Creación-Alianza: Aspectos generales (3)

Uno de los aspectos fundamentales de la teología de la Alianza es la elección que hace Dios en relación al pueblo. En Dt 32, 7-9 en el contexto de la Canción de Moisés leemos: Acuérdate de los días remotos, considera las épocas pasadas, pregunta a tu padre y te lo contará, a tus ancianos y te lo dirán: 32,8: Cuando el Altísimo   daba a cada pueblo su herencia, y distribuía a los hijos de Adán,trazando las fronteras de las naciones, según el número de los hijos de Dios,32,9: la parte del Señor fue su pueblo, Jacob fue el lote de su herencia. Este texto, que dará origen a tantas historias rabínicas, versa sobre cómo el Altísimo distribuye las naciones a los distintos hijos de Dios. Yavé es al que le toca el pueblo de Israel. En Ex 3,12 Yavé explica a Moisés de qué manera estará acompañando a su pueblo: Respondió Dios: Yo estoy contigo, y ésta es la señal de que yo te envío: que cuando saques al pueblo de Egipto, darán culto a Dios en esta montaña. Esta elección también se explicita en otra historia, la de Abraham, el obediente, el que hace el bien a los ojos de Dios. Abraham es el que confía: Dios proveerá (Gn 22,8.14).

Además de la elección otro elemento fundamental de la Alianza implica la dependencia total del pueblo en relación a Dios. Sin este, la vida del hombre es sólo polvo. Es lo que leemos en Eclesiastes  3,19: en realidad hombres y animales tienen la misma suerte: muere uno y muere el otro, todos tienen el mismo aliento de vida y el hombre no supera a los animales. Todos son de corta duración. Otro texto pertinente es Gn 9,11 donde la vida animal también se asemeja a la humana en cuanto a su fragilidad: Hago alianza con ustedes: El diluvio no volverá a destruir la vida ni habrá otro diluvio que destruya la tierra. El mismo principio, realista y radical, se encuentra en el Gilgamesh: Cuando los dioses crearon al hombre, ellos mantuvieron su vida en sus manos. El hombre, un ser de carne, llega a ser un ser viviente sólo cuando reciben el espíritu de Dios. En Gn 2,7:  Entonces el Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre se convirtió en un ser vivo. Y si la vida se entiende como un don de Dios en el Gn 1-3, lo mismo sucede con la sabiduría. Lo mismo que Salomón ansía la sabiduría que luego se le escapará de las  manos, lo mismo Eva cuando ve el fruto del árbol del bien y el mal como algo deseable y alcanzable por ella misma.  Como nos los recuerda el Qohelet 12,7-8:  y el polvo vuelva a la tierra que fue, y el espíritu vuelva a Dios, que lo dio. 12,8: Pura ilusión —dice el Qohelet—, todo es pura ilusión. 

Tomás García-Huidobro

Sacerdote Jesuita, Doctor en Teología Bíblica.