Martires judíos, cristianos y musulmanes (I)
Hace unos meses los nombres Abdul Farouk Abdulmutallab y Humam Khalil al-Balawi eran practicamente desconocidos. El primero salió en los medios de comunicación luego que intentase explotar un avión comercial que viajaba desde Amsterdam a Detroit, y el segundo luego que se autoinmolara haciéndose explotar en una oficina de la CIA en Afganistan matando a siete agentes estadounidenses. Abdul, un joven nigeriano de 23 años, era el hijo menor de un banquero muy respetado y había estudiado ingenieria en el University College of London. Era un joven tranquilo, no muy brillante en sus estudios, y de espíritu muy religioso.Humam es un médico jordano al servicio de Al Qaeda que había logrado convencer a los servicios de inteligencia jordano y americano que era un doble agente, infiltrándose y ganándose la confianza de la CIA en Afganistan. En reducidos circulos fundamentalista islámicos ambos son reconocidos como héroes, y especialmente Humam como un mártir de la fe islámica. Para muchos el doble agente está gozando de la presencia de Dios como recompensa justa a su sacrificio. Tal idea llega a horrorizar nuestra sensibilidad judeo cristiana occidental, pero, ¿no es acaso el mismo concepto de martirio el que está detrás de tantas historias que cristianos y judíos reverenciamos? ¿No nos dice el libro del Apocalipsis que los mártires han lavado y blanqueado sus vestiduras con la sangre del cordero (señalando la transformación del mártir en un ser espiritual) y que ocupan un lugar especial delante del trono celestial (Ap.7,13-17)? ¿No está acaso en el mismo judaísmo el origen de la idea del martirio desde donde se desarrolló en el cristianismo y en el Islam? ¿Cómo surge la idea del martirio en el judaísmo y luego en el cristianismo?
La idea del martirio en la historia judía se remonta a las guerras macabeas.Hacia el año 166 a.c. los judíos se rebelaron en contra de los dominadores griegos, conocidos como Seléucidas, que detentaban el poder desde Siria. Las razones de tal sublevación son complejas pero todas apuntan a la opisición al drástico programa de helenización encabezado por Antioco IV y que tiene su culmen en la profanación del Templo (2Mac 5). El espíritu de este movimiento es transmitido en 1Mac 1,11b donde se nos cuenta de » unos israelitas renegados ( que) convencieron a muchos diciendo, ¡Vamos a hacer un pacto con las naciones vecinas, porque desde que nos separamos de ellos nos han venido muchas desgracias!«. La rebelión, que conduciría a la independencia judía y al reinado de los Hasmoneos, fue particularmente violenta. De acuerdo a los libros de los Macabeos sabemos también que es en este contexto que algunos judíos prefieron morir por la Ley en vez de obedecer los requerimientos de las autoridades Seléucidas. Estos libros contienen historias como la del venerable maestro de la Ley Eleasar que prefirió morir entre tormentos antes que quebrantar la Ley y dejar un mal ejemplo a las generaciones jóvenes (2Mac 6, 18-31); o como la de una madre que vio morir por la fidelidad a la Ley a sus siete hijos en medio de sufrimientos incontables para finalmente morir ella (2Mac 7).Por supuesto estos no eran los primeros en la historia de Israel que preferirían la muerte a quebrantar las costumbres de los antepasados. Lo particular de la situación era la contextualización ideológica de tales inmolaciones. Quiero recalcar dos elementos de este nuevo marco conceptual. Primero,la muerte de los mártires se comenzó a entender como una liturgia sacrificialmente eficiente en relación a Dios y en contraposición a los sacrificios inútiles de los paganos a sus dioses (2Mac 6,12-16; 7,38; 4Mac 6,27-29; 17,20-22). Esta idea explicará también la muerte de vicaria de Jesús en la cruz (Hch 5,31). Segundo, se entendía que el mártir de alguna manera se transformaba y participaba de la liturgia divina ya desde el momento del martirio. Como veremos todas estas ideas serán fundamentales para entender la muerte y resurrección de Jesús y de los consecuentes mártires cristianos. También serán fundamentales en la configuración del martirio en el Islam.
Ahora bien, cuando comparamos este tipo de martirio macabeo con el que hemos sido testigo al principio de este año, ¿cuáles son las grandes diferencias? Existe una de gran importancia: el contexto de la jihad . La jihad es un concepto difícil de definir a pesar de la enorme importancia que ha tenido en el desarrollo histórico del Islam. Se puede entender, desde una perspectiva personal, como un esfuerzo especial (algo así como un plus) en el camino hacia Dios. Desde una perspectiva social e histórica la jihad se ha relacionado con la guerra santa (otro concepto que compartimos los judíos y los cristianos), entendida ésta, como medio de defensa del Islam contra sus enemigos. Esta «lucha santa» puede presentar cientos de ribetes, uno de los cuales son los que nos han mostrado Abdul y Humman. No es un martirio meramente defensivo, como el de Eleazar o de los siete hermanos, sino que se desarrolla en medio de una «defensa agresiva», una defensa que toma la iniciativa para provocar daño al enemigo. Esta gran diferencia entre la tradición martireológica islámica y la judeo-cristiana no resta los muchos elementos comumes que comparten. Vale la pena profundizar algo más en el tema.