Los vestidos de Gloria en San Efrén
Siguiendo una imagen común entre la apócrifa y la literatura rabínica, San Efrén dirá que una vez que desobedecieron a Dios la primera pareja fue despojada de sus vestidos de gloria. Para ser vestidos de nuevo, al modo de Gal 3,27 («bautizados en Cristo, han sido revestidos de Cristo») y Rom 13,14 («revístanse del Señor Jesucristo»), Dios mismo se «revistió» de la carne de María y en el Bautismo Cristo dejó los vestidos de gloria en el Jordán, haciéndolos disponibles una vez más a la humanidad a través del bautismo de cada sujeto. De este modo, en el bautismo del creyente éste se reviste de los vestidos de gloria, esto es, del mismo Jesús, entrando de manera anticipada al Paraíso escatológico, en otras palabras, a la Iglesia. Toda esta realidad mística se hará finalmente realidad en la resurrección de los muertos. Los vestidos de gloria tienen su origen en una interpretación de Gn 3,21: «En seguida Yavé Dios hizo para el hombre y su mujer unos vestidos de piel y con ellos los vistió». En hebreo la palabra «piel» es muy similar a «luz». Rabi Meir decía tener un manuscrito del Gn donde se leía «vestidos de luz». A su en el Targum aramaico se lee «vestidos de honor». En todas estas interpretaciones se entiende que Gn 3,21 no sucede después de la desobediencia de la primera pareja, sino de manera previa: «Yavé Dios les había hecho…». En ese sentido esta interpretación se correspondería al Sal 8,6: «Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y esplendor». La pérdida de los vestidos de gloria es un tema recurrente en San Efren, es cosa de ver el XV, 8-9 de los Himnos del Paraíso. A su vez en los Himnos sobre la Virginidad XVI, 9 leemos, «Cristo vino a encontrar a Adán quien se había descarriado, para llevarlo de regreso al Edén en sus vestidos de luz». En los himnos de la Natividad (XXIII, 13) leemos:
«Todos estos cambios hizo el Misericordioso,
desvistiéndose de la gloria y revistiéndose de un cuerpo
porque había ideado un camino
en esa gloria que se había despojado (…)
Él se puso vestidos
en lugar de la piel de Adán;
Él fue bautizado por el pecado de Adán,
Él fue embalsamado por la muerte de Adán,
Él resucito y elevó a Adán en Su gloria.
Bendito es Quien ha descendido,
se ha puesto a Adán y ha ascendido».
El bautismo cristiano es el medio para recobrar los vestidos pérdidos de acuerdo a uno de los himnos de la Epifania (XII, 4): «En vez de vestirse con las hojas de los árboles,
Él se vistió con la gloria en el agua»
Veamos este otro himno del Paraíso VI, 9:
«Entre los santo,
su desnudez fue vestida con gloria,
ninguno está cubierto de hojas,
o aparece avergonzado,
porque ellos han encontrado, a través de nuestro Señor,
los vestidos que pertenecen a Adán y Eva»