En toda sabiduría y discernimiento nos dio a conocer el misterio de su
voluntad, según el beneplácito que se propuso en Él, con miras a una buena
administración en el cumplimiento de los tiempos, es decir, de reunir todas las
cosas en Cristo, tanto las que están en los cielos, como las que están en la
tierra
(Ef 1, 8-10).

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.