Sufrimiento y exaltación del Siervo de Yavé y el Yom Kippur
Una de las interpretaciones más tempranas sobre la muerte y exaltación de Jesús fue a través de la figura del Siervo de Isaías. Actualmente se discute entre los exégetas hasta qué punto esto es exacto. Personalmente creo que el texto de Is 53, junto con el Salmo 110, son de vital importancia para describir el temprano desarrollo cristológico. El Siervo de Isaías representa igualmente a Israel como un colectivo, y a un sujeto individual. En este último sentido resulta muy iluminador el considerar el rol real y sacerdotal de ésta figura en el contexto del Yom Kippur porque abre una puerta nueva a la reflexión cristológica temprana en relación a Jesús rey y sacerdote en el marco de la teología del Templo. El poema del Siervo es significativo: todos andábamos como ovejas errantes, cada cual seguía su propio camino, y Yavé descargó sobre él la culpa de todos nosotros (Is 53,6)… Quiso Yavé destrozarlo con padecimientos, y él ofreció su vida como sacrificio por el pecado. Por esto verá a sus descendientes y tendrá larga vida, y el proyecto de Dios prosperará en sus manos. Después de las amarguras que haya padecido su alma, gozará del pleno conocimiento. El Justo, mi servidor, hará una multitud de justos, después de cargar con sus deudas. Por eso, le daré en herencia muchedumbres y lo contaré entre los grandes, porque se ha negado a sí mismo hasta la muerte y ha sido contado entre los pecadores, cuando llevaba sobre sí los pecados de muchos e intercedía por los pecadores (53, 10-12). Es interesante que en el Rollo de Isaías encontrado en el Qumran este poema guarda una importante diferencia con la versión masorética. Una letra de más en 52, 14, en vez de «Así como muchos quedaron espantados al verlo, pues estaba tan desfigurado, que ya no parecía un ser humano», lee «yo le he ungido y él ya no parecía un ser humano…su apariencia no es una apariencia común y su brillo va a ser un brillo santo». En este contexto, el siervo aparecería como el ungido y el transfigurado al modo como Enoc llega a ser una vez que Dios le unge. Existe, además, otra palabra en la versión qumránica y en la griega que no está en la versión masorética. Luego de su sufrimiento el Siervo vio la luz, lo que se refiere presumiblemente a la luz de la Gloria (Is 53, 11). Esto parece tener una relación con la profecía cumplida que Jesús explica a los discípulos de Emaús en Lc 24:«¡Qué poco entienden ustedes y qué lentos son sus corazones para creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No tenía que ser así y que el Mesías padeciera para entrar en su gloria?» La versión qumránita continúa: él podrá rociar a mucha gente (Is 52, 15), término que bien se puede referir a lo que hace el Sumo Sacerdote con la sangre de uno de los cabritos sacrificados en el Yom Kippur. Además «y eran nuestras faltas por las que era destruido nuestros pecados, por los que era aplastado. El soportó el castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido sanados» (Is 53,5) puede tener claras referencias con el Yom Kippur y al rol del Sumo Sacerdote en él.
Existen dimensiones de la vida de Jesús que pueden interpretarse a la luz del Siervo, especialmente el hecho de su sufrimiento y exaltación Existen tres posibles textos que puedan aludir al siervo de Isaías para explicar la vida, muerte y exaltación de Jesús: Mc 9,9-13 podría combinar el Hijo del Hombre con el Siervo; los textos que dicen relación al elegido (Mc 1,11; Mc 9,7); y alegoricamente Mc 3,27. En un texto la evidencia es clara en relación a Jesús como Siervo: Lc 22, 35-38 donde éste habla de sí mismo como aquel que fue contado entre los inocuos. También relacionado con Isaías encontramos el texto de Lc 4,16-21 y 7, 22 donde Jesús explica su misión con las categorías que el profeta ocupa para hablar del futuro (40-55). El punto es el mismo, Jesús es equiparado con el justo que sufre una muerte violenta e injusta, y que Dios, como respuesta, exalta y transforma a través de su resurrección.